Lexa salió corriendo hacia el colegio. No podía creerse que Aden se hubiera metido en un lío. Siempre era responsable y tenía muy buen comportamiento. Se esforzaba en sus clases, sacaba buenas notas y siempre se portaba bien. No entendía qué había podido pasar. Anya la había llamado histérica para que por favor fuera a recoger a Aden porque ella no podía. Estaba fuera por trabajo y no regresaría hasta por la noche.
—Tengo que irme un par de horas —le dijo a Indra antes de salir corriendo a coger su coche. En veinte minutos estaba en el colegio de Aden dispuesta a castigar a su sobrino hasta que la selección de Trinidad y Tobago ganara un mundial.
—Buenos días. Vengo por Aden Woods.
Entró en el colegio y la secretaria le indicó que podía pasar, el director la estaba esperando.
—Señorita Woods. Tome asiento, por favor —saludó un hombre de cabello oscuro y melena, con barba y de mirada amable—. Soy el director Kane. Ellas son Ontari Sharpe y su madre Nia Sharpe. Ella es Maddi Griffin y estamos esperando a su madre Clarke.
Asintió y tomó asiento no sin antes dirigirle una mirada fría a Nia. La conocía perfectamente, la mujer de hielo, la mujer sin corazón y sin remordimientos. Sí, a Nia la conocía de sobra para su desgracia.
Lexa decidió ignorarla y dirigirse al director.
—¿Puedo saber qué ha pasado? —inquirió preocupada.
—Que tu sobrino y esta mocosa han increpado a Ontari y la han empujado al suelo. Ella se ha defendido y han acabado peleándose —se adelantó Nia.
Lexa la miró un segundo. Si esa era la versión de las Sharpe, debía dudar de su veracidad.
—¡Eso no es verdad! —gritaron Maddi y Aden a la vez. Ambos parecían estar en el mismo bando en contra de la de ojos oscuros que los miraba de una forma un tanto amenazante.
—Lexa, no es así —explicó Aden—, empezó ella. Les quitó los lápices a unos niños más pequeños y Maddi y yo quisimos impedírselo. Se estaba riendo, es mala persona.
—Mi hija no es mala, ni quita nada a nadie. La estáis acosando —dijo Nia.
Si Ontari se parecía en lo más mínimo a su madre lo que decían Maddi y Aden era cierto a pies juntillas.
—¿Y los niños a los que les ha quitado los lápices, supuestamente —añadió al ver a Nia dispuesta a lanzarse a la yugular— corroboran la versión?
—Sí. Lo cierto es que sí —afirmó Kane.
—¡Mienten!
—¿Entonces por qué estamos aquí? ¿No debería hablar solo con ella? Si Aden dice la verdad sólo estaban intentando defender a esos niños.
—¿Esa es la educación que le das a tu sobrino? Bueno, con la familia que tenéis no me extraña que salga así de torcido —espetó con todo el veneno que llevaba dentro Nia.
Aden iba a saltar, pero Lexa posó su mano en el pecho del pequeño para frenarlo. Miró a aquella mujer a la que despreciaba y trató de ser lo más sosegada posible (aunque era difícil).
—Mira Nia, en lugar de preocuparte por la educación de los niños que trataban de impedir que tu hija robara, empieza a preocuparte de la de tu hija.
—Mi hija está perfectamente educada.
—¿Y qué ha pasado en la pelea? —preguntó a Kane ignorando a la mala arpía que estaba en la habitación de pie para increpar y gritar más.
—Por suerte, nada grave. Un empujón y unos forcejeos. Pero el colegio no puede tolerar estos comportamientos. Han de ser castigados.
—Estoy de acuerdo. No se puede tolerar ningún tipo de agresión, pero creo que también debería considerarse que ellos dos trataban de defender a unos críos más pequeños.

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Hasta que llegó ella
FanficClarke se muda con Maddi en un intento de dejar atrás un pasado doloroso. Jamás creyó que pudiera cerrar las heridas de su corazón ni encontrar su lugar. Hasta que llegó ella. Hasta que una sexy, dulce e increíble Lexa se cruzó en su camino.