11. ¿Qué me dejas hacer?

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Sus nudillos golpearon levemente la puerta de la habitación ajena, con nerviosismo se dispuso a esperar alguna respuesta de parte del menor, sin embargo, luego de varios segundos esta no llego, por lo que con algo de cautela se dispuso a abrir la puerta un poco para asomar levemente su cuerpo, notando que el menor no se encontraba allí, el sonido del agua de la ducha pronto llego a sus oídos por lo que entro a la habitación y fue hasta el escritorio del pelirosa para tomar asiento en la silla y esperar a que este saliera del baño, los señores Kim lo habían enviado para que informarle que la barbacoa estaba lista, por lo que a pesar de saber que Sunoo intentaba mantenerlo alejado, decidió obedecer e ir en busca del chico de mejillas rechinchas.

Su mirada se posó sobre el escritorio para observar con curiosidad los diferentes bocetos que el menor tenía sobre este, algunos estaban arrugados como si los hubiese descartado, pero luego se hubiese arrepentido, mientras que en cesto de basura se encontraba con algunas bolas de papel en él, su estuche de lapices de diferentes tamaños se encontraba abierto y algunos estaban regados por encima de los bocetos que tenía, su escritorio en si era un desastre casi por completo y realmente no le sorprendía, Sunoo siempre había sido un manojo de nervios y estrés acumulado en cada uno de los proyectos relacionados a la área de artes, quería acabar la secundaria con excelentes calificaciones y así poder entrar a una buena universidad, ser un artista reconocido por sus pinturas y esculturas era uno de sus mayores sueños.

Sunghoon estaba seguro de que el pelirosa era capaz de lograrlo, tenía el potencial y las ganas para hacerlo; sin embargo, su sonrisa desapareció levemente al ver en el cuaderno de dibujos dos bocetos distintos de dos cuerpos masculinos, su mirada recorrió con cautela cada detalle enmarcado en cada uno de ellos, pero sus mejillas no tardaron en sentirse acaloradas cuando inevitablemente su mente relacionó la silueta del segundo boceto con la del menor, durante los años de amistad que llevaban era capaz de reconocer el cuerpo del pelorosa, incluso cuando este era demasiado pudoroso como para dejar de ver algo de piel.

Siempre había considerado el cuerpo de Sunoo como algo bonito, todo en él era delicado y único, su cintura, su cadera, su rostro, sus piernas, todo su cuerpo tenía proporciones que lo habían muy distinto al de otros chicos que había conocido a lo largo de su diecisiete años de edad.

—¿Qué haces aquí?

La voz del menor logró tomarlo por sorpresa, obligándolo a darse la media vuelta en medio de su sobresalto, el pelirosa se encontraba junto a la puerta del baño, mirándolo con seriedad a pesar de que su mirada lucía algo ansiosa, sin embargo, Sunghoon algo nervioso desvío su mirada hacia los bocetos y se alejo del escritorio segundos después cuando vio al menor dirigirse allí para cerrar su cuaderno y acomodar los papeles a un costado.

—¿Cuanto tiempo llevas aquí de chismoso? —Cuestionó esta vez Sunoo frunciendo levemente su ceño mientras volteaba a verlo por unos cortos segundos.

—No mucho. —Murmuró él antes de hacer una mueca con sus labios, desviando su mirada fugazmente con algo de vergüenza—. Dibujaste tu cuerpo... ¿Planeas hacer tu trabajo guiándote por ti mismo?

—N-no... —Dijo con nerviosismo el menor mientras miraba de reojo al azabache, quien asintió débilmente al escuchar su tono nervioso.

—Creo que te iría bien si lo hicieras, tu cuerpo esta fuera del estereotipo masculino, eso lo hace único y la señorita Nayeon siempre te ha elogiado por hacer trabajos arriesgados...

—¿Por qué sigues aquí? —Intervino el pelorosa de repente, provocando que el mayor guardara silenció por varios segundos, mirandolo con algo de cautela.

—Bueno yo... tus padres quieren que bajes, la cena esta lista, así que me enviaron —Informó finalmente Sunghoon mientras metía sus manos nerviosas dentro de los bolsillos de su chaqueta.

He said •Sungsun•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora