El Encanto del Misterio.

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Después de un día lleno de ajetreo, Dracon se encontraba en una situación poco común para él: llegando tarde a clases. Con pasos largos y apresurados, se dirigía al antiguo salón de Historia de la Magia. El aire estaba lleno de risas y conversaciones de otros estudiantes, creando un bullicio animado que resonaba en los pasillos de piedra.

De repente, su rostro se endureció al observar a Moon junto a Henry y Grace en la entrada del salón. Un sentimiento de desagrado se apoderó de él, apretó la mandíbula en señal de molestia. Había olvidado que Henry, el chico de cabello negro, parecía tener una relación cercana con Moon. No sabía por qué, pero esa situación le causaba una extraña sensación de incomodidad.

Al ver a la rubia y Grace entrar al salón, esbozó una sonrisa maliciosa. Se acercó rápidamente, empujando a Henry con su hombro. "Hazte a un lado, perdedor", espetó con una sonrisa arrogante, antes de desaparecer en el salón de clases.

Satisfecho con su actuación infantil, se dirigió a la parte trasera del aula y se sentó junto a Dean, quien ya estaba allí.

El salón estaba decorado con mapas antiguos y pergaminos que colgaban de las paredes, y las sillas y mesas de madera crujían ligeramente cuando los estudiantes se acomodaban.

"Hermano, ¿qué te pasa? No te he visto mucho últimamente y además llegas tarde a clases", exclamó Dean, observándolo con una mirada de preocupación.

Dracon soltó una risa irónica y se pasó una mano por el cabello. "¿En serio? Yo siento que es suficiente con ver tu fea cara en las habitaciones", bromeó. Ambos se rieron y continuaron charlando mientras realizaban la tarea. Aunque Dracon intentaba ocultarlo, su mente seguía pensando en el recuerdo de Moon y Henry juntos. Había algo en esa relación que lo perturbaba, pero no podía ponerle nombre. Decidió dejar de lado esos pensamientos y centrarse en la tarea que tenía por delante.

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El sonido de la campana resonó en el aire, indicando el final de la clase y el comienzo de las tan esperadas horas de descanso. Los estudiantes se levantaron de sus asientos y comenzaron a salir del aula, creando un flujo constante de personas en el pasillo.

Moon y Grace se encontraban allí, la pelirroja casi le suplicaba que fueran al lago con Henry. "No podemos desperdiciar un día tan hermoso", insistió. Pero para su desilusión, la rubia no podía unirse a ellos debido al castigo que tenía con Dracon.

"Lo siento mucho", dijo, su expresión de disculpa era sincera. Grace se encogió de hombros y dijo con resignación: "Otro día será".

Luego, con una sonrisa, agregó: "debes contarme en qué estás tan ocupada". Y con eso, desapareció entre la multitud de estudiantes en el pasillo.

Después de unos minutos, Moon estaba esperando ansiosamente frente a la biblioteca. Pronto, Dracon llegó y se apoyó en la pared de la entrada, observando a la rubia. Su rostro reflejaba un eco de molestia. Ella lo saludó con una mirada soñadora y una voz suave y dulce. Él se limitó a saludar con un gesto, moviendo la cabeza.

Casi al instante, la profesora Monna llegó, dando instrucciones claras sobre lo que debían hacer. La tarea parecía sencilla: limpiar los estantes y ordenar los libros que se encontraban en el antiguo salón al fondo de la biblioteca. Pero había una condición: no podían usar magia. "Esto es un castigo", les recordó, mientras les quitaba sus varitas.

Al final de la biblioteca, una puerta antigua de madera les condujo a un salón más pequeño y tranquilo. Las cortinas de terciopelo azul oscuro enmarcaban las ventanas, creando un contraste hermoso con las paredes de color crema. Un gran estante de pino, lleno de libros antiguos y polvorientos, dominaba la sala. Las lámparas de araña colgantes emitían una luz suave y cálida, creando una atmósfera tranquila.

Phoenix✨ Dracon Y Moon✨Donde viven las historias. Descúbrelo ahora