Mala sangre

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—No te vi en el almuerzo, tonta —llegó Regulus al día siguiente empujándola en broma.

—No tenía hambre, al menos pude terminar cuatro pergaminos de historia para el martes.

—¡No sabes! Discutí con Slughurn. Dijo que me estaba yendo muy mal en la escoba. ¿Qué quiere que haga si mi escoba está rota?

—¡Mi escoba, es cierto! Ven, vamos a preguntar.

  Caminaron hasta el despacho de McGonnagal, tocaron la puerta y la profesora la abrió con un movimiento de varita invitándolos a entrar.

—¡Hola, Minnie! Tanto tiempo... ¿Y mi escoba?

—Creémos que estará para dentro de un mes y medio, Lupin.

—¡Qué! —gritaron indignados.

—¿Qué dijo tu padre? —dijo luego de rodar los ojos, mientras ojeaba tareas de los chicos de segundo año.

—Que parezco gay.

—Le preguntaba a Michelle, Regulus.

—Ah, okey.

—¡Me ignoró totalmente, Minnie! Dijo que en el verano hablábamos... No, espera, dijo algo más. No recuerdo.

—Que vendría para hablar contigo y con Dumbledore —respondió Regulus caminando por toda la sala observando distintos objetos.

—¡Ah, eso! ¿Cuándo puede venir mi creador, Minnie?

—Pásame aquel calendario, Black, por favor —señaló una lámina en el armario detrás del pelinegro—. Miércoles ocho de junio.

—Bien, gracias —dio media vuelta con intenciones de salir.

—Michelle. —La llamó— Anótalo.

—Lo recordaré.

—Michelle.

—Bien. —Tomó la pluma que la mujer le tendía y anotó la fecha en la palma de su mano.

—¡Minnie, no sabes lo que oí el otro día! —Empezó Regulus a contar el chisme semanal.

  El sábado Regulus invitó a Michelle a Hogsmeade. Primero compraron dulces y luego se dirigieron a una nueva zona de juegos infantiles, ignorando las miradas curiosas de los demás.

—Bethie, ¿tú estás bien? —dijo él una vez ambos se encontraban colgados de cabeza.

—¿De qué hablas?

—No lo sé, nunca te pregunto cómo estás.

—Si ya sabes todo, ¿qué más quieres saber? —Regulus la miró con los ojos entrecerrados esperando su risita malévola. Cosa que sí ocurrió— Me gusta Narcisa. Creo.

—¡Lo sab...! —Se soltó por la emoción y acabó de un segundo al otro en el suelo. La lengua no se les cayó por la risa solo porque está pegada.

  Sobándose la cabeza, Regulus llevó a Michelle a brindar en Las Tres Escobas.

—¡Por ti y por mi prima!

  El sábado siguiente Michelle se vio obligada a terminar toda la tarea que le quedaba para la próxima semana. Les dijo a los demás que iba a hablar con Peeves solo porque estaba de mal humor y no quería que la acompañen.

  Se sentó en una silla y sacó pergamino, tinta y pluma. Pero nada salía de su cabeza. Bufó y se levantó para ir a buscar un libro.

—Mira quién llegó, Narcisa, hablando del rey de Roma —anunció la voz que segundos antes se encontraba escupiendo murmuros con violencia. Michelle se dio media vuelta curiosa, con un libro a mitad de bajar del estante. Detrás suyo, en la mesa, se encontraban Astrid y Narcisa con dos libros en la mesa, aunque ni siquiera los habían abierto.

"𝑱𝒖𝒑𝒊𝒕𝒆𝒓"; Narcisa BlackDonde viven las historias. Descúbrelo ahora