6. Una casa llena de sanguijuelas

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Era demasiado. Demasiado bonita, demasiado elegante, demasiado grande... Demasiado, pero me encantaba y me detestaba por ello.

La habitación, que resultó ser la que ví de pasada el día anterior, era de lejos más de lo que yo había podido aspirar a tener nunca, incluso antes de que me mordieran, más aún de cambiar. Había crecido en una familia humilde y hasta los diecisiete años había vivido en una pequeña casa de dos habitaciones que tuve que compartir con mis dos hermanas y mi hermano menor. Lo más cerca que había estado nunca de algo como eso era mi cueva, que había sido más o menos del mismo tamaño, pero aún así compararlo era un insulto. Nunca había tenido baño propio, menos aún un vestidor.

—La habitación ha sido la de Edward todo este tiempo —me explicó Jasper—, pero ahora que se ha casado con Bella y que van a vivir en una casa a unos metros de esta no la necesitará.

La enorme estantería que ocupaba la pared derecha de la habitación seguía ahí, pero ahora había una cama doble con dosel incrustada en el centro de esta. El efecto era precioso, más aún con la delicada colcha de color marfil que cubría el colchón y la media docena de mullidos cojines. No pude evitar pasar mis yemas por la suave textura, sorprendiéndome al descubrir que era tan suave como el terciopelo. Justo frente a los pies de la cama había un enorme ventanal que ocupaba toda la pared, haciendo que pareciera que la habitación estaba en mitad del bosque. El efecto era maravilloso. En la esquina derecha, junto a una puesta de vidrio que daba a un pequeño balcón, había una pequeña otomana blanca en la que me pasaría horas y horas leyendo y, al otro lado, la puerta que daba tanto al cuarto de baño como al vestidor.

—¿Y le parece bien? —pregunté sin poder disimular mi escepticismo.

No entendía cómo alguien podía renunciar a una maravilla como aquella. Bueno, tal vez si cagabas dinero si.

—Él mismo se ofreció.

Me volví para observar a Jasper. Tenía el hombro izquierdo apoyado en el ventanal, con las piernas cruzadas a la altura de los tobillos y, como parecía ser habitual en él, las manos dentro de los bolsillos.

—¿Y el resto? —me interesé—. Sólo hay tres habitaciones en esta planta y sois ocho, ¿no?

—Rosalie y Emmett, al igual que Alice y Cris y ahora Edward y Bella tienen sus propias casas. No están lejos de esta, pero lo suficiente para tener cierta... privacidad —indicó con una sonrisa torcida que me dijo todo cuanto necesitaba saber—. Esme, Carlisle y yo vivimos aquí, aunque al ser esta la casa de la familia suelen estar todos por aquí. Mi habitación es la de enfrente. El despacho de Carlisle, que ya lo conoces, está al fondo y su habitación y la de Esme están en la planta inferior.

Me senté en el borde del colchón y a un segundo estuve de dejarme caer de espaldas o ponerme a saltar en él de lo cómodo que era, pero conseguí controlarme.

TRUE ALFA // Jasper HaleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora