Capítulo 5

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—¿Por qué lo hiciste? —Preguntó de pronto, de vuelta en la clínica del cuervo.

—¿Hm? — Søren no apartó su mirada, fija a través de unas gafas de aumento electrónicas con las que revisaba el brazo biónico de Ryo—. ¿De qué hablas?

—No te hagas el tonto, baka —gruñó el dragón—. Te diste cuenta de que estaba en celo cuando empezó a sentirse mal.

—Puede.

—¿Sabías que la medicación no iba a hacerle efecto y le diste un puto paracetamol para mandarnos a casa?

—Puede...

Mendokusai... —masculló el dragón.

Se hizo un silencio extraño, en el que el médico siguió trabajando, revisando y engrasando los componentes del brazo biónico con cara de concentración; mientras Ryo dejaba caer la nuca sobre el cuero de la camilla y dejaba la vista clavada en los focos del techo.

—No debí hacerlo... —murmuró.

—¿No? —Søren siguió hablando sin perder la concentración—. Eres un alfa y él un omega. Es natural que sigáis vuestro instinto.

—Sí, pero no así. No con él.

—¿Es que no te gusta?

—No es eso. —Ryo apartó la mirada—. Ayer estuve muy cerca de perder el control. Sólo podía pensar en morderle, como si quisiera arrancarle el cuello...

Søren alzó por fin la cabeza y se retiró las gafas, descubriendo sus ojos azul topacio. Observó a Ryo con atención, aunque este mantuvo la mirada perdida más allá de las luces.

—Fue tu primera vez con un omega, ¿verdad? —No hizo falta que el dragón asintiera para confirmarlo—. Ese impulso se llama pairing. Es la forma de emparejamiento más básica que compartís los alfas y los omegas.

—Ya sé cómo funciona. Pero no entiendo por qué lo sentí así, de repente. Ni tan intenso. —Ryo se apretó el entrecejo con los dedos.

—Es tu naturaleza, Ryo. ¿No te pasó nunca con Amanda?

—No. —Negó con la cabeza—. Además, ¿por qué me está dando ahora con Miyabi? Yo ya he cumplido con mi ciclo reproductivo, no tiene sentido que las feromonas de un tigre al que apenas conozco me afecten así.

—Cumpliste como beta, con una mujer beta que no soportó tu nueva naturaleza, y tienes una hija a la que no te dejan ver —le recordó. Aunque Søren trató de sonar amable, Ryo no pudo evitar torcer la boca con expresión amarga—. Como alfa, seguirás sintiendo esa necesidad hasta que encuentres un compañero. Cuanto más te resistas, más insoportable se volverá esa sensación, especialmente si estás solo.

Hubo una nota de tristeza en el timbre de Søren que informó a Ryo de que lo decía con conocimiento de causa. Supuso que Shein y él también debían pasar por malos momentos dado que, como beta, Søren lo tenía difícil para contentar los ruts de su pareja.

—Si es como dices, no entiendo por qué me está pasando precisamente con él. ¡Si ni siquiera somos genéticamente compatibles! —Exclamó Ryo—. Él es un tigre siberiano, y yo un cóctel molotov de vete a saber cuántos tipos de especies de reptil. Aunque cediera al impulso, la probabilidad de que pudiera procrear con él es prácticamente nula.

—Bueno —apuntó Søren—. Lo cierto es que no tenemos manera de saber qué tipo de compatibilidad tienes, debido a la enorme complejidad de tu código genético. Sólo sabemos que, ahora que has reducido tu carga, eres más humano que lagarto.

BIO·FERAL | Red de EnigmasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora