8. Tomarlo con calma

3.9K 387 26
                                    

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.


Me aovillé bajo la manta y apoyé la barbilla en mis rodillas flexionadas.

En algún punto Jasper y yo nos habíamos trasladado la habitación que habían preparado para mí. Si, me negaba a llamarla mía aún cuando en ese instante mis pocas pertenencias la ocupaban y estaba sentada sobre esa cómoda cama. Aceptarla como mía sería aceptar todo lo que venía con ello y no estaba segura aún de querer hacer eso. Tener a Jasper sentado a mi lado tampoco ayudaba. Su presencia lo complicaba todo aún más, especialmente cuando me sentía tan a gusto a su lado. Sabía que no debía sentirme así, también que su don tenía mucho que ver en ello, pero pese a ello me sentía... bien y yo llevaba años sin sentirme así.

—Sabes que no tienes porqué hacer esto, ¿verdad? —dije en un intento de sentirme yo misma de nuevo, de levantar de nuevo los muros que poco a poco parecían ir tambaleándose.

Quise decirle que era yo quien me había imprimado de él, no al revés, que parecía lo contrario y resultaba incluso patético. Quise burlarme de él por actuar de este modo conmigo, por estar ahí a mi lado en lugar de haciendo cosas de chupasangres, porque pareciera un cachorro falto de cariño cuando debería estar tratando de asesinarme, pero no pude decir nada de eso. Incluso yo sabía que era demasiado cruel, demasiado inhumano, pero odiaba sentirme así. Detestaba ansiar su toque, desear que volviera a rodearme con sus brazos. Me odiaba por desear hundir mi nariz en su cuello y así embriagarme de su intoxicante aroma. No quería sentir todo lo que estaba sintiendo y cada vez era más difícil seguir luchando contra ello.

—Soy consciente. que no tengo que hacer nada —respondió girando levemente el cuerpo en mi dirección—, pero quiero.

En contra de mi voluntad alcé los ojos para encontrarme con los suyos, pero mi cabello se interponía entre ambos. Mis dedos picaron por apartarlo, por hacerlo a un lado y así poder contemplar su hermoso rostro, pero no podía hacerlo. No podía porque algo me decía dentro de mi que, tras oír su confesión, si lo miraba perdería para siempre, caería y caería en picado y de nada servirían ya los muros, las almenas y los torreones que había construido alrededor de mi corazón. Caería irremediablemente y jamás volvería a ser quien era en ese instante. Caería y... El cabello desapareció.

¿Fue él?

¿Fui yo?

Mierda.

Orbes negros como la noche se clavaron en lo más profundo de mi pecho, rasgando, rompiendo y pulverizando todo a su paso. Ladrillo tras ladrillo fueron partiéndose contra el suelo, cubriéndolo de polvo rojo que el viento se encargó de esparcir lejos de mi alcance. Uno tras otro hasta que nada quedó, nada más que yo completamente desnuda y frágil frente a él. Cuando creí que trataría de cubrirme, de esconderme o tal vez salir huyendo, me descubrí a mi misma acortando la escasa distancia que nos separaba para fundirme con él, sorprendiéndome cuando, muy poco a poco, el polvo rojo regresó, se fusionó hasta formar ladrillos y fue construyendo de nuevo los muros. Estos eran más altos, más firmes, inquebrantables... y estaban construidos a nuestro alrededor.

TRUE ALFA // Jasper HaleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora