Rumores en papel

Parte 2

-Gala, ¿tenemos alguna idea para el periódico de esta semana? Hemos agotado todos los temas de siempre -preguntó Bruno, mi mejor amigo desde los 5 años, mientras hojeábamos algunas hojas en busca de inspiración.

-Estoy completamente en blanco esta vez, Bruno. No sé qué más podríamos abordar -respondí, frunciendo el ceño al pensar en la falta de ideas frescas.

-¿Y si revisamos el buzón de sugerencias del periódico? A veces, ahí encontramos ideas interesantes.-sugirió Bruno.

Asentí y nos dirigimos juntos hacia el lugar donde guardábamos las sugerencias de los lectores. Al abrir el buzón, comenzamos a leer las cartas que la gente había enviado. Bruno señaló algunas hojas que llamaron su atención.

-Mira, aquí hay varias que mencionan a los hermanos. Parece que son bastante populares últimamente -dijo Bruno con rentintín, mostrándome un montón de cartas con nombres como "Pedro y Javier Castillero" o "Hermanos Castillero".

Intrigada, comencé a leer algunas de las sugerencias. Los lectores querían saber más sobre la vida de los hermanos Castillero, sus pasatiempos, sus logros y hasta sus gustos personales. Bruno y yo intercambiamos miradas a punto de estallar de risa.

-¿Qué te parece, Bruno? ¿Nos sumergimos en el mundo de los hermanos Castillero? -propuse con ironía.

-Si empezamos a contar los ligues de esos dos, no lo acabamos antes de graduarnos. Bruno soltó una carcajada y añadió: -De verdad, Gala, ¿no crees que la gente se obsesiona demasiado con esos dos? Seguro que no son tan interesantes como todos piensan.

Nos dejamos llevar por la risa y empezamos a hacer comentarios sarcásticos sobre las posibles historias detrás de los hermanos Castillero.

-Seguro que uno de ellos es un ninja en sus tiempos libres, ¿no crees? -comentó Bruno entre risas.

-O tal vez el otro es un genio de las matemáticas que resuelve ecuaciones en su cabeza mientras juega al fútbol -añadí, riéndome con ganas.

Estuvimos bromeando durante un buen rato, dejándonos llevar por la diversión de nuestras propias historias inventadas sobre los hermanos Castillero. Sin embargo, en medio de nuestras risas, el teléfono de Bruno sonó, interrumpiendo nuestra sesión de chismes.

-Hola, mamá... ¿Qué? ¿Otra vez? Sí, claro, enseguida voy para allá. -Bruno colgó con un suspiro y me miró con pesar-. Parece que mi gato se ha vuelto a subir al árbol del jardín. Tendré que ir a ayudar a mi madre a bajarlo.

-No hay problema, ve y rescata a tu gato. Yo me quedaré un rato más a ver si encuentro la inspiración para el periódico -le dije, intentando contener la risa.

Bruno asintió y se despidió rápidamente antes de salir corriendo hacia su casa. Mientras tanto, yo me quedé en la sala del periódico, entre cartas y sugerencias, a ver si lograba encontrar la chispa creativa que necesitábamos.

Al cabo de unas horas, me encontraba inmersa en la redacción de un artículo para el periódico escolar, explorando con entusiasmo las complejidades del uso de las duchas en los vestuarios. El silencio del aula de redacción y los últimos rayos de sol que se colaban por la ventana, permitían que mis pensamientos se fusionaran con las letras en el papel digital.

Sin embargo, mi refugio de paz se vio abruptamente interrumpido por un estruendo proveniente del pasillo. Un barullo que rasgó el velo de mi concentración, desviándola de mis pensamientos meticulosamente organizados. Fruncí el ceño, molesta por la interrupción inesperada.

Curiosa y decidida a restablecer mi tranquilidad, me asomé al pasillo. A lo lejos, pude identificar la fuente del alboroto: Pedro, el carismático alborotador de la escuela, estaba en pleno apogeo, compartiendo alguna historia que provocaba risas entre los presentes. Sus gestos animados y su risa contagiosa resonaban a través del pasillo.