Habitación 038 - HAOBIN

009

Nada. No hay rastro ni de sus muletas.

Martilleo los dedos contra el volante pensativo mientras miro de nuevo la verja de su casa, deseando que salga y acabe con la zozobra en la que llevo desde hace tres días.

— Seré idiota, solo a mí se me ocurre no pedirle su teléfono...

Y es que sí, con casi treinta años, la otra tarde, mientras me despedía de Hanbin me sentí tan tímido e inseguro, que decidí que lo mejor era dejar que diera el segundo paso ahora que las cosas estaban algo más claras. Claramente, me equivoqué y no he sabido de él desde entonces.

Y aquí estoy, dentro del coche desde hace una hora frente a su casa, esperando que aparezca mientras pienso una excusa coherente que decirle...y no se asuste cuando me vea parado como un acosador.

Miles de situaciones se me pasan por la cabeza. Solo quería saber como está, si le está yendo bien en la vuelta a la universidad, incluso pienso en ofrecerme para ayudarle a estudiar... ¡A él! ¡Un superdotado! ¡De locos!

Noto a mi móvil vibrar en el asiento del copiloto y lo cojo mirando el mensaje que acaba de llegar. Ricky.

Shen Ricky:
Ge, le he estado dando vueltas a
algo que debo contarte pero creo
que no hay manera buena de hacerlo.

Shen Ricky:
Anoche estuve cenando con Jiwoong y
Xiaoting...Jongwoo vuelve
definitivamente a Corea, Hao.

La sangre abandona mi rostro y siento el peso en mis hombros hundiéndome al asiento mientras marco su número a la carrera. Me contesta al primer toque.

— Hao...

— ¿Qué es eso de que Jongwoo vuelve a Corea? —digo sin saludarlo siquiera.

— Eso parece... —me reitera con un suspiro.

— ¿Cuándo?

— Según me han contado ya debe de estar allí. Supe que no congenió con el equipo de psicólogos donde trabajaba para la investigación, ¿te acuerdas?

— Sí, la investigación de la depresión en adolescentes. —recuerdo que Ricky me lo contó cuando llegó a París después de la ruptura.

— Y ahora, se ha quedado sin dinero para seguir estando aquí. Así que volverá con sus padres, me imagino...

— Normal, si sigue con el mismo ritmo de vida que llevaba aquí...

— Imagino que hasta tu cuenta bancaria agradeció su ruptura... —dice con ironía.— Pero tú no te preocupes por nada, ¿bien? Nada es como antes. Nada.

— Lo sé, lo sé... —comento intentando autoconvencerme.— No quiero lidiar con él. Solo eso. No quiero que el pasado vuelva para estropearlo todo.

— Y no tienes por qué hacerlo. —me recuerda con cariño.— Ni nada se va a estropear. Pero, si te busca, puedes con ello. Tú lo sabes.

— Con razón ayer me encontré varias llamadas perdidas suyas. —digo negando con la cabeza.— Al salir del turno y encender el móvil, lo vi.

— Bueno, sabemos que varias veces lo ha intentado... —me recuerda.— Lo bueno, es que le costará localizarte...

Eso me tranquiliza un poco.

— Sí, tienes razón... —le concedo sintiendo que algo de tensión abandona mi cuerpo, dejando paso al dolor en mis sienes.— Y no puedo dejar que esto me paralice.

— Exacto...

— ¿Te quedas conmigo al teléfono mientras vuelvo a casa?

— Claro... —dice con dulzura.