Águila

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  Ese sábado despertó, tardó sus dedicados minutos en acomodar su joyería. Aunque cuando terminó de desayunar James la arrastró al campo de Quidditch y tuvo que quitarse todo lo que pudiera caerse y perderse o herirla y matarla.

  Luego del mediodía llegaron a Hogsmeade. El clima estaba perfecto para pasar la tarde caminando por el pueblo.

—¡Hola! —Una chica pasó por al lado de Michelle.

—Hola. —No tenía ni la mínima idea de quién era.

  Se dirigió a Honeydukes acompañada por
un par de amigos. Llenó dos bolsitas, no tenía a nadie que regulara su consumo de azúcar para posteriormente evitar su malestar estomacal. Antes de salir del local volvió a aparecer la misma chica.

—¿Te comes todo eso sola? —exclamó fascinada por su encuentro, a su lado su amiga reía. Parecían más pequeñas que ella, quizás de cuarto año o menos.

—Sí —respondió firme y confundida—... ¿Cómo te llamas?

—Ana Weasley, Michelle. Ya nos conocimos, en la fiesta de la semana pasada —se rió de su memoria. La niña a su lado seguía riendo sin aportar mucho esfuerzo en evitarlo.

—¿Conoces a Arthur Weasley?

—Es mi primo, ¿por qué?

—Es amigo de mi familia.

—Tuvo un bebé, tiene un año. Se llama Percy.

—¡Qué bueno! —La chica asintió—. Bueno, me tengo que ir, Ana. Nos vemos —le sonrió.

  El lunes se encaminó a DCAO sin soltar un solo sonido, consumida por las ansias de tener a Narcisa tan cerca de nuevo. Se sentó allí sonriente, pero ella no parecía muy feliz. O bueno, no lucía normal.

  A mitad de la clase el malestar en el rostro de Black se reflejó en la aparición de cierta persona. La puerta se entre abrió y alguien golpeó con sus nudillos la madera.

—Buenas tardes, profesora, tengo unos papeles para usted.

—Claro, pasa, Malfoy.

  Michelle frunció su ceño confundida y Narcisa a su lado cerró los ojos por unos segundos. Ambas totalmente consciente de la manera en que el corazón de la otra se había estrujado. Lucius Malfoy desfiló entre las filas del medio, dejó un par de hojas en el escritorio de Merrythought, le dijo algo con mínima importancia y, a su regreso, le dirigió una mirada significativamente amenazante a Narcisa Black dejando por minutos una tensión insostenible en el ambiente de aquella mesa.

—¿Qué hace aquí? ¿Por qué vino? —susurró Michelle.

—No lo sé —respondió molesta. Michelle giró su cabeza y miró su perfil.

—Lo sabes —determinó. Fijó su mirada al pizarrón nuevamente con el entrecejo fruncido. Narcisa la miró con ganas de contestar, resopló y se acomodó— ¿Te hizo algo?

—Basta.

  Despertó a mitad de la noche empapada en su propio frío sudor, enredada en sus sábanas y con la respiración tan agitada como cuando corrió con Grace desde la plaza más lejana hasta su casa porque se acercaron los chicos a los que les habían prometido un beso el mes pasado.

  Sentía que su cuerpo no era suyo y ella no pertenecía a esa vida. En su sueño se encontraba en el pasillo de un hospital discutiendo con Narcisa, dentro de las habitaciones había mucha gente que conocía, muerta o en coma. Y la discusión se hacía cada vez más fuerte, Michelle se metió a un baño pero allí estaba sus terrores de Ilvermorny, cuando volvió al pasillo con el corazón en la boca Lucius abrazaba a Narcisa mientras ella lloraba desconsolada, pero en su mano, con un tatuaje oscuro en el antebrazo, sostenía con firmeza un cuchillo, lo clavó en su delicada espalda reiteradas veces mientras Michelle gritaba desgarradoramente.

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⏰ Última actualización: Jul 16 ⏰

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"𝑱𝒖𝒑𝒊𝒕𝒆𝒓"; Narcisa BlackDonde viven las historias. Descúbrelo ahora