Abuelo

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  En cuanto Remus llegó, saludó emocionado a su padre y se sentó entre él y su hermana, Lyall carraspeó y sus nervios se hicieron notar.

—El hombre que conocieron como su abuelo, fue mi padrastro —empezó—, que falleció hace siete años —le informó a Dumbledore. Luego observó los rostros de sus hijos, que estaban preparados para seguir sorprendiéndose—. Mi padre de sangre, Alfredus Lupin, era un terrible hombre, un terrible padre y un terrible esposo. Mi madre lo echó de la casa cuando yo tenía dos años más que ustedes, ya estaba harta. Luego se casó con Merl, que en realidad era muggle, por eso nunca lo vieron usar magia.

  Su abuelo Merl se sentaba en el sofá a contarles hermosas historias y leyendas, reía cuando decía que prefería hacer las cosas por su cuenta en lugar de hacer magia y les regalaba cómics. Su abuela murió cuatro años después que él. Ella les cocinaba y mayormente ellos la ayudaban, le dejó libros de cocina a sus nietos. Para este punto ambos querían derramar lágrimas, sus abuelos eran las mejores personas que habían conocido. Su abuela fue la única persona a la que Michelle le contó todo lo que tuvo que pasar en Ilvermorny, y ella se llevó su secreto a la tumba.

—Para entonces Alfredus Lupin ya estaba más que muerto para nosotros. Ni siquiera había intentado acercarse a mi familia... hasta ahora. Este hombre es lo peor que conozco en el mundo. No quiero que se acerquen a él. Michelle, no respondas sus cartas, y no uses la escoba hasta que Dumbledore indique que no esté intencionada. —Entonces se rió— ¿Lo ves? No te prohibí usarla porque sé que no me harías caso.

—¿Es peligroso? —preguntó Remus, y su padre se quedó pensando.

—No, no lo creo.

  Dumbledore conversó un rato más con Lyall sobre el tema, y una vez aclarado, se centraron en Michelle.

—¿Ya fuiste con Pomfrey? —empezó Minnie.

—No es necesario, pero quizás vaya más tarde. ¿Se me ven súper bien, verdad?

—Quizás sea la hora de ir a su segunda clase, si desean asistir empiecen a despedirse —dijo Albus. Los chicos se despidieron de su padre y se dirigieron a su segunda clase. Dadas las circunstancias fue obvio que pasarían todo el camino hablando de sus abuelos y aquellas confesiones.

  Hace unos días mcGonnagal irrumpió en la Sala Común para entregarle a Michelle su escoba, anunciandole que estaba totalmente revisada por profesionales y que no había de qué preocuparse. Y desde entonces Michelle y James pasaron todos sus tiempos libres volando en el campo de Quidditch.

—Dios mio. ¿Qué te pasó? —exclamó Narcisa viéndola llegar al baño llena de tierra tanto en la ropa como en la cara.

—¡Fui a volar con James! —Cada vez que lo hacía volvía con una gran sonrisa y un poco de tierra en la ropa. A diferencia de ahora, que estaba llena de tierra por donde la mirasen.

—¿En el aire o bajo suelo?

—Ja, ja. Chistosa. Me caí.

  Llena de tierra y transpirada se seguía viendo preciosa ante los ojos de Narcisa. No había algo que desease más que cuidarla como a una muñeca de porcelana para que nadie dañe a su rayito de sol.

  Se mojó las manos sonriendo y las pasó por las mejillas sucias de Michelle limpiandolas. La castaña la miró a los ojos y por primera vez bajó la mirada a sus labios con deseo, mientras su corazón se aceleraba como cada vez que se encontraban a menos de medio metro de distancia. 

  "¿Qué haría si la besara ahora mismo? Probablemente me mandaría a la mierda y no me miraría nunca más a los ojos", pensó.

  Varios días luego volvió de la habitación de Regulus con un poco de alcohol en sangre a su Sala Común, donde se metió a la conversación entre Alice, Dorcas y Marlene.

"𝑱𝒖𝒑𝒊𝒕𝒆𝒓"; Narcisa BlackDonde viven las historias. Descúbrelo ahora