12. "Tu sonrisa"

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Noviembre llegaba con los últimos exámenes de mi carrera. Intentaba esforzarme al máximo para poder graduarme de una vez por todas y buscar un empleo que no esté a costa de mi padre. Noviembre se venía con frío, con los tres meses de Hayley y con algunas peleas.

-Bonita casa -Gaby ingresaba haciendo un recorrido con la vista. -Ambos cursábamos las últimas materias y aprovechamos para estudiar juntos para el examen de Costos.

-Quedate por ahí, por el salón. Yo busco algo para comer y voy. -Me perdí en la cocina mientras ella desparramaba algunos apuntes por la mesita ratona. Preparé el café y busqué algunas galletitas en el armario. -Bueno, empecemos... -Y me refregué los ojos porque lo que menos tenía ganas era de estudiar.

-Vale... Hice el resumen de la unidad tr... -Pero no siguió hablando. Un llanto de bebé la asustó por completo y yo reí. Me disculpé y corrí hacia el cuarto de mi hija que sonrió al verme.

-Te presento a mi hija... -Volví con Gaby y Hayley en brazos.

-Así que ella es la dichosa Loquita. -Porque le taladraba los oídos todos los días en el aula acerca de cada cosa que aprendía a hacer Hayley

-Sí, soy la Loquita de Papá. -Imité su voz mientras besaba su mejilla.

-Es hermosa. Hola Hayley, hola. -Se atrevió a tocarle una manito. -Bueno, ¿seguimos?

Una hora después, Jade abría la puerta con algunas bolsas. Había salido a comprar ropa con su cuñada. A penas nos vio se quedó paralizada pero después fijó su vista en Hayley que la sostenía Gaby y había comenzado a llorar. Dejó las bolsas en el piso y con fuerza se la sacó de los brazos. La perdimos en la habitación de la más pequeña.

-¿Qué pasa? -Interrumpí en el medio del cambiado de pañal. Su cara dejaba en evidencia las ganas de matar a alguien. -¿Ni un hola me vas a decir? -Le toqué el hombro.

-¿Me dejas tranquila? -Me ladró.

Media hora después seguía en el sillón, ahora viendo un canal de música. Gaby había decidido irse para no causar problemas. Jade volvía acomodándose la camiseta, seguramente le había dado el pecho a Hayley y se dirigía a las bolsas olvidadas en el piso.

-¡Sueltame! -Sacudió fuerte su brazo cuando la obligué a sentarse.

-¿Qué te pasa, Jade? ¿Tanto te molestó que Gaby esté aquí? -Y ya estaba elevando la voz. -Es mi amiga ¿cuántas veces te lo tengo que repetir?

-No es por eso... -Logró decir entre susurros con su puchero y algunas lágrimas que comenzaban a hacer acto de presencia.

-¿Y entonces qué es, Jadey? No puede ser que cada vez que Gaby venga aquí, se tenga que ir porque le tiene miedo a tu cara. No tienes de qué preocuparte, no te estoy poniendo los cuernos.

-¿Seguro? -Me miró y yo no entendí. -¿Quién es Sole? -Cerré los ojos y rogué que todo esto pasara.

-¡Para! ¡Ven! -La obligué a sentarse, otra vez. Ella tenía ganas de ir a la pieza a llorar sola. - Es una compañera de trabajo pero no pasa nada con ella. -Soltó su risa irónica.

-¿Y qué son todos esos mensajes de ella que te llegan?

-¿Me revisas el móvil? ¿Desde cuándo?

-¡Contestame! ¡¿Qué, mierda, son esos mensajes?! -Y ya estaba gritando a viva voz.

-¡Baja el tono! ¡Está la nena durmiendo! -Pero yo le hablaba peor.

-¿Qué me importa la nena? ¡Cuentame, ya! ¿Hace cuanto que estás con ella?

-¡No estoy con ella, Jade! -Un llanto volvía a hacerse presente. Nos quedamos mirándonos, en silencio, sin reconocernos. -Te dije que no gritaras, mira lo que provocas. -Se levantó y caminó nuevamente hacia la habitación de nuestra hija. Pasé las manos por mi cabeza y traté de tranquilizarme. Tenía ganas de dormir y despertar en enero, con el título en la mano y los problemas resueltos.

-¡Harry! - Corrí por el llamado desesperado de mi novia. -Está volando de fiebre.

-Loquita... ¿Qué pasa? -Apoyé mis labios sobre su frente para medir la temperatura y dejar unos besos sonoros. De paso acaricié un poco el brazo de Jade que la sostenía. -¿Si la bañamos? A lo mejor se le pasa.

Y de un momento a otro me encontraba llenando su bañadera rosa mientras Jade aupaba a Hayley para que deje de llorar. Se nos hizo imposible desvestirla con los movimientos descontrolados de sus piernas y brazos. Mi novia se desesperó al oír el grito histérico que largó al acomodarla en el agua y volvió a largar algunas lágrimas. Yo intentaba conservar la calma aunque mi cabeza ya daba vueltas y más vueltas.

Una hora después, la fiebre había bajado pero sus gritos histéricos seguían haciendo presencia. Por eso puse el coche en marcha y nos encaminamos hacia la clínica más cerca. Estuvimos media hora en la sala de espera, entre más bebés, más enfermos y más llantos. Ahora no sólo los de mi hija sino que se le sumaban los de Jade. Se sentía impotente. Una pediatra la revisó y nos dijo que tenía Otitis, una tontería. Nos dio una receta y algunas recomendaciones.

-Ya está... con eso se le va a ir. -Terminaba de ponerle unas gotitas en el oído de mi hija. Ahora estaba más calmada. -¿Te hago un café? -Negó y besó una manito de Hayley. -No pasa nada con Sole. -Hablé después de estar diez minutos mirando a la nena. -Ya sé de qué mensajes me hablas... -Unos en los que me invitaba a salir. -pero no pasó nada con ella. Ni lo va a pasar. ¿Sí?

-Perdoname por reaccionar así... -Ella se aferraba más a su hija, yo le acariciaba la cabeza y Hayley se ocupaba de jugar con mi mano izquierda.

-Nunca te voy a fallar ¿sí? -Asintió. -Te amo... -Y comprimí mis labios en su mejilla. Nos distrajimos cuando escuchamos unos balbuceos y vimos otra vez la sonrisa radiante de Hayley. A los tres meses un bebé comienza a sonreírle a cada cosa que le agrada.

-Ya se durmió. -Cerraba despacito la puerta para no despertarla y yo la atrapé en mis brazos.

-¿Ya pasaron más de cuarenta días, no?

-¿Ves? Se que podías contenerte. -Reímos.

-No quiero contenerme más.

Abrí demasiado la boca para atrapar la suya y dejarla sin aire. La apoyé contra la pared y con mi lengua delineé sus labios. Recorrí su cintura mientras ella seguía presionando mi cabeza contra la suya para no despegarnos. También me extrañó.

Quité su camiseta y comencé a bajar mis besos por sobre su cuello y hombros. Eliminé de su cuerpo el sujetador negro y acaricié sus pechos, esos que el embarazo hizo que se crezcan más de lo normal. La recorrí con mi lengua hasta perderme en su ombligo. Jade seguía despeinándome. Sabía que me volvía loco cuando lo hacía.

Caí en la cama y ella sobre mí. Desabotonó mi camisa y humedeció mi pecho. Quitó mi pantalón y mi bóxer, los zapatos se habían perdido en el trayecto. Bajé el cierre de su falda y eliminé sus bragas para acariciar toda su intimidad al quedar sobre ella.

Se quejó un poco del dolor cuando me sintió dentro suyo, aunque luego de unos minutos todo pasó. Volvíamos a perdernos otra vez, en el cuerpo del otro, como hacía mucho que no lo hacíamos. Y sentir, todo su cuerpo desnudo, sus gemidos casi susurrados en mi oído para no despertar a Hayley,nuestras risas cómplices por cada movimiento que fluía.

Terminar agotados y a besos. Sonreír. Advertirle que no se iba a embarazar por un buen tiempo. Porque la sonrisa de mi hija me da paz y la de mi novia, amor.

N/A: YAAAAAAY HARRY POR FIN PUEDE RESPIRAR , HA TENIDO AGUANTE EL MUCHACHO.
Nos leemos mañana , gracias por el apoyo [sólo si sobrevivis a la diabetes ;)]
Muchas gracias , sois los mejores.
Muaaaacks ♥
Selley xx.

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