Estancia

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  No, no era verdad, no conciliaron el sueño apenas se relajaron sobre el suave colchón. En realidad iniciaron una pequeña charla de dos horas antes de hacerlo.

—¿Cuántos años tiene Nymphadora?

—Cuatro años. —Luego rió torpe— La adoptaron hace dos años.

—Nunca la mencionaste.

—Nunca preguntaste —se burló.

—Idiota... Es hermosa la vida que construyó Andy.

—Lo sé, me hace sentir orgullosa. La admiro mucho, yo no tendría el valor para... Bueno, eso.

—¿El valor para qué? —Quería saber más, le fue imposible no preguntar.

—Para huir de mi familia, y que no me importe nada. Y es que, está bien, me voy, pero, ¿y luego qué?

—No lo sé. Vives.

—Yo sola. No. No puedo.

—No vas a estar sola —susurró sintiendo como la mano de Narcisa apretaba temblorosa su cadera.

—Eso es imposible saberlo... Quiero terminar este año, tengo tiempo para planear si quedarme o irme.

—¿De verdad consideras la opción de quedarte? —No, no pensó antes de hablar, y su voz acabó temblando un poco.

—No es fácil como debes imaginarlo.

—Lo sé, lo siento.

—¿Qué hago aquí, de todas formas? ¿Qué estás haciendo tú aquí? —rió irónica y levantó la cabeza para mirarla a los ojos, Beth empezó a acomodar su cabello— Tengo miedo, y aún así prefiero sentir esto a estar lejos de ti. No sé qué haría si no te tuviese... Quizás vivir es junto a ti. Quizás debería callarme.

—No lo hagas. Me gusta escucharte. Y sé que te gusta que te escuche —le sonrió. Si la luz estuviese prendida moriría de vergüenza.

  Sé en qué estás pensando; ahora mismo podrían pasar muchas cosas. Black podría mandar a la mierda a Lupin, Lupin podría besar a Black, Black podría dedicar un dulce y sincero "te amo" a Lupin. Y si estás pensando en que simplemente durmieron, estás en lo correcto.

  Y al día siguiente Michelle se levantó a las seis de la mañana, se encontró con Teddy en la cocina, desayunando en traje listo para ir a trabajar. Le pidió permiso para cocinar.

  Cuando terminó todo eran las siete y media de la mañana, y sobre la mesa adornaban tres cafés espumosos, un vaso de chocolatada, dos platos de galletas de vainilla llenas de chocolate y dos platos de panqueques con un par de toppings dulces.

  La primera en aparecer fue la pequeña Tonks, con sus pelos azules despeinados y un pijama de conejos. La convirtió en su cómplice y se dirigieron a la habitación de la madre, para darse cuenta de que ya estaba despierta apunto de salir a preparar el desayuno.

  Luego se dirigieron las tres a la habitación de la rubia, despatarrada estirada sobre la cama. Dora se sentó a su lado y largó un fuerte cocorico, logrando que su tía se queje refregando sus ojos con las manos.

—Sigue durmiendo, Michelle —balbuceó.

—Te perderás el chocolate que hizo Miel. Quédate, me lo comeré yo —la amenazó la niña. Narcisa abrió los ojos con una sonrisita.

—¿Me hiciste el desayuno? —chilló, y se dedicó a ver enternecida como la castaña asentía con orgullo.

  Las hermanas llegaron al comedor y, siendo recibidas por tanto dulce, lucían impresionadas.

"𝑱𝒖𝒑𝒊𝒕𝒆𝒓"; Narcisa BlackDonde viven las historias. Descúbrelo ahora