¡Feliz cumpleaños!

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  Michelle llegó con Marlene al Gran Comedor luego de invadir las cocinas un buen rato, esperando ver a cierta rubia que cumplía años hoy.

  Sin embargo, no la halló cuando recorrió su mirada por todo el salón, tampoco en los pasillos, ni siquiera a la hora del almuerzo. Pero estaba bien, era su cumpleaños, merecía un descanso. Aunque Elle no se esperaba para nada que una chica como Narcisa tomara descansos así de descarados.

  Pero sí la encontró en la biblioteca dos horas luego de su última clase, cuando fue a buscar libros con su pareja de trabajo en un proyecto de Historia de la Magia, Sirius, y James decidió acompañarlos.

—Fijate allá, yo busco acá —ordenó el pelinegro empezando a mirar lomo por lomo. Su amiga emprendió luego su busqueda un pasillo más adelante.

  Sonrío con tranquilidad y luego con malicia. Tomó su varita, se escondió detrás de la rubia y en un movimiento silencioso, los libros empezaron a temblar, mientras el que ella tenía abierto en manos empezó a mojarse por completo.

—¡¿Qué carajos?! ¡Michelle! —exclamó histérica luego de arrojar el libro al suelo y darse vuelta, viendo a la peligrosa intentando reír en silencio en vano, pues su risa traicionera salía escandalosa cuando menos quería.

  Narcisa no quiso quitarle los ojos de encima preguntándose como podía lucir tan atractiva riendo tan inquieta como un duende pícaro y moviendo su varita dejando todo casi tan ordenado como antes.

—Feliz cumpleaños, amiga —le dijo frunciendo la nariz sonriente.

—Pareces droga... —comentó a medias viéndola desparramada en el suelo tan tranquila. Entonces se dio cuenta, y sus ojos pasaron de achicarse juzgadores a brillar— Hey, ¿cómo supiste que era hoy?

—Yo me entero de todo, Black. —Sacó una pequeña cajita colorinche de su bolsillo y la invitó a sentarse en el piso frente a ella— Toma.

  La rubia sujetó dudosa la caja entre sus largos dedos y, luego de dirigirle una sonrisa a la castaña, la abrió. Dentro había una pulsera hecha a mano tal como las que Michelle solía hacer de pequeña con sus amigas a la hora de la merienda. Los colores verde y dorado se encontraban mezclados en bolitas y adornos; mientras la daba vuelta sobre sus dedos encontró que en el centro la letra “M” estaba rodeada de dos corazones rojos.

—De todas formas te compraré algo cuando vayamos a Hogsmeade y...

—No.

—No, ¿qué?

—Me encanta esta —dijo subiendo la mirada. Su sonrisa deleitaba y sus ojos brillaron unos instantes. Era el mejor regalo que había recibido en sus dieciséis años. Estaba harta de lo materialista, ella solo quería saber que se tomaron con amor el tiempo de hacerle un regalo tan lindo como el que acababa de recibir—. No, de verdad. Me encanta. ¿Es por tu inicial? —Michelle rió avergonzada luego de mirarla confundida.

—Oh, sí. Quería ponerle la tuya pero no la encontré.

—¿Cómo... cómo se hacen?

—¿Nunca hiciste una?

—Quiero hacerte una. —Lupin se quedó atónita ante su confesión.

  Se encontraba dramáticamente babeando sobre sus mantas cuando sus compañeras de cuarto decidieron interrumpir su dulce sueño con chillidos y gritos como cuchillos pinchando toda fantasía.

—¡Feliz cumpleaños! —A lo que Michelle respondió con una mueca molesta para luego retorcerse entre las mantas.

  No tardó ni tres segundos en darse cuenta de la razón de su felicidad abusiva. ¡Hoy es su cumpleaños! Se arregló saltando de acá para allá y de allá para el Gran Comedor.

"𝑱𝒖𝒑𝒊𝒕𝒆𝒓"; Narcisa BlackDonde viven las historias. Descúbrelo ahora