Presente: Enero, 2022
Había olvidado lo que es tener sexo con alguien que lo ansía, como si no pudiera calmar su deseo por mi cuerpo y mi compañía. Aunque, por supuesto, esto nunca me había pasado.
—Sólo es un pequeño dolor, en un par de días estarás bien —me asegura la doctora, no estoy muy segura de cómo sufrí una torcedura en la muñeca, tal vez fue cuando Kevin se me lanzó encima sobre la cama, o cuando decidió empotrarme contra la pared, o cuando nos caímos y aún así no se detuvo.
¿Lo peor? No me acompañó, dijo que tenía trabajo atrasado y que debía salir. Así que tengo una muñeca vendada con una cinta que me corta la circulación, algunos moretones producto de tanto desenfreno y las lágrimas atascadas en la garganta.
Llamé a Stella, pero oí que mi sobrino lloraba en algún lugar cerca de ella y le pedí no venir aquí, sólo le di el aviso para que no se sorprenda cuando me vea.
—Si sientes dolor puedes tomar analgésicos, intenta no utilizar la mano, vuelve en una semana y veremos cómo progresa esa muñeca —me despide la joven doctora que me atendió. Alzo las comisuras de mis labios.
—Gracias, doctora.
Fuera del hospital está helando, me intento poner el abrigo con mi mano buena, pero termino luchando con la pesada tela al no poder ponérmela correctamente sin sentir dolor.
—¡Ey, lisiada!
Me quedo congelada, cierro los ojos y tenso la mandíbula. Volteo a ver el vehículo parado frente a la salida del hospital, dentro de él está Isaac, en la radio suena una canción en español que definitivamente no conozco, sus ojos marrones son inconfundibles, no porque sean de un color exótico, en realidad, son bastante comunes, pero esa malicia con la que me mira bien podría provocar guerras.
—¿Qué haces aquí? —cuestiono de forma arisca, la sonrisa que surca sus labios guarda una broma secreta, una travesura o un mal pensamiento.
—Estaba con Izan, Stella nos dijo lo que te ocurrió y me enviaron a verte —explica, sus ojos registran el parabrisas antes de volver a enfocarme—. ¿Vas a subir?
—Sólo deja de mirarme así —murmuro de mala gana y me meto en el auto. Vuelve a sonreír, odio que actúe como si fuera a echar un rapidito con alguna prostituta.
—No te estoy mirando de ninguna forma.
—Me miras como si me imaginaras desnuda —le recrimino, mueve los cambios del coche y me mira con esa sonrisa ladeada suya.
—Ahora definitivamente te estoy imaginando desnuda —gruñe con la voz un poco más ronca de lo normal. Sacudo la cabeza y miro al frente.
—Llévame a mi departamento —le pido sin mucha amabilidad. No responde, solo acelera y nos saca del parqueadero del hospital.
En mi defensa, me monté en su coche porque está lloviendo, hace frío y no pude ponerme el abrigo.
—Así que... una lesión —dice al fin, respondo un ligero sonido desde el fondo de mi garganta—. ¿Te golpeó?
—¿Qué?
—¿Ese tipo te está golpeando? —sisea, aprovecha de mirarme al estar detenido en un semáforo.
—¿Hablas de Kevin? —exclamo.
—Como se llame, ¿te está...?
—¡No! —lo detengo—. No me golpeó, estábamos teniendo sexo, sólo eso —confieso ante el terror que me invade al pensar en sus acusaciones.
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Querido orgullo
Roman d'amourA semanas de su boda Demetria no está segura de estar haciendo lo correcto, sin embargo, está decidida a decir "sí" cuando la ceremonia se lleve a cabo. Lo que definitivamente no forma parte de sus planes es que el cuñado de su hermana aparezca de...