Aliento fantasmal {Reactualizando}

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El celo de un alpa, es más peligroso de lo que un omega puede imaginárselo. 

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Valery
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Ya estaba demasiado molesto con todo lo que le estaba pasando; no había cumplido un año cuando tuvo el accidente fantasmal, posteriormente  llega su primer celo como omega. Esa misma semana conoció a Vlad y gracias a eso, se llena cada mes, antes de su celo, de golosinas agridulces. comenzaba a sospechar que el sabía algo.

Y  aunque lleva todo el mes calmado, ahora tenía que estar detrás de jazmín porque en cualquier momento podría atacarlo dash. Realmente quedo con un pánico desde que intento marcarlo, y aún podía sentirlo acechando, aunque no tan cerca como lo imagino. Tal vez, su ángel guardián ya le dio su merecido, quizá, su ángel lo mando golpear tan seriamente que llegó con heridas dos días después, oh, pero que imaginación tuvo el joven, al relacionarlo con ese criterio de ver a Dash herido.

Pero aun así, estaba demacrado y molesto, quería renunciar a sus poderes, volver a retomar su vida anterior cuando era un beta. Mejor, podría desaparecer en la zona fantasma y no volver al mundo humano jamás, era lo más logico; no tendria más celos, podría solo tratar de hacer las pases con los fantasmas a los que atacó, viviria en la prisión cómodamente. Si, eso debia ser mejor, y se escuchaba que era un excelente plan.

— Hermano, no creo que sea algo así —.

Hablo tucker, mientras pasaban un rato casual en  su restaurante de siempre, comiendo unas hamburguesas sencillas.  Era lo único que podía controlar a danny en este instante, pasar un momento sencillo con su mejor amigo. Después de todo, Sam, tenía cosas que hacer con sus padres, de los cuales, jamás les gustó involucrar a sus amigos, pero era mejor, Danny ya le tenía miedo a los alpas a este punto.

— ya no puedo seguir con esto, la semana pasada me atacó dash, ¡Dash!, ¿que se supone que haga ahora? —.

Exclamo con molestia el pelinegro. Demostrando que en verdad estaba agotado de la vida que llevaba. Agradecía que tucker fuera su mejor amigo, alguien a quien podría siempre acudir cuando se sentía mal. Y agradecía que no tomara a mal cuando le explicó también su cambio de sexo. De hecho, se lo tomó mejor de lo que espero, con una risa extremadamente alegre cuando se lo reveló, pero aún manteniendo una alegre y armoniosos amistad sin problemas, realmente era un beta comprensible.

— De acuerdo, estas frito. Pero oye, existen omegas que lo superan, ahí está... bueno, me entiendes —.

Río ligeramente,  quería mantener una conversación saludable con su amigo, quería hacer que dejara de pensar en todo lo que, hasta ahora, lo había estado atormentando completamente. Ya no podía estar cómodamente pasando desapercibido, cuando su aroma estaba empeorando con cada vez que se transformaba en fantasma. Quería entenderlo, en su mejor y peor momento, pero, solo llegaba hacerlo sentirse mejor cuando lo escuchaba.

— será mejor que le diga a mis padres de una ver por todas, aunque me saquen los intestinos, pero es mejor que seguir viviendo con el temor de ser atacado —.

Protesto con enojo, dando por finalizado el tema de hoy y cambiando a una charla más casual que no lo atormentara tanto. Quería solo un día como beta humano, solo eso pedía.

Mientras volvía a casa, mirando a las familias jugar en el parque con sus hijos, las parejas pasar un rato, y algunos chicos divirtiéndose casualmente, comprendió que el no estaba mal, su sexo tampoco era el problema, solo debía aceptarlo. Estudiar más del tema, aceptar que ahora podría tener hijos, que tenía algún destinado en alguna parte del mundo, solo debía cuidarse de los molestos Alpas y podría vivir tranquilo.