Se desenvolvía en medio del caos y la violencia desatada. Atlas, arrodillado y asfixiándose en su propia sangre, luchaba por mantenerse en pie mientras Crate, con firmeza, sostenía su muñeca y estrangulaba su cuello. El sonido de disparos y la agonía llenaban el aire, creando una atmósfera de tensión palpable.
Mientras tanto, Juliet, con destreza y determinación, continuaba su enfrentamiento contra los miembros de Crade. A pesar de recibir un impacto en el estómago, ella persistía, avanzando con la intención de vengar las afrentas sufridas. Su agilidad y habilidades letales eran evidentes en cada movimiento, derribando a sus enemigos uno a uno.
Atlas, recuperándose lentamente de la asfixia, se levantó regenerando parte de su faringe. La ira ardía en sus ojos al percatarse de la situación de Juliet. Retomó sus hachas, decidido a poner fin a la amenaza de Crade y vengar los ataques a su enamorada.
Con furia desbordante, Atlas se abalanzó sobre Crade, buscando clavar una de sus hachas en el cuello de su adversario. No obstante, Crade, hábil y rápido, lo recibió con un certero golpe en el estómago, obligándolo a retroceder. La violencia del enfrentamiento alcanzaba su punto álgido.
En un giro repentino, Crade agarró el brazo izquierdo de Atlas y lo retorció con fuerza, provocando gritos de dolor. La escena se volvía más brutal con cada segundo que pasaba. Atlas, en medio de su sufrimiento, intentó contraatacar con su otro brazo, pero Crade, implacable, rompió su muñeca con un movimiento preciso.
La brutalidad del enfrentamiento alcanzaba su punto culminante cuando Crade, con una ferocidad desmedida, tomó la cabeza de Atlas y la estampó repetidamente contra el suelo. Cada golpe resonaba con un estruendo sordo, mientras Juliet, agonizante pero aún luchando, presenciaba la devastación que se desarrollaba frente a ella.
El suelo quedó manchado de sangre, testigo mudo de la brutalidad de la confrontación. La violencia, combinada con la sed de venganza y la desesperación, creaba una escena desgarradora y despiadada. La batalla no solo se libraba en el plano físico, sino también en el emocional, con cada golpe resonando como un eco de la tragedia que se desplegaba.
El destino de los involucrados pendía en un equilibrio precario, mientras la lucha continuaba despiadadamente. El rastro de destrucción y desesperación dejaba claro que, en ese momento, no solo se trataba de una confrontación física, sino también de una prueba de resistencia emocional para aquellos atrapados en medio de la violencia desenfrenada.
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The eye of blood
Kinh dịLa historia de un joven de 14 años en medio de un apocalipsis en el que busca la luz en la oscuridad, busca esperanza y a medida que avanza la historia la trama tiene un giros.