Una de las mejores consecuencias de la prueba fue que después todo el mundo estaba deseando conocer los detalles de lo ocurrido bajo el agua, lo que supuso que otra vez Bella compartiera el protagonismo con Harry. Lo que implicaba, a su vez, un respiro de alguna forma para Harry.
Había empezado marzo, y el tiempo se hizo más seco, pero un viento terrible parecía despellejarles manos y cara cada vez que salían del castillo. Había retrasos en el correo porque el viento desviaba a las lechuzas del camino.
Aquella mañana, Bella y George llegaron medio tarde al desayuno, tomados de la mano, lo que provocó bromas y risas tontas entre los otros Gryffindor que estaban sentados desayunando.
—Ya lo sabía —aseguró Ginny a Bella, cuándo ella se sentó a la mesa —. Era obvio.
—¿No podías decirme que te gustaba mi hermano? —Ron miró a Bella, levantando una ceja, mientras ella le ponía mantequilla a una tostada.
Bella subió y bajó los hombros.
—Creí que ya lo sabías. ¿George no te lo dijo?
—Sí, pero...
Hermione hizo callar a Ron cuándo la lechuza parda que Harry había enviado a Sirius con la fecha del permiso para ir a Hogsmeade voló por sobre las cabezas de todos y aterrizó sobre la mesa. En cuanto Harry le desprendió la carta de Sirius se escapó, temiendo que la enviaran otra vez.
La carta de Sirius era casi tan corta como la anterior:
Vayan al paso de la cerca que hay al final de la carretera que sale de Hogsmeade (más allá de Dervish y Banges) el sábado a las dos en punto de la tarde. Lleven toda la comida que puedan.
—¡No habrá vuelto a Hogsmeade! —exclamó Ron, sorprendido.
—Eso parece —observó Hermione.
—No puedo creerlo —dijo Harry muy preocupado—. Si lo atrapan...
—Hasta ahora no lo han conseguido —le recordó Bella—. Y el lugar ya no está lleno de dementores.
Harry plegó la carta, pensando. La verdad era que quería volver a ver a Sirius. De forma que fue a la última clase de la tarde (doble hora de Pociones) mucho más contento de lo que normalmente se sentía cuando bajaba la escalera que llevaba a las mazmorras.
Malfoy, Crabbe y Goyle habían formado un corrillo a la puerta de la clase con la pandilla de chicas de Slytherin a la que pertenecía Pansy Parkinson. Todos miraban algo que Harry no alcanzó a distinguir, y se reían por lo bajo con muchas ganas. La cara de Pansy asomó por detrás de la ancha espalda de Goyle y los vio acercarse.
—¡Ahí están, ahí están! —anunció con una risa tonta, y el corro se rompió.
Harry vio que Pansy tenía en las manos un ejemplar de la revista Corazón de bruja. La foto con movimiento de la portada mostraba a una bruja de pelo rizado que sonreía enseñando los dientes y apuntaba a un bizcocho grande con la varita.
—¡A lo mejor encuentras aquí algo de tu interés, Granger! —dijo Pansy en voz alta, y le tiró la revista a Hermione, que la tomó algo sobresaltada.
En aquel momento se abrió la puerta de la mazmorra, y Snape les hizo señas de que entraran.
Hermione, Bella, Harry y Ron se encaminaron hacia su pupitre al final de la mazmorra. En cuanto Snape volvió la espalda para escribir en la pizarra los ingredientes de la poción de aquel día, Hermione se apresuró a hojear la revista bajo el pupitre. Al fin, en las páginas centrales, encontró lo que buscaba. Harry, Bella y Ron se inclinaron un poco para ver mejor. Una fotografía en color de Harry encabezaba un pequeño artículo titulado «La pena secreta de Harry Potter»:
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IV. El Cáliz de Fuego | La Historia de los Potter
FanficTras otro abominable verano con los Dursley, Harry y Bella se disponen a iniciar el cuarto curso en Hogwarts, la famosa escuela de magia y hechicería. A sus catorce años, a Harry y Bella les gustaría ser dos jóvenes magos como los demás y dedicarse...