Capítulo 7: ¿Qué nos pasó?

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N A R R A  P E R Ú

A juzgar por el silencio de la mañana que ronda por las cálidas paredes de la mansión, sin mencionar el ruido grotesco que hace mi alarma despertadora, creo que soy el primero en levantarme.

Me desperté temprano, sí, y no me arrepiento.

Salgo de la cama arrastrando los pies, sintiéndome pesado, con el rostro lánguido y oliendo feo, moviendo mis pasos al baño que está en mi cuarto mientras que en el trayecto me despojo de toda la ropa sudorosa que llevaba puesta ayer, ya que anoche estaba tan cansado que solo me dejé caer a la cama y alcancé a poner la alarma antes de cerrar los ojos para comenzar temprano con mi panorama. Me meto en la regadera y suelto un chillido de frustración cuando el chorro de agua fría pega contra mi cuerpo, haciendo que experimente un desagradable dolor de vértebras pero que también la resaca se me vaya más rápido.

Que asco de mañana.

Me pongo mi pijama de alpacas y mi gorro de lana, saliendo de la habitación aún con cara de culo y dispuesto a ver en qué condiciones a quedado por completo mi hogar, yendo precisamente al salón principal donde se desarrolló todo, y efectivamente, apenas puse los ojos en el mantel que estaba en el piso la expresión de horror ya se petrificó en mi rostro.

Vasos y copas quebradas, rastro de cervezas junto con otros licores esparcidos por el suelo, mis sillones de terciopelo manchados, latas vacías por todo el lugar, vómito en pleno centro y hasta una mancha de sangre decora mi pared, sin mencionar el olor que emanaba el ambiente hacia todo más caótico para mi mente. Las luces de colores que le había comprado a China estaban totalmente hechas pedazos y hasta una parte de mi cortina estaba rasgaza hasta la mitad. Esto es... una mierda.

Observo los salpicones de sangre seca que se encontraban mi pared, sintiendo inevitablemente ese malestar que hace que decaiga de ánimos. La noche cumplió todas mis espectativas, eso incluyendo el final desastroso con la que le dio fin al tono, mi presentimiento no falla, sabía que algo malo iba a pasar y acerté. A pesar de no haber visto el golpe hacia Colombia ni tampoco el beso, mi imaginación ya había volado por completo ante los bufidos austeros que musitó Venezuela.

¿En qué momento se acercaron tanto?

¿Cómo nunca lo preví antes?

Bolivia y Colombia.

No lo niego, sí me dolió, me hirió lo sucedido. En este último tiempo, yo y Bolivia nos habíamos acercado más, habíamos compratido tardes y sentimientos que poco a poco habían escalado de nivel. No se podía negar que algo estaba pasando entre nosotros, tan especial, tan recíproco... Hasta que el trabajo me mató. Dejamos de frecuentarnos, mis tardes que antes estaban destinadas solo para él comenzaron a ser opacadas por las nuevas empresas e ideas textiles que tuve que implementar en mi economía para actualizar mi mercado, pero a pesar de eso, a pesar de mi tiempo robado, él seguía estando mi cabeza, seguíamos en contacto, esperaba sus llamadas nocturnas siempre a la misma hora, a pesar de lo cansado que estaba, según yo seguíamos en algo.

Según yo...

Doy media vuelta cuando un sonido irregular suena a mis espaldas, en donde veo a Uruguay bajando las escaleras, deteniéndose cuando nota mi presencia.

—Perú —murmura este, alzando una mano y desvió la mirada al notar que solo andaba en ropa interior—. Mi cabeza me duele, ¿Tenés algo? 

—Eh —me quedó algo confundido, pero rápidamente sacudo la cabeza y me acerco a él—. Creo que tengo aspirina, ¿te sirve? —ofrezco, a lo que él asiente.

—¿Y has visto a Paraguay? —pregunta extrañado.

Arqueo una ceja—: ¿No estaba contigo? —pregunto, pero Uru niega con la cabeza algo sonrojado. Me encojo de hombros—. Tal vez se haya ido —respondo con simpleza—, voy a ir a despertar a los otros, ve a la cocina, ahí debo tener la caja con los remedios.

Shattered || countryhumans ||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora