Capítulo 7

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Steve se encontraba solo en la sala, viendo la televisión y ciertamente muy aburrido, cuando Pepper y Tony llegaron de la junta, riendo.

Steve deseó que esas cosas de las mujeres resultaran tan fáciles como a veces Tony las hacía parecer con Pepper.

-Hola Steve- saludó Pepper educadamente.

-Capsicle, ¿ya te dejó tu novia?

-¿De qué hablas Stark?

-Sí, ya sabes, la Reina de Hielo, no te habla desde que llegamos, creo que ya no le gustan los abuelos.

-No le digas así Stark, además lo que suceda entre nosotros no es asunto tuyo.

-Sí, pero de aquí quién es el que a) Tiene una hermosa novia alérgica a las fresas o b) Ya no tiene novia, la cual ahorita que lo pienso bien, no negó que tuviese antes.

-Tony, querido, creo que Babas necesita una reparación.

-Pero Pepp...

-Ahora, Tony- le sonrió dulcemente la pelirroja y después se lo llevó al taller.

Steve sonrió levemente ante la escena y volvió a su problema: no era culpa de Maria explotar los helicarriers, después de todo estaba siguiendo sus órdenes, estuvo mal lo que dijo.

Giró la cabeza para ver que en la barra de la cocina había un abrigo negro y un bolso del mismo color, le tomó menos de dos segundos decidirse. Se levantó, tomó los artículos y salió muy rápido de la sala; tal vez aún estuviese en la oficina.


Maria se encontró con un problema, un enorme problema: había trabajado toda la tarde para evitar pensar en la estupidez que Rogers le había dicho y ahora... ya no había más trabajo que hacer. Había terminado finalmente y no podía quedarse más en la oficina.

Todo lo que estaba tratando de evitar le llegó como de golpe:

"-Está listo, Steve, sal de ahí.

-¡Hazlo!

-Pero Steve...

-¡HAZLO, HAZLO AHORA!"

Maldito sea Steven Grant Rogers, no podía dejar de pensar en él, desgraciadamente no era correspondido.

Se levantó de su silla y empezó a buscar su abrigo. Cuando por fin se dio cuenta de que lo había olvidado en la torre su puerta se abrió.

Justo la última persona que quería ver: Steve, con su abrigo y bolsa en la mano.

-Olvidaste esto allá arriba- dijo Steve en voz baja.

-Gracias, Capitán.- dijo Maria, sin ánimos de contestarle nada más. Apenas ahora se daba cuenta de que, además de enojada, estaba medio extrañada ante la actitud de Steve.

-Maria, yo... con respecto a lo que dije hace un rato...

-Olvídalo.

-No. No estuvo bien, lo siento mucho. No debí culparte, tú sólo estabas siguiendo órdenes.

-No quiero hablar de ello Steve, sólo déjalo.

-Pero es necesario que me escuches, por favor, Maria, quiero que sepas que en realidad lo siento, no te traté de una manera justa, para empezar hablando a tus espaldas.

-De acuerdo Steve, ya está perdonado y olvidado, ahora sólo quiero irme.-

Él asintió y se quitó del camino sin darse cuenta de que aún no le había devuelto sus cosas a Maria.

-Este ¿Steve?

-¿Sí?

-¿Me devuelves mis cosas, por favor?

-Oh si, si claro.- se deshizo de la bolsa y se la pasó; iba a entregarle el abrigo pero decidió que era mejor si se lo ponía él, después de todo hacía frío.

Deslizó el abrigo sobre sus hombros mientras ella metía los brazos en las mangas.

-Umm... Gracias, Steve-

-De nada.

Maria salió de la oficina con Steve detrás de ella y subieron al elevador. Vaya momento incómodo.

-Gracias, por cierto.

-¿Por qué?- preguntó Maria

-Por visitarme en el hospital.

-Yo no...

-Sé que lo hacías, sólo no cuando yo estaba despierto. Te entiendo, no querías que te reclamara tus acciones, y créeme que no pensaba hacerlo en esos momentos, pero mírame ahora.

-Sí, vaya que metiste la pata, Rogers.

Llegaron al piso y preguntaron a JARVIS en dónde estaban los demás.

-El señor Stark y la señorita Potts están en el taller, el Dr. Banner está en el laboratorio, el señor Odinson no ha regresado de Nuevo México y los agentes Barton y Romanoff están cada uno en su habitación, sin embargo, yo recomendaría que nadie los moleste, no están de un humor agradable por el momento.

-¿Qué habrá ocurrido?-

-Debería ir a ver a Clint- sugirió Steve.

-Steve, por si fue muy sutil, Clint no te soporta en estos momentos...

-Pero...

-Y tampoco yo, además, lo más correcto es que vayas a ver a Natasha.

-¿Qué? ¿Por qué?

Maria rodó los ojos y lo ignoró para después caminar a la habitación de Clint. Pero Steve estaba decidido a arreglar la situación.

-¿Por qué no vamos los dos con Clint?-

-Ya te lo dije, no te soporta.

-Entonces con Natasha.

-Bueno, yo no soporto a Natasha.

-¿Qué les hicimos?

-Nada, sólo que de un tiempo acá no nos caen, es todo.

-Bien, pues me da igual, o me acompañas a ver a Natasha o voy contigo a ver a Clint, tú decides.

-No estoy en el campo para recibir órdenes, Capitán- Maria giró sobre sus talones y avanzó a paso veloz a la habitación de Clint.

Llamó a la puerta y como Clint no contestó le pidió a JARVIS que abriera. Ahí estaba él, aplastado en el sofá, con la cara enterrada en el cojín.

-¿Clint? ¿Qué te pasó?- preguntó Maria y se acercó a la esquina del sofá.

-Natasha Romanoff, eso fue lo que me pasó.- contestó abatido.

-De seguro todo fue un malentendido

-Sí, claro que si- contestó sarcástico -ella me odia ahora, yo la odio, es muy fácil de entender.

Maria lo interrumpió. –No la odias, Clint.

-¡Pues claro que no! ¿Pero qué importa ahora?

-Has estado viendo telenovelas últimamente... muy malas, por cierto.

-Que graciosa eres Hill.

-¿Adivina qué?

-¿Mmm?

-Steve se disculpó conmigo hace un momento.

-Eso no significa nada, era lo que debía hacer porque lo que te dijo no fue justo.

-Como sea, es un avance ¿o no?

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Sólo amigos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora