Capitulo 11

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Capítulo 11


 Desde que el reino de los tigres de Yunmeng fueron tocados por la desgracia, los días de paz eran un lujo total, ya que parte del ejército Wen y el mismo Wen Chao y su mano derecha Wen Zhuliu se habían asentado en el reino, cerrándolo para cualquier persona y ordenando que trajeran vivos o muertos al par de omegas que se atrevieran a matar a su amada. Y mientras Yunmeng se consumía bajo las ordenes de un usurpador, los lotos juntos a los hermanos Wen intentaban llegar a salvo al palacio Wei, dentro de las montañas Dafan, cosa que lograron con mucho esfuerzo y con la ayuda de Jin Zixuan y Jiang Yanli. 

  Ya en el palacio y tras ubicar en una habitación a Jiang Cheng, quien gracias a las medicinas de la médico se encontraba en un estado de inconciencia por su propio bien. Esa misma tarde Wen Qing salió hacia el reino Nie a informar sobre lo ocurrido en Yunmeng, sin imaginar lo que le esperaría en aquella provincia. Por otro lado, Jin Zixuan en compañía de la princesa Jiang y Wei Yin bajaron de la montaña Dafan, uno para ir por comida y los otros dos para continuar su viaje hasta la torre Koi. 

 Horas más tarde, el menor de los Jiang despertó en un lugar desconocido, sin saber que había pasado en realidad y solo recordando claramente como su alfa había deshecho su unión y como Wen Zhuliu asesino a los reyes de Yunmeng frente suyo y esto era lo que no entendía...Hasta donde recordaba estaba comiendo algo de arroz congee junto a su hermano, cuando ambos escucharon un grito desde el salón del trono y de allí no recuerda nada en específico. Sin embargo, ahora necesitaba confirmar que aquel recuerdo era una mentira. 

¡Sus padres debían estar vivos! 

 Cerca del anochecer Jiang Cheng llego a la pequeña ciudad a las faldas de la montaña, donde encontró las respuestas que tanto quería y por las que tuvo que pagar bastante caro. Tras bajar de aquella montaña el joven omega, se encontró con la única persona que, tal vez, aclararía todo cuanto su mente le gritaba. Sin embargo, esta persona solo sonrió de forma altiva mientras se acercaba al menor. 

—Príncipe Jiang, es un honor verlo...—La burla en la voz ajena paso desapercibida para el joven loto, pero siguió escuchando a aquel hombre — Ahora... ¿Esta listo para pagar por el crimen que cometió? 

—Xichen, amor... ¿Podemos hablar luego?...Quiero ir a casa...

    Ante esto, el hombre soltó una risita pensando para sí "Que esto sería el trabajo más fácil que jamás había tenido en su vida", sin más dejo que el ojiazul se acercara todo lo que quisiera y así poder llevar a cabo su tarea. Aquel hombre vio innecesario sacar su alma, pues el omega se veía bastante vulnerable, simplemente permitió que este acortara la distancia entre ambos, viendo divertido como el menor trataba de buscar su contacto, tanto que se permitió a sí mismo un macabro jugueteo con Jiang Cheng. 

—Por supuesto...Iremos a casa, amor...Pero primero— Ya teniendo al Jiang casi contra si, Wen Zhulio, sin perder más tiempo, clavo su mano en la espalda del contrario para alcanzar y destruir, a sangre fría, el núcleo dorado, divirtiéndole ver como el menor lloraba rogando piedad a su amado y, aun así, se aferraba a sus ropas en lugar de apartarlo. 

El proceso fue de solo unos segundos, pero con un dolor inmenso para el joven príncipe, quien pedía una razón creíble, entre lágrimas, al que creía su amado, fue entonces que vio como aquella figura desenvainaba su espada. Sin embargo, antes de que aquel hombre pudiera hacerle algo, dos figuras llegaron en su ayuda, pero el dolor en su cuerpo era tal, que no pudo seguir despierto para saber quiénes eran, o si habían venido para rescatarlo o si habían venido para rescatarlo o para hacerle sufrir más. 

 Los hombres que aparecieron para salvar a Jiang Cheng, era nada más y nada menos que los hermanos Wei Xue, ambos llegaron para ver como su hermano caía desmayado por el dolor. El camino de regreso a la montaña Dafan, fue algo difícil pero nada que no pudieran lograr los hermanos, una vez en el palacio purpura y tras ubicar al Jiang en su habitación, Xue yang dejo salir toda la ira que estuvo conteniendo desde lo que vio al pie de la montaña 

  —Quemare siete veces el infierno, la tierra y el cielo... Hasta que llueva rojo para vengar lo que hicieron al reino Jiang y a mi hermano...

—Y te condenaras por eso...

—Ese es el problema Wei Ying... Ya lo estoy— Sin esperar respuesta del menor salió de aquel palacio con rumbo fijo al único lugar que seguía consideran

La razon de una mentiraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora