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Otra maldita pesadilla con Jane lo había mantenido despierto desde la madrugada y aunque sus ojeras habían desaparecido el cansancio de su cuerpo era muy real.

Había dejado de usar sus lentes oscuros días atrás y si volvía a usarlos toda su familia se daría cuenta de la lucha interna que estaba librando. Tenía que seguir fingiendo que estaba mejorando en todos los aspectos posibles.

¿Qué podía hacer?

No estaba listo para ir a ese bar y hacer su propia búsqueda. Era una zona roja para él. Ya había mandado un mensaje privado a la página oficial del sitio pero nadie le había respondido.

Si quería avanzar en el asunto el primer paso tenía que ser presentarse directamente allí.

Las sesiones en el centro le habían ayudado a apaciguar esa sensación de vacío y ansiedad que tenía pero no era suficiente.

Su única buena distracción hasta el momento era matarse en el gimnasio para recuperar su condición física y sus músculos. Con esa motivación se fue a entrenar con rapidez. Dentro de un rato Maxi se despertaria también y se molestaría si no estaba listo a tiempo para ir a la empresa a la hora acordada.

El resto del día transcurrió sin muchos problemas ni líos. El ambiente laboral apenas había variado puesto que escuchaba uno que otro comentario dirigido a él pero no eran tan ofensivos como los anteriores y podía tolerarlos bastante bien con un poco de esfuerzo.

Y si pensó que la jornada iba a acabar con paz se equivocó garrafalmente. Antes de la salida el socio mayoritario tuvo la excelente idea de enviarles una propuesta comercial que trastocaba todos los avances que ya habían hecho. En consecuencia, las diferentes áreas tuvieron que ponerse a trabajar con celeridad para dar una respuesta oportuna.

Tuvieron que llevar los documentos a casa para tenerlos listos a primera hora. Mientras Lizzie revisaba los parágrafos y la letra chica de las normas para evitar problemas legales, Maxi se aseguraba de que los puntos solicitados fueran tratados a profundidad y ninguna de las partes saliera perdiendo en el acuerdo. Aless se dedicó a comprobar cifras, métricas y gráficas.

La vida no le estaba dando ni un respiro. En cuánto lo más difícil estuvo hecho, su querido hermano se excusó diciendo que había quedado con su novia y debía irse. A Aless le hubiera encantado esposarlo al escritorio y no permitir que se fuera hasta que todo estuviera listo pero tampoco le gustaba la idea de arruinarle la noche de viernes.

Si el tuviera una linda prometida esperándolo posiblemente desnuda y con muchas ganas de divertirse también se hubiera fugado.

Cuando por fin terminaron de hacer ese estúpido contrato y las correcciones necesarias el reloj marcaba la una de la mañana. Le parecía muy ridículo que hubieran tenido que correr con el papeleo solo para que Jensen pudiera leer con comodidad el arreglo durante todo el fin de semana.

Lizzie lo envió por correo a la secretaria de Jensen e hizo lo mismo con el resto de implicados, dando por finalizado su martirio. Detalló su rostro y la notó muy cansada. No entendía por qué se esforzaba tanto por eso. Maxi debería estar allí haciendo ese papeleo y no ella.

¿No le daba siquiera un poco de rabia o envidia que Melody disfrutará en ese momento de la compañía de Maxi y ella estuviera desvelándose solo por un contrato que fácilmente pudieron haber terminado la mañana siguiente?

Bueno, él no era nadie para juzgar y ciertamente no lo haría con ella. Lo único que podía hacer era apiadarse y no dejarla sola con todo el trabajo encima.

Cuidado Con AlessDonde viven las historias. Descúbrelo ahora