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Doy un último vistazo en el espejo antes de darme el visto bueno y miro el reloj con una mueca.

Falta aún media hora para ir a recoger a Hanbin a la avenida principal que hay junto a su casa, pero, los nervios y el echarlo de menos por no verlo durante todo el día, hacen que me monte en el coche y vaya al punto de encuentro antes de lo acordado.

Abro las ventanillas dejando que la inusual brisa primaveral me envuelva mientras Dreams de The Cranberries suena desde los altavoces. Sonrío y subo el volumen hasta que los últimos resquicios de mis miedos no tienen más remedio que huir de mi cabeza.

— I know I felt like this before, but now I'm feeling it even more...Because it came from you. —Con un poco de vergüenza, me descubro cantando muy bajito. ¿Desde cuando no lo hacía? Apenas puedo recordarlo, pero, solo ahora me doy cuenta de que antes lo hacía continuamente cuando conducía.— Then I open up and see, the person falling here is me...a different way to be.

« Menos mal que me dedico a la medicina, porque como cantante viviría debajo de un puente. »

Demasiado pronto aparco en la avenida y me acomodo el cabello por el espejo retrovisor. Cuando me doy por satisfecho, miro el reloj con descontento. Aún quedan veinte minutos.

El tiempo parece que no va a pasar rápido por lo que me bajo del coche viendo que los nervios no me van a dejar tranquilo.

Resoplo y cierro el coche dispuesto a dar un paseo a lo largo de la calle para hacer tiempo, pero, a tan solo unos metros, cuando voy a cruzar el paso de peatones más cercano, lo veo aparecer.

Muleta en mano, con su cabello negro peinado suavemente y mecido por la brisa. Lleva lo que parece un pantalón de cuero negro, camiseta blanca y la chaqueta colgando en su mano libre.

Sonrío admirando las vistas. Dentro de su sencillez, Hanbin posee una elegancia natural y un porte envidiable.

Que me lo digan a mí, que lo veía guapo hasta en bata de hospital.

Definitivamente, esta iba a ser una gran noche, y él ni siquiera sabe dónde vamos. Tras mucho pensarlo,y con ayuda de algunos contactos, consigo mesa en el Espacio 33. Creo que es el restaurante con más altura de todo Corea, así podremos disfrutar de las vistas. Algo que he notado que a Hanbin le encanta.

Llega al lado del coche y se asoma por la ventanilla fracasando en el intento de verme mientras vuelvo sobre mis pasos para regresar a su lado. Él no me ve cuando hace un barrido de la calle de arriba a abajo apoyando su brazo sobre el techo del coche.

Con la risa contenida, pulso el mando a distancia y él baja la vista cuando oye el ruido que hacen las puertas al abrirse.

— Hola, chico lindo. —digo llegando a su lado.— ¿Esperas a alguien?

Se gira con rapidez hacia mi voz.

— A ti.

Sus ojos se abren paso entre los míos y yo pierdo la noción del espacio-tiempo por unos instantes.

— Llegas temprano.

— Tenía ganas de verte. –confiesa. Siento mi sonrisa tan amplia que podría romper mi cara.— Tú también llegas pronto.

— Será porque yo también tenía ganas de verte... —digo mirándolo de reojo, divertido.

— Lo mío no es una suposición, sino una confirmación. —dice mientras me da un beso en la mejilla.

Giro su cara con la mía mientras me besa y se lo devuelvo con algo más de intensidad de la que pretendo.

— Lo mío también. —susurro junto a su oído.

Habitación 038  - HAOBINDonde viven las historias. Descúbrelo ahora