Capítulo 1

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Historia conjunta entre InChainsArt y BubbleTeaandCookies.

La luz virtual del cielo seleccionado para esa mañana comenzó a filtrarse por las cortinas electrónicas, proyectando un resplandor tenue en la habitación de Miyabi. Ese día, había optado por un hermoso atardecer anaranjado. El colchón de diseño ergonómico cedió a la presión de su cuerpo al moverse. Los párpados del joven vacilaron un poco antes de abrirse y disfrutar de la imagen holográfica de ensueño que le daba los buenos días. Se sentó en la cama para desperezarse y la falta de mobiliario le golpeó como una bofetada amarga. Su vista repasó lo que bien sabía: sólo unas pocas piezas cuidadosamente seleccionadas por sus padres adornaban el lujoso apartamento, haciendo que este pareciera el piso piloto perfecto. Pero sin alma, vacío.

-Cómo el dueño, debe ser- suspiró con su voz a camino entre barítono y tenor, pero siempre suave, agradable.

Tras una breve pero reconfortante ducha disfrutando la temprana aromaterapia programada en el apartamento y vestirse con su uniforme, se acercó a la cocina. Esta exhibía sus electrodomésticos de última generación sin apenas mostrar señales de uso.

El desayuno consistió en un batido nutricional que se preparaba automáticamente. Miyabi nunca había aprendido a cocinar y al menos así se aseguraba una ingesta equilibrada de los nutrientes esenciales para mantener su físico fibrado.

No mucho más tarde salió de su apartamento con pasos firmes mientras se terminaba de colocar el flequillo, cerrando la puerta con un clic suave y automático, que hizo que sus orejas redondeadas diesen un leve respingo. El ascensor, sin necesidad de esperar su solicitud, estaba listo para transportarlo a la planta baja cuando llegó al final del espacioso pasillo.

Al salir del edificio, toda la atmósfera cambió. El silencio tranquilizante que había en el interior dio paso al bullicio estruendoso de la ciudad. A pesar de tener su apartamento en una de las mejores zonas, Wild City siempre tenía la misma banda sonora. Al menos, para Miyabi. Con sus tapones de cancelación de sonido especiales para felinos, puso rumbo al cuartel de LSPD, abreviación de Legal Security and Protection Department. Lo más parecido a la policía que había en la ciudad, ya que era a la vez una empresa y el único órgano legal que actuaba por orden del gobierno. Miyabi recordó cuando tuvo que estudiar cómo se fundó: la multinacional Egocorp -donde trabajaba casi toda su familia- realizó un rescate económico para ayudar a la policía a mantener el orden en las calles de Wild City durante la crisis. Ahora, se había convertido en una empresa más que protegía los barrios cuya protección pagaban otras grandes corporaciones. Y, aún así, los índices de criminalidad seguían siendo tan altos que a duras penas lograban combatir el 16% de todos los avisos que se recibían a diario. Por ende, los barrios periféricos, más pobres y marginales; carecían de protección y estaban abandonados a su suerte.

Con el paso de los años, los ciudadanos de Wild City parecían haber aceptado aquella abismal diferencia social. Miyabi había escuchado a su tío Kakeru hablar de ello en ocasiones, aunque él apenas si había tenido oportunidad de comprobarlo hasta hacía poco.

Al alcanzar la sede -un enorme edificio de acero y cristal con las siglas y el escudo del LSPD en forma de un enorme holograma sobre la azotea- el bullicio se reemplazó por un silencio tenso, casi sepulcral. Lo único que osaba disturbarlo era el ocasional sonido de pisadas y murmullos. Miyabi se dirigió hacia el ascensor y, de ahí, una vez en su planta y a su escritorio asignado: un espacio funcional que siempre mantenía pulcramente ordenado, con una pantalla holográfica y terminales de comunicación. Al tomar asiento, la voz de su senpai, el teniente Natsuki, resonó en la sala mientras se acercaba a él por el pasillo.

BIO·FERAL | Red de EnigmasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora