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Toda la semana fue horrible. Aless hubiera dado cualquier cosa por haber estado en otro lugar que no fuera la empresa. Había tenido que soportar el pésimo humor de Elizabeth Becket puesto que su oficina aún no estaba lista y seguía compartiendo el despacho de Maxi, espacio al que la rubia accedía con recurrencia.

Aless disfrutaba de pasar tiempo con Maxi, pero ambos necesitaban un respiro del otro. No podían estar juntos en casa y también allí. Además, él volvería a hacerse cargo del área de contabilidad. Requería de su propio espacio. Para su suerte, en unos días ya contaría con su oficina de vuelta.

—Voy a salir a comer con Mel. ¿Qué harás tú? —preguntó su hermano desde el marco de la puerta. Era sábado y los fines de semana solían pasarlo con sus padres y la abuela, pero Maxi estaba allanando el terreno para su propuesta de matrimonio y todas las tardes recientes las había pasado con su novia.

—Iré a ver a Jason un rato y después a cenar con mamá y papá.

—Puedo acercarte al centro.

—Gracias —aceptó con gusto. Se sentía raro. No podía decir que estuviera triste, tampoco feliz. Estaba pasando el rato. Viviendo con simpleza esos días. Y no era lo que había pensado al salir de su proceso.

Si bien no había vuelto a tener otro ataque de ansiedad no se sentía seguro de sí mismo. No descartaba la posibilidad de recibir un trago si se lo ofrecieran en cualquier momento. Y eso era lo peor de todo. Estaba considerando la situación. Aquello no debía pasar. Siempre se repetía mentalmente que debía ser más fuerte que sus miedos e impulsos. Una cosa era decirlo y otra muy diferente hacerlo.

Maxi lo dejó a dos calles del centro para poder tomar la autopista principal. A Aless le gustó tener la oportunidad de caminar y estirar las piernas. Así que le prometió a su hermano que lo llamaría cuando entrara al lugar o si necesitaba alguna cosa. Dio un ligero paseo antes de ir a su destino. No solo iba a ver a Jason. Lo había meditado en el transcurso de la semana y al final se convenció de que la única persona que realmente podía ayudarle era la doctora Ray.

Cuando cruzó la entrada principal su amigo ya lo esperaba sentado al lado de la puerta. Se le notaba ansioso al chico por lo que no dejaba de mover la pierna y mirar el reloj de la recepción.

—Por fin llegas. Pensé que no vendrías. —Jason se acercó a saludarlo con un abrazo, al separarse miró por encima de su hombro, hacía la salida y luego frunció el ceño confundido —¿Dónde está tu hermano? Dijiste que estabas con él.

—Tiene una cita con su novia.

—No puede ser —Jason soltó un extraño sonido de frustración y se pasó las manos por la cara y el cabello varias veces. Volvió a sentarse pero esta vez tenía una pose de derrota total.

—¿Qué pasa con Maxi? —preguntó Aless.

—Él es la única persona que puede sacarme de aquí. Mis padres ya firmaron el acuerdo para dejarme encerrado por lo que resta del año.

—¿Y pretendías que mi hermano y yo te ayudáramos a escapar?

—Si. No. Bueno algo así. Solo quería salir unos días. No sabes lo horrible que es estar aquí.

—Claro que lo sé. Estuve internado mucho tiempo, Jason. Además, Maxi te hubiera delatado con la doctora Ray. —Aless tomó asiento en la silla de al lado y ambos guardaron silencio. Mientras estaban juntos en el centro se habían hecho sus confidencias. Sabían bastante el uno del otro. Jason era apenas un chico, tenía muchos problemas para una edad tan corta, pero era bueno y podía comprender perfectamente los sentimientos del joven, él había experimentado lo mismo.

Cuidado Con AlessDonde viven las historias. Descúbrelo ahora