La Creación de Moon.

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Otra hermosa mañana en el Instituto Phoenix, Moon y Grace caminaban hacia el comedor, sumergidas en una animada conversación sobre trivialidades de su día a día. El sol comenzaba a iluminar el cielo, creando un ambiente cálido y acogedor.

"¡Oye, después del desayuno compartiremos clases por fin! Podremos pasar la mañana juntas", dijo Grace emocionada, con una sonrisa radiante en su rostro.

Moon asintió con entusiasmo. "Es cierto, hoy tenemos clases de historia de la magia. Seguro habrá alumnos de la Casa Tremllett", comentó sin pensar demasiado.

Grace frunció el ceño y respondió con determinación: "¿Y qué? Solo ignoremos a esos idiotas. Son unas simples molestias.

Moon se preocupó por la actitud de Grace y, con un gesto protector, comenzó a mover su mano sobre la cabeza de su amiga, como si estuviera espantando algo. "Oh, no digas eso, Grace. No quiero que tu cabeza se llene de Prattles", exclamó con preocupación.

Grace soltó una risa contagiosa y respondió entre risas: "Tranquila, Moon. Te aseguro que esos Prattles han devorado mi buen aura, porque odio a esos Tremllett".

Desde el primer día en el colegio, Grace y Moon se conocieron. Aunque no había una razón aparente para su amistad, congeniaron de inmediato. Grace no entendía del todo a Moon, pero sentía un cariño genuino hacia ella y la protegía en todo momento.

A pesar de pertenecer a casas diferentes, Grace y Moon compartían algunas clases mixtas en las que podían pasar tiempo juntas. Estas clases eran un refugio para Moon, ya que en su propia casa, sus compañeros la consideraban excéntrica y nadie se acercaba a ella. Moon se sentía un poco sola, pero siempre tenía a Grace a su lado, siendo su apoyo y confidente.

En contraste, Grace era muy querida en su propia casa y tenía muchas amistades. Sus compañeros de casa se preguntaban cómo podía ser amiga de Moon, a quien consideraban una chica peculiar. Pero Grace no se dejaba influenciar por los prejuicios y valoraba la autenticidad y la alegría que Moon le brindaba.

A lo largo de los años, Grace y Moon se mantuvieron cercanas a pesar de las diferencias de sus casas. Aunque no compartían tanto tiempo juntas como les gustaría, aprovechaban cada momento en las clases mixtas para reír, compartir secretos y apoyarse mutuamente.

La amistad entre Grace y Moon era un enigma para muchos, pero para ellas era un lazo especial y único. Aunque no siempre comprendían completamente las peculiaridades de la otra, se aceptaban y se querían tal como eran.

Después del almuerzo, las amigas se dirigían al salón de clases, caminando por un jardín encantador bajo una gran pérgola de madera con aspecto antiguo. El suelo estaba cubierto por un camino adornado de piedras, y a los costados, pequeñas flores blancas crecían, añadiendo un toque de belleza al paisaje. Moon, con su amor por la naturaleza, se agachaba cada tanto a recoger alguna flor, para el deleite de Grace, quien luchaba por mantener a Moon en movimiento. Gracias a las distracciones florales de Moon, apenas llegaron a tiempo al salón.

El salón de clases lucía imponente, como casi todos los que había en Phoenix. Sus paredes eran de piedra, con grandes estructuras que le daban una tonalidad gris. Al entrar, se podían ver bancos dobles y mesas de madera dispuestas en filas ordenadas. Al final del salón, la mesa del profesor se iluminaba con la luz que entraba por la hermosa ventana que estaba detrás.

Moon y Grace se sentaron en uno de los bancos que estaban casi al frente. El salón estaba casi lleno, y Moon, con su curiosidad siempre activa, no podía evitar girar la cabeza de vez en cuando, buscando la presencia de aquel rubio con el que había hablado la noche anterior.

"¿Sucede algo, Moon? ¿Olvidaste tu libro?" preguntó Grace, confundida por el comportamiento de su amiga.

"Oh, no, aquí está. No te preocupes", respondió Moon, tratando de disimular su curiosidad y volviendo su mirada al frente.

"Bueno, alumnos, abran su libro y quiero que lean la página 20 sobre grandes figuras mágicas. Luego haré unas preguntas al respecto", anunció un hombre alto y escuálido, con aspecto de cansancio pero con semblante de autoridad. Se trataba del profesor Droctilius, quien enseñaba la historia de la magia.

"Quisiera llegar a ser tan poderosa como estos magos y brujas", susurró Grace mientras ambas leían el libro. Moon asintió, terminó rápidamente de leer la página y observó que muchos aún estaban concentrados en sus libros, incluyendo a Grace.

Por su cabeza pasaban varios escenarios en los que ella era una gran bruja de un poder asombroso. Al instante, agarró su varita y empezó a practicar unos movimientos en círculos mientras susurraba unas palabras muy por lo bajo. Nadie lo notó, excepto el profesor Droctilius, quien se acercó y dijo en voz alta: "¿Acaso mi clase le aburre, señorita Lovelock?" captando la atención de todos en el salón, incluyendo a Dracon, quien se encontraba en uno de los asientos al otro extremo.

Moon salió de su trance y se dirigió al profesor, abriendo sus ojos saltones. "Claro que no, profesor. Ya terminé de leer. De hecho, estaba practicando un hechizo".

"¿Y de qué hechizo se trata que es más importante que mi clase para usted?" preguntó el profesor con un tono de desafío.

Moon negó con la cabeza y, de un salto, alzó su varita y la giró en círculos, musitando "bibidi badidi bu". La clase estalló en risas, y Grace puso su mano contra su frente mientras hacía una mueca divertida.

"Ese hechizo no existe, señorita", espetó el profesor, mirando a Moon con una ceja levantada.

"No, por eso lo estaba practicando. Grandes brujas crearon sus propios hechizos", respondió Moon con determinación.

"Bueno, aquí no veo a una gran bruja", dijo el profesor con desdén, observando a Moon con desaprobación.

Moon, con una mueca de desagrado, alzó su varita una vez más, esta vez apuntando directamente al profesor. Con un rápido movimiento en círculos y una voz más fuerte, conjuró de nuevo: "¡Bibidi badidi bu!".

El profesor abrió los ojos de par en par, incrédulo ante la acción de la alumna. Al instante, pequeñas flores blancas comenzaron a crecer alrededor de su calva cabeza, adornándola como si fuera una diadema. Moon sonrió al ver que el hechizo funcionaba, y todos en la clase estallaron en risas ante la imagen del profesor y el hechizo de Moon.

"¡Silencio!", exclamó Droctilius, enfadado. "¿Cómo se le ocurre?", agregó el profesor, mirando a Moon con reproche.

"Lo siento, está en el libro de Cenicienta. Lo hace el hada madrina para que Cenicienta se vea más bella. Ciertamente, no existe el hechizo, solo lo conjuré pensando en lo más lindo que vi hoy", se disculpó Moon, con sinceridad.

"Bueno... ciertamente no soy Cenicienta", dijo el profesor, arqueando una ceja mientras levantaba la mirada para admirar la corona de flores que Moon había conjurado. "Pero debo admitir que me equivoqué con mis palabras. Más 10 puntos para usted, por crear su propio hechizo", concluyó el profesor, reconociendo la creatividad de Moon.

Grace sonrió y abrazó a la rubia, felicitándola por su valentía. Moon, con una dulce sonrisa, miró hacia los costados y finalmente encontró el rostro de quien tanto buscaba: Dracon, quien observaba todo con una ceja levantada. Le dedicó a Moon una mueca en forma de sonrisa, adornando su rostro. Risas y quejas no tardaron en escucharse, pero el profesor rápidamente restauró el orden y las clases continuaron con normalidad.

Phoenix✨ Dracon Y Moon✨Donde viven las historias. Descúbrelo ahora