Capítulo 5

11 2 0
                                    

Los pasados tres meses no fueron fáciles en lo absoluto. Todo el grupo ha estado pasando prueba tras prueba, cada uno más intenso que el anterior. Si bien cada quien tenía una forma de sobrellevarlo, Barin había dejado de tomarle importancia a las pruebas y decidió enfocarse solamente en pasar el día. La pesadez que sentía en todo el cuerpo se había vuelto costumbre pues en todas las pruebas eran llevados más allá de su límite tanto físico como mental. El silencio de las duchas era acompañado por el solitario sonido de la regadera donde se encontraba. El agua caliente caía por su espalda en forma de chorros, bajando por sus piernas hasta caer por el desagüe justo debajo de él. Se hallaba apoyado con ambas manos en la pared frente y la cabeza baja, lo único que cruzaba por su mente era el insoportable cansancio y la excesiva falta de sueño.

Había algo que le inquietaba. Una serie de preguntas que se habían vuelto recurrentes las últimas semanas dentro de su cabeza ¿Qué pasará después de la activación? ¿Acaso piensan dejarlos libres? ¿Podrá volver a su vida normal?. Eran preguntas que, aunque sonaran obvias, se negaba a aceptar que sabía la respuesta a cada una de ellas. Cerró la llave de la ducha y jaló la toalla que colgaba en la corta pared a su costado para secarse rápidamente el cuerpo. Sacudió su cabello semi-rojizo hasta que solo quedó algo húmedo y se enredó la toalla en la cintura para dirigirse a los vestidores topándose con Adam que se hallaba cepillándose los dientes en uno de los lavabos.

–¿Qué hora es? –preguntó Barin sin voltear

Adam escupió la pasta y se enjuagó la boca con un gargajo lleno de agua que escupió en el lavabo –Las siete y media –Respondió mientras pasaba un paño para secarse los labios–¿A ti no te duele el cuerpo?

–Un poco –Respondió terminando de ponerse la camisa de pijama color café claro –¿Me prestas cera para el pelo?

Adam lo miró fruncido –¿Para qué si ya te vas a dormir?

–Solo es para darle forma... –Aclaró Barin –Y para verme más guapo –Un espontáneo sonido metálico a sus espaldas hizo que se girara rápidamente, encontrándose con que Adam ya había arrancado la manija del grifo sin querer

Adam gruñó –¡No otra vez! –Azotó las manos contra la barra de mármol arrancando un pedazo del tamaño de su mano –Me lleva la... –Su voz se apagó a la vez que trataba de mantener la calma. Era la cuarta vez en la semana que rompía algo. Horas atrás habían sido dos de sus playeras. Y el día anterior una de las duchas cuando intentó cerrar el paso del agua. Se sentía torpe. Tomó su cepillo con cuidado y salió del vestidor. Barin le siguió poco después.

El dormitorio se sentía cada vez más familiar con el paso del tiempo, después de todo, era el único lugar donde tenían la libertad de hacer lo que quisieran mientras no abandonen el lugar. El ambiente era tranquilo, debido a la fatiga constante, cada quien estaba por su lado, inundando la habitación en un silencio acogedor que venía acompañado del sonido del aire acondicionado, dándole un toque relajante. Adam se recostó sobre su catre mirando hacia el techo, faltaban pocos minutos para que las luces se apagaran, por lo que era mejor que comenzará a relajarse para poder dormir. Dirigió la mirada a su izquierda, notando que Amber ya se hallaba dormida. Su rostro sereno reposado sobre la arrugada almohada color blanca le provocó una sutil sonrisa que ni él pudo sentir. Se giró sobre su espalda mirando el cielorraso y cerró los ojos quedándose dormido.

De pronto despertó. Pero ya no había catres, ni metal. Ahora había un sillón tan cómodo como una cama, la luz de la luna se colaba a través de un ventanal a sus espaldas, al mirar por encima del sillón supo de inmediato donde se encontraba. Millan. Hace diez años. Se puso de pié con un sobresalto y tropezó con el tapete, cayendo al suelo con un golpe seco. Era imposible, no el hecho de ser un sueño, había tenido varios similares después de llegar a Luxemburgo. Esto se sentía... ¿Real?

Powers: GenesisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora