Epílogo: Vacaciones en Villa Gesell.

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Componentes que necesitas para escribir "Instrucciones":
1) Dos protagonistas únicos e incomparables.
2) Gran cantidad de actores.
3) Treinta capítulos más un epílogo.
4) Fotografías.
5) Instrucciones para formar tu vida.

-Los billetes tienen fecha para hoy.

-Sí.

Hayley buscó un banco de la cocina, lo apoyó cerca del ropero para treparse y bajar las maletas. Las tiró en la cama y dio la orden a sus hermanos para que comiencen con su tarea. Camisetas, pantalones, vestidos, zapatos, zapatillas, chancletas y sweters por las dudas de que refresque a la noche fueron metidas en el equipaje sin siquiera doblarla. Hasta tuvieron que sacar a Pila unas cinco veces porque también quería unas vacaciones. Harry y yo seguíamos sentados en la cama con el desayuno a medio tomar, mirando el vacío mismo mientras en nuestras cabezas resonaba el "queremos un hermanito". Se piensan que una es un conejo.

-¡Vamos, vamos! ¡Que se os va el autobús! -Nos apuraban a cambiarnos con ropa de calle. Agarrar las maletas, los documentos y los móviles. Ahora parecíamos esclavos.

-¡Esperad un poco! ¿A vosotros quién os va a cuidar?

-Ya estamos grandes, Mami.

-No, no, no querida. Tú estarás grande, tus hermanos no.

-Después llamamos a los abuelos. ¡Vamos! ¡No tenemos todo el día!

Nos empujaron hacia el ascensor, pararon un taxi y nuestra hija le ordenó al chofer "hasta la estación de autobuses" para luego golpear el techo del auto indicando que ya se podía marchar. Ni saludarnos pudimos. Ni llorar pude.

Once horas después ya nos encontrábamos en Villa Gesell caminando con todo a cuestas para llegar al hotel y entender qué era lo que estaba pasando. Porque todavía no caímos. ¿Qué era lo que querían?

-A mí no me van a hacer caer estos enanos. -Declaró Harry. - No, no. Yo no voy a caer como once años atrás. -Sacó de una bolsa de farmacia, que había comprado cuando todavía estábamos en España, una caja de condones y la dejó en una mesita cerca de la cama. -Se creen que yo estoy para tener hijos ahora.

-¡Y yo para embarazarme! -Grité a los cuatro vientos. -¡Claro, porque los que le cambian los pañales, los que le dan de comer somos nosotros! ¿Y ellos qué? -Hablaba como si el nuevo bebé fuera una mascota mientras doblaba la ropa.

-Se piensan que uno a sus cuarenta está para estos trotes. ¡Ja! Cuentate otro. -Indignadísimo a full. -Tú... tú no quieres ¿no? -Lo mire. -Lo digo porque si quieres , no sé...

-¿Tú quieres? -Se la devolví. Conectamos miradas y reímos de forma irónica.

-¿Otro hijo? ¿Yo? ¿Para que me salga nena y se vaya con el primer idiota que se le aparece por al lado y se olvide de mí? -Todavía le dolía la relación de su hija con Nicolás.

-¡Claro! A parte... o sea... Crecen y se olvidan de nosotros. ¡Como si no tuviésemos sentimientos! ¿Y si lo llamamos para ver cómo están? -Cambié mi ironía por preocupación. Harry agarró el teléfono.

-Hola, Loquita linda ¿cómo estáis todos por allí? -Clarísimo que iba a marcar el teléfono de su hija. -Tú no eres mi hija... ¡Idiota! ¿Qué haces en mi casa? ¡Claro! ¿No? ¡Queríais deshaceros de mí para poder encamaros! Escuchame una cosa nene, mi hija, tiene quince añitos, ¡quince! -Le saqué el móvil porque ya me estaba aturdiendo.

-¿Nico? Hola corazón, ¿me pasas con Hayley un segundito? -Y salí de la habitación para que Harry no escuche. -Mira nena, no quiero volver a Madrid y la que se tenga que hacer un test de embarazo seas tú. Cuidate y cuida a tus hermanos. ¿Me oyes? ¿Hola? ¡Hola! Me cortó la niñita esta.

Por la tarde decidimos ir a tomar un poco de sol, tampoco íbamos a desaprovechar una oportunidad como esta. "¿Cambió un poco todo esto, no?" Preguntó Harry al ver la gente que caminaba por la playa. No, gordo. ¡Nosotros cambiamos! Villa Gesell siempre fue un lugar turístico para jóvenes y nosotros hace rato que dejamos de serlo. "Te llego a agarrar mirándole el culo a una chica de esas y estás muerto". Okey, entré en depresión. Tampoco estoy tan mal pero no podía ser digna de competir contra los cuerpos de las adolescentes (algunas de la misma edad que mi hija). "Las quiero ver después de tres niños, ¡Ja! Peor que yo van a quedar" Seguía angustiada.

Por la noche quisimos volver a comer mariscos en aquel restaurante pero nos dimos cuenta que también había cambiado. Principalmente ya no servían mariscos ni nada salido del mar. Ahora eran menús familiares y la mitad tenía la palabra niño en su nombre. Suspiramos. ¡Y suspiramos tres veces más! Nos dieron una mesa al lado de una familia con dos nenes (seguramente menores de diez años) y un bebé que no paraba de llorar. Las paredes pintadas ahora, con colores pasteles y hasta la música era otra. "¿Hazz, no nos habremos equivocado de lugar?" le pregunte sesenta y dos veces en quince minutos. "¿Estás segura que esto es Villa Gesell?" Era su respuesta. Me agarró de la mano y escapamos del espantoso lugar.

-¿Te das cuenta? ¡¿Te das cuenta, Harry?! - El miraba, con ojos desorbitados, la unión entre el mar y el cielo. -Nos persigue todo lo infantil. En el autobus viajamos con cinco nenes gritones. En la habitación de al lado del hotel tenemos a dos bebes llorando. -Iba enumerando mientras le gritaba en el oído para que reaccione. -Ahora lo del restaurante. ¡Es el destino, Harry!

-¿Y si nos vamos a otro lado? No se...

-¿Con qué dinero, Harry? -Igual la idea estaba bien. Suspiré y me apoyé en su hombro. Quedamos así por unos minutos hasta que nos miramos de reojo y reímos. Me abrazó de lado y apoyó su cabeza sobre la mía. -Te amo, Hazz. -Porque hace rato, mucho tiempo, bastante, que no se lo decía. Acarició mi brazo y dejó un beso sobre mi pelo, ese que se movía con el viento. Ese gesto de cariño significaba un "yo también te amo, gordita de mi corazón, soy muy feliz contigo". Mentira, significaba un "yo también" pero estaba bueno exagerar para ponerle romanticismo a la relación.

Me senté sobre él para tenerlo frente a frente y volver a perderme en esa mirada que no cambiaba con el tiempo. Toqué con la yema de mis dedos esas líneas que se le dibujaban con cada uno de sus movimientos. Sentí sus pulgares moviéndose circularmente por mi cintura. Apoyé mis brazos en su hombro y me acerqué para que nuestros labios se combinen entre sí.

Y otra vez volví a sentir esa suavidad que tenían sus labios, esa lengua dentro de mi boca con mezcla de sabores. Su mirada que viajaba más allá de la mía. Los besos que se intensificaban y la falta de aire.

Llegamos al hotel intentando sacarle desesperadamente la camisa de Harry y que se descosan algunos botones por la brutalidad con la que tiré de ella. Mi todavía novio, porque nunca pisamos un altar ni lo vamos a hacer, llamó a servicio a la habitación para pedir un champagne y recordar viejas épocas en donde Villa Gesell era un lugar en donde podíamos vacacionar tranquilos y sin niños a la vista.

Volver a tomar del pico de la botella porque no nos gustaba ensuciar copas y quedar desconectados del mundo para terminar de quitarnos la ropa y hacernos uno entre carcajadas (porque, claramente, estábamos borrachos).

Despertamos al otro día, con nauseas y dolores de cabeza, las sábanas echas un bollo a un lado de la cama, desnudos y abrazados.

-Hazz... Harry. -Susurraba.

-¡No grites, Jade! -Consecuencias de la borrachera.

-Pero mira. -Y me estiré para agarrar la cajita de condones totalmente cerrada de la mesita, cerca de la cama.

Reímos porque la historia se repetía.

¡No os preocupeis! No son trillizos.

N/A: Ahora sí que sí , hasta siempre Instrucciones. Nos vemos en Instrucciones bajo cero. Como siempre , muchas gracias.
Os quiere y adora , Selley xx

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