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Jisung no puede moverse. Minho tiene que tirar de él para que lo siga fuera del desayunador.

La puerta principal del salón no es una opción –los gritos todavía se escuchan ahogados del otro lado–, así que Minho busca otra salida. Guía a los otros tres a través de una puerta lateral.

Cruzan la cocina. Los utensilios colgando del techo, las hornallas encendidas en la isla central, el personal que va y viene cargando cajones de verdura... son sombras que se revuelven en la periferia. Jisung deja de prestarles atención, desconecta su mente del entorno hasta que solo puede pensar en una cosa:

Te amo, Lee Know.

Cuatro palabras que todavía retumban en su cabeza. Palabras que Jisung sabe que le pertenecen. Es él quien tiene que decirlas, pero se las robó una voz chillona, brazos que tiemblan con la fuerza de tratar de cruzar los límites, y ahora...

Del otro lado de la cocina hay una puerta abierta por la que entra el sol. Se ve el patio, con el caminito de baldosas de colores y el pastito que lo rodea.

Te amo, Lee Know.

¿Quién se cree?

Jisung amó a Lee Know primero.

— ¿Quién era? —Jisung pregunta.

Minho saca la cabeza para mirar hacia afuera. Enseguida vuelve a entrar y cierra la puerta. Aprieta la mano de Jisung en la suya, nunca lo deja ir.

— ¿Cómo que quién era? —dice Felix, entretenido—. ¡Una fan!

Minho se apoya de espaldas contra la puerta.

—Minho... Ella dijo... —Jisung susurra.

Las palabras son difíciles de repetir. Jisung teme no poder recuperarlas.

Minho sostiene su mejilla con la mano libre y lo mira a los ojos. Sonríe con tristeza.

— ¿Una fan? —pregunta Hyunjin.

—Sí. ¿No viste su remera? —Felix dibuja formas con las manos sobre su propio pecho—. Tenía un corazón rojo y decía Lee Know.

—Ella dijo... —Jisung vuelve a intentar. Minho acaricia su pómulo con el pulgar y un escalofrío invade el cuerpo de Jisung, el recuerdo de los besitos que Minho le regaló anoche.

Minho sabe lo que esa chica dijo, él también lo escuchó, pero se queda en silencio. Jisung quisiera poder pedirle que termine la frase por él.

Minho suspira, suelta su rostro y deja caer la mano a un costado.

—Hay gente afuera —avisa, mirando a los demás—. Tenemos que volver por donde vinimos o arriesgarnos a salir por acá.

— ¿Gente? —pregunta Felix, acercándose a la salida— ¿Más fans?

Felix no espera una respuesta. Abre la puerta un poquito, lo suficiente para espiar lo que sucede en el patio.

—Oh, es verdad. Están acumulados frente a la puerta del hotel. Algunos tienen esas remeras de corazones...

—Y hay más personas llegando por la calle —aporta Hyunjin, parándose detrás de Felix para mirar por encima de su cabeza.

— ¿Pueden fijarse si hay alguien del otro lado? —Minho pide.

—No hay nadie —Hyunjin responde un momento después—. Solo hay gente en la entrada del hotel y en la vereda. El otro lado del patio está vacío.

—Salgamos para allá, entonces. Síganme. No hagan ruido.

Hyunjin y Felix se apartan para dejar que Minho salga primero, con Jisung colgando de su mano. Minho camina despacio, dando pasitos livianos sobre el pasto. Jisung lo sigue con torpeza. Afuera ya no se escuchan gritos, solo conversaciones distantes, pero su cuerpo sigue temblando por mucho que Jisung trate de recuperar el control. Se agarra de Minho con las dos manos.

Caminan pegados a la pared, lejos de las voces y hacia la parte de atrás del edificio. Jisung no se anima a mirar, pero Hyunjin al final de la fila asegura en susurros que nadie los vio, nadie los está siguiendo. Jisung cierra los ojos y hace un esfuerzo por seguir caminando hasta que Minho se detiene.

Jisung suelta un quejido suavecito cuando choca contra su espalda. Minho ríe bajito y lo abraza por los hombros.

El patio trasero del hotel está vacío. Es como cruzar a otro mundo. Jisung respira hondo, escucha el canto caótico de los pájaros.

Intenta calmarse, lo intenta, pero el interior de su cuerpo no deja de sacudirse como caldo hirviendo dentro de una olla a presión. Jisung vio una de esas en el programa de cocina que le gusta a Minho, el que a veces miran juntos a las once de la noche.

Juntos. Minho y él.

Las chicas de anteojos y remeras con corazones pueden amar a Lee Know, pero no pueden acostarse en su sillón gigante después de cenar. No pueden apoyar las piernas en su regazo ni sentir su mano acariciando sus tobillos. No pueden pegarle pataditas cuando les hace cosquillas.

No pueden saber que adora comer flancito de postre y que critica al señor que marina la carne en la tele como si él fuera el experto y...

Minho acaricia su pelo, haciendo que Jisung levante la vista. Sus ojos brillan con picardía, arruguitas en las esquinas.

— ¿Te animás? —pregunta.

Nadie más puede saber cómo se ve la carita de Minho cuando está a punto de hacer una travesura: los cachetitos levantados, los dientes redonditos clavándose en su labio, los ojitos inquietos.

Jisung mira al lugar donde Minho señala. Hay dos bicicletas apoyadas contra la pared, sin atar. Hyunjin agarra una y se aguanta la risa mientras ayuda a Felix a acomodar la pollera de su vestido y sentarse sobre el manubrio.

La sonrisa de Minho es contagiosa, su confianza también.

Jisung sostiene su nuca y tira de él hasta juntar sus narices. Libera algo de tensión en un suspiro. Es suficiente por ahora, aunque sus articulaciones todavía se sientan como si estuvieran rellenas de electricidad.

Minho abre los ojos con sorpresa. No se aleja. Jisung le da un beso en la boca.

Los demás pueden amar a Lee Know, pero Minho es suyo.

Jisung lo vio primero.

Clover [Minsung] 🍀Donde viven las historias. Descúbrelo ahora