Capítulo 6

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El sonido del elevador llegaba hasta los oídos de Connor, su vista se mantenía perdida mientras pensaba en aquél porcentaje en la pantalla. La creciente ciudad de París se achicaba a sus espaldas a medida que se acercaba al penúltimo piso de La Torre, el cielo azul y las nubes blancas le daban un aspecto paradisiaco a la vista panorámica que ofrecía el ventanal curvo del ascensor. Miró la moneda dorada que giraba con gracia entre sus dedos. Apretó los dientes y se detuvo, acomodando la moneda en el centro de su palma. Decidido, soltó un suspiro y se concentró en el objeto, las luces parpadearon mientras pequeños rayos azules emergieron desde sus dedos impactando contra el metal dorado. La moneda comenzó a elevarse lentamente de su mano con un sonido de vibración eléctrica que inundó el elevador.

El pequeño objeto llegó hasta la altura de sus ojos cuando de pronto sintió un pinchazo en la cicatriz ubicada debajo de su ojo derecho. Soltó un ligero gemido y la moneda cayó de regreso en su mano. El timbre sonó y el elevador se detuvo abriendo sus puertas hacia un recibidor amplio y elegante, con un alfombrado café, paredes blancas, pinturas al óleo y un par de sillones de cuero negro a la izquierda, pegados a un enorme ventanal con vista directa a la Torre Eiffel, y a la derecha un escritorio de madera de roble curvo donde una joven se hallaba tecleando algo en el monitor. Las puertas se cerraron a sus espaldas y se acercó hasta el escritorio.

–Llegaste temprano –Dijo Sandra, sentada de piernas cruzadas sobre uno de los lujosos sillones

Connor la miró con cierta indiferencia –Solicité una audiencia con el comité militar, tenía que llegar temprano –Se giró hacia ella y se apoyó sobre el escritorio

–Lo sé –Sandra sonrió –Pero no vendrán. Están muy ocupados con la amenaza exterior –Rió con ironía –Aunque es una excusa muy estúpida a mi parecer.

Connor suspiró apartó la mirada –Nunca terminé de agradarles

–Nop –Sandra se puso de pie –No les agradas en lo absoluto, y es entendible –Elevó sus brazos al aire –Tiendes a desafiar su autoridad y a gente como ellos no les agrada cuando alguien no les lame las bolas. –Se acercó hasta Connor posicionándose a su costado e inclinó la cabeza con una sonrisa dulce buscando su mirada a lo que él la miró a los ojos

–¿Cómo están los niños? –Preguntó con un tono dulce

Connor se frotó los ojos –Bien, están bien. De hecho –suspiró –De eso se trata la audiencia

El tecleo se detuvo y la chica se puso de pie detrás del escritorio –El General Leonard los recibirá ahora

Connor maldijo en voz baja a medida que la puerta de la sala de juntas se abría. Leonard se hallaba parado al fondo de la habitación, dándole la espalda a la entrada, con los hombros bien cuadrados y las manos ubicadas en su espalda mientras admiraba la vista al otro lado del cristal. Otros dos hombres vestidos de traje, adornados con algunas medallas, se hallaban sentados en la mesa rectangular de madera cerca de la cabecera

–Casi doscientos años de paz están por llegar a su fin de una forma u otra –Dijo Leonard en un tono reflexivo, como si se tratase de un personaje de un cómic. Se giró sobre sus piés y miró directamente a Connor –Es por eso que se creó el proyecto en primer lugar –Hizo una pausa y señaló a los dos hombres en la sala –Ellos son Steve Anderson y Robert De Castilla. Ambos representan al Comité Supremo de Guerra

–El comité accedió a escuchar lo que usted tenga que decir, Mayor O'Brien –Dijo Steve sin ponerse de pie

–¿Y es por eso que no pudieron venir en persona? –El tono de Connor era desafiante. Por lo que Leonard le dirigió una mirada fría en señal de advertencia que decidió ignorar tomando asiento en la parte más alejada de la mesa.

Powers: GenesisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora