O6.

369 52 7
                                    

Camie juró haber escuchado como su corazón hacía crack, cuando vio como Izuku, literalmente, saltaba encima de Katsuki, abrazándolo y como este le correspondía el contacto con una cálida sonrisa

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Camie juró haber escuchado como su
corazón hacía crack, cuando vio como Izuku,
literalmente, saltaba encima de Katsuki,
abrazándolo y como este le correspondía el
contacto con una cálida sonrisa.

Y con un leve dolor en su pecho, desvió la
mirada.

Después de largos segundos–en los que odio
eternamente–, el peliverde se separó de
Katsuki para por fin notar la presencia detrás
de este. Saludó alegremente a Shoto y
cuando su mirada jade dió con ella, le sonrió
amable como saludo, pero Camie no
respondió a esto, estaba en una especie de
disociación en la que sus ojos no dejaban de
ver esa sonrisa.

Odiaba esa sonrisa.

Luego Izuku abrió más la puerta de donde
había salido para invitarlos a pasar, siendo
Katsuki el primero en hacerlo con una
tremenda confianza que la dejo pensando.

Al entrar a la vivienda, observó sin disimulo
alguno, todo estaba ridículamente
ordenado, los muebles y decoraciones casi
modestos. El ambiente dentro era muy
diferente al del exterior, se sentía ajena,
aunque, era la realidad.

Tomó asiento en un sofá individual, con un
Shoto a su lado sobre uno igual y un Katsuki
medio acostado cómodamente en el sofá
colectivo que tenía enfrente.

El pequeño pecoso se había ido a la cocina
no tan lejana y en un par de minutos estaba
de regreso, junto a un plato con galletas de
soda en una mano y una botella mediana de
jugo de manzana en la otra. Los colocó en la
mesa pequeña de vidrio en medio de los
sillones y fue de vuelta a la cocina.

Observó como Shoto; ni bien Izuku se fue y
agarró un fajo de las galletas, rió divertida.

Cuando el pecoso regresó con vasos en
mano, vertió el jugo en cada uno,
ofreciéndole a los presentes. Y una vez
terminado, tomó lugar sobre las piernas del
rubio cenizo.

En las piernas de su Katsuki.

Sus puños cerrados se contraen por la fuerza
con la que los aprieta. Siente como su
estómago se revuelve y empieza a considerar
seriamente que esto del amor es una
enfermedad.

El llamado de Izuku a su persona la sacan por
un momento de su crisis, y lo ve, con sus
esmeraldas viéndola fijamente.

"¿No comes?" Le preguntó, señalando con su
dedo índice el platillo con las galletas sobre
la mesita.

"No me gustan, prefiero las dulces." contestó
directa, e Izuku creyó escuchar en su tono
algo de hostilidad.

"Oh." fue lo único que pudo emitir, pues no se
esperaba esa respuesta "Mamá fue a
comprarlas." Agregó, aunque más bien sólo
por hacerlo.

Casi que te pregunto.

Camie tuvo que apretar los labios para no
soltar aquello. El peliverde realmente
lograba sacarla de quicio.



•••

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.


AjenoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora