Powers: Genesis

Capítulo 4

Eran las cinco de la mañana y Adam se encontraba de pié sobre la acera esperando a que el transporte militar llegara. Pasó sus dedos entre su pelo para darle algo de forma y se frotó los ojos tratando aún de despertar por completo. Un auto de lujo, con carrocería blanca, acabado deportivo y franjas de luz azul que se fundían con el metal blanco se posó justo frente a él. La puerta del pasajero se abrió por sí sola hacia arriba.

Confundido, Adam inclinó la cabeza para asomarse dentro del vehículo y advirtió un pequeño letrero con su nombre escrito en el asiento de cuero color café.

–Esperaré al camión. Gracias –Se obligó a decir temeroso

La ventana polarizada del piloto se bajó. Dentro. Connor se hallaba sentado, sujetando el volante rectangular con la mano derecha. Volteó hacia Adam y frunció el ceño –El camión no vendrá –Afirmó –Sube

Adam vaciló un momento antes de lanzar su maleta dentro del auto y sentarse hasta el lugar detrás del copiloto. La puerta se cerró y el auto avanzó a toda velocidad. Fascinado por el interior del vehículo, miró en todas direcciones, inspeccionando cada rincón con su mirada, los asientos de cuero color café aparentemente hechos a mano, el reposabrazos en las puertas igualmente de cuero y con los lados con un recubrimiento de madera del mismo color, las luces de ambiente en el suelo y techo que brillaban de forma tenue, y, por supuesto, el aroma a auto recién salido de agencia estaba presente.

Las horas pasaron y el sol se elevó por sobre las montañas. Los campos verdes se extendían por todo el paisaje y las altas montañas en el horizonte adornaban el relieve. Connor miró a Adam por medio del retrovisor, soltó un leve suspiro y tiró de una palanca debajo del volante. Una luz en el tablero de velocidad hizo una rápida transición del azul al verde y de nuevo al azul, el volante se ocultó dentro del tablero y el asiento del piloto y copiloto giraron hacia atrás.

Ambos se mantuvieron sumergidos en un silencio incómodo durante unos segundos que parecieron horas, hasta que Connor aclaró la garganta y rompió el silencio –A decir verdad es la primera vez que hago algo así... así que...

–¿Eres Connor cierto? Connor O'Brien –Preguntó Adam sin despegar la vista de la ventana

–Así es –Respondió –¿Como lo...?

–Estás en todos los periódicos –continuó Adam sin dejar que Connor terminara su pregunta –Aunque la verdad no los leo

Una sutil sonrisa apareció en los labios de Connor, adoptó una postura más abierta y relajada cruzando las piernas y apoyando su codo sobre el reposabrazos del asiento y miró a Adam a los ojos. Había algo en él que llamaba su atención, no solo el hecho de que haya tenido un despertar parcial, sino, algo más, de pronto un recuerdo le vino a su mente, alguna vez estuvo en la misma situación, en el mismo lugar, a la misma hora... hace diez años. Lo recordaba bien, una madrugada de Junio, un auto de lujo lo recogió en su casa en lugar del transporte militar, fue la primera vez que interactuó con el General Leonard, él era más joven, sin sus medallas ni su título de general

–Escucha, Adam –Dijo finalmente –Sé que debes estar confundido o molesto por toda esta situación... es difícil... lo sé –Adam lo miró con ironía e irritación, era obvio que no quería estar ahí. Aún así se mantuvo en silencio –Y sé que tal vez en este momento eso no te interese y quieras volver a tu vida normal –Continuó Connor –Pero todo sucede por una razón... y quiero enseñarte esa razón

Connor miró hacia la ventana provocando que Adam le siguiera. A la distancia, una gigantesca torre que parecía interminable se elevaba sobre los techos de los aparentemente diminutos edificios de la ciudad de París. Un anillo metálico flotaba justo a la mitad del edificio, rotando lentamente en el sentido de las manecillas del reloj de dónde entraban y salían cientos de diminutos puntos negros. En la base, una serie de puentes viniendo de los cuatro puntos cardinales atravesaban los para finalmente unirse con la gigantesca estructura.