Freud continuación

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¿Entonces el subconsciente es todo aquello que está adentro de nosotros pero hemos olvidado , o que no recordamos?
-No tenemos siempre en la parte conciente todos nuestras experiencias y vivencias. A esas cosas que hemos pensado o vivido, y que recordamos si nos ponemos a pensar, Freud las llamó lo preconciente. La expresión lo subconsciente la utilizó para cosas que hemos reprimido, es decir, cosas que hemos intentado olvidar por que nos eran desagradables, indecorosas o repulsivas. Si tenemos deseos o fantasías que resultan intolerables a la conciencia, o para el super-yo, los empujalos hasta el sótano, para que se quiten de la vista.
Este mecanismo funciona en todas las personas sanas. Pero algunos les puede costar tanto esfuerzo mantener alejados de la conciencia los pensamientos desagradables o prohibidos que les causa enfermedades nerviosas. Porque lo que se procura reprimir de esra forma, intenta volver a emerger a la conciencia por propia iniciativa. Algunas personas necesitan por lo tanto emplear cada vez más energía para mantener esos impulsos alejados de la crítica de la conciencia. Cuando Freud estuvo en América en 1909, dando conferencias sobre psicoanálisis, puso un ejemplo de como funciona este mecanismo de represión.

Dijo: supongamos que en esta sala ... se encontrara un individuo que se comportara de modo que estorbara y desviera mi atención en esta conferencia, riéndose groseramente, hablado y haciendo ruido con los pies. Digo que no puedo seguir en tales condiciones, y unos hombres fuertes se levantan echan al intruso tras un breve forcejeo. Él ha sido "reprimido" y yo puedo seguir con mi conferencia. Para que esta interrupción no se repita, en caso de que el hombre vuelva entrar a la sala, los señores que ejecutaron ni voluntad llevan sus sillas hasta la puerta y se colocan allí como "resistencia" después de la represión cumplida. Si han captado ustedes el interior y el exterior de la sala como lo "consciente" y lo "subconsciente", tendrán un buen ejemplo del proceso de la represión.
Pero ese intruso quiere volver a entrar. Y ése es el caso de los pensamientos e impulsos reprimidos.
Vivimos con una constante presión de pensamiento reprimidos que luchan por emerger del subconsciente. A menudo decimos o hacemos cosas sin que haya sido ésa nuestra intención. De ese modo, las reacciones subconscientes pueden dirigir nuestros sentimientos y actos.

Ejemplo:
Freud opera con varios mecanismos de este tipo. Un ejemplo es lo que él llamaba reacciones erróneas. Quiere decir que decimos o hacemos cosas que algún día intentamos reprimir. El propio Freud menciona el ejemplo de un capataz que iba a brindar por su jefe; este jefe no era muy apreciado. Era lo que vulgarmente se diría una mierda. El capataz se puso de pie, levantó la copa solemnemente dijo: ¡propongo una mierda para el jefe!.
El capataz se quedó atónito. En realidad sólo había dicho lo que sentía. Pero no había sido su intención decirlo.

Otro ejemplo...
En la familia de un pastor protestante que tenía muchas hijas y eran todas muy buenas, se esperaba la visita de un obispo. Daba la casualidad de que ese obispo tenía la nariz increíblemente larga. Por eso las hijas recibieron la orden de no hacer ningún comentario sobre la nariz. Ya sabes muy a menudo a los niňos se les escapan comentarios espontáneos precisamente porque el mecanismo de represión no es fuerte.
El obispo llegó a casa del pastor, cuyas encantadoras hijas se esforzaron al máximo para no hacer ningún comentario sobre la nariz. Y más que eso: intentaron por todos los medios no mirar la nariz, tendrían que ignorarla. Se concentraron en ello. Luego una de las niňas sirvió los terroncitos de azúcar para el café. Se colocó delante delante de solemne obispo y dijo: ¿le apetece una poca de azúcar en la nariz?
Algunas veces también racionalizamos; lo que quiere decir que damos a los demás y a nosotros mismos razones de lo que hacemos que no son verdaderas. Y eso es precisamente porque la verdadera razón es demasiado embarazosa.
Ejemplo:
-Te puedo hipnotizar para que abras una ventana. En el transcurso de la hipnosis te digo que cuando yo empiece a dar en la mesa con la yemas de los dedos, tú tendrás que levantarte e ir a abrir la ventana. Luego yo pregunto por qué abrirte la ventana. Quizás contestes que lo hiciste porque te parecía que hacia calor. Pero esa no es la verdadera razón. No quieres admitir a ti mismo que has hecho algo bajo mi orden hipnótica. En ese caso racionalizamos.
Así nos comunicamos doblemente casi todos los días.

En busca del sentido de la vidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora