-CAP 7-

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Me dió vuelta y aprisionó mis manos con las suyas, su cuerpo contra el mío. Sentía su bulto en mi trasero, intentando no hacer ningún ruido con sus movimientos. Unas lágrimas escaparon y gire mi cabeza para no verlo.

-Te ves tan sumiso -. Dijo en mi oído para luego morderme.

Pasaba mis manos arriba de mi para desvestirme y en unos cuantos truenos ya podía verme él y yo sin nada de ropa. Me sentía cansado pero parecía que la sensación de excitación podía llegar a ser mayor.

Y como si su comportamiento ya no fuera tan raro se me quedó mirando en silencio. Su vista recorría mi cuerpo. Volvió a poner mis manos al costado de mi cabeza.

-¿No te has preguntado la razón de que te eligiera a tí? -.

Un trueno iluminó su rostro, sus cabellos peinados hacia atrás con mechones en su frente, me miraba con sus ojos negros fríos e inexpresivos como miraba a los demás países en aquellas reuniones, como me miraba a mi cuando salía de ellas, hablaba con otro país o hacíamos comercios. Vi su cuerpo, era el de un alfa, el de uno que le gustaba cuidar su apariencia. Tal vez se percató de mi mirada o sintió mis feromonas porque lo escuché reír. Recordé la pregunta y lo miré a los ojos buscando respuesta a lo que tanto pedí en estas semanas.

Nos miramos entre las luces de afuera. No había miedo o excitación, solo curiosidad. Ambos queríamos saber esa duda. ¿Por qué?

El ambiente era incómodo, solo nuestras respiraciones chocaban contra el silencio abrumador. Él seguía presionando mis muñecas con sus manos, su cuerpo se sentía como un pesado aire en el mío, y por fin, quitó la mordaza sobre mi boca, él seguía en silencio mientras movía mi boca adormecida y haciendo muecas extrañas con el sabor del plástico todavía en la lengua.

-Desde que supe de tu existencia... -. Dio un suspiro -Cómo puedo explicarlo... Eras un desastre -.

¿Cómo?

-Quiero arreglar el desastre que eres -.

¿Tengo algo malo?

No dije nada, mejor estar callado antes de que vuelva a privarme de hablar. Me estremecí al sentir como se tiró al lado mío, puso uno de sus brazos en su cabeza y comenzó la peor declaración que he escuchado en mi vida.

-Con deudas, sin estabilidad económica ni social y para suerte... un "Sudaca" -.

Tocaba mis muñecas dónde él me había dejado rojo mientras procesaba cada palabra y... por alguna razón, dolía. Me lo han dicho otros países y me he dado cuenta yo mismo pero sus palabras me hacían bajar la mirada y que mi pecho doliera.

-Eres un imán de eventos desafortunados, no has conseguido nada de alguno de tus sueños -. Deje lo que hacía para verlo a sus ojos, supo la duda que tenía. -¿Cómo sé? Dios, sé todo de ti. Cómo cubres tus heridas, cuando te veías en el espejo deseando no ser un omega o la familia que quisiste, si, las dos niñas, Malvinas y Soledad arrebatadas por aquel inglés y destruyendo tu último sueño -. Dio un suspiro que luego formó otro silencio aberrante de un odio transformado en tristeza que invadía mi mente. No podía moverme, olvide de cómo sentir por un instante, recordando todo, fechas, países, momentos fríos y soledad, personas en escenas que marcaron mi pueblo y mi persona, me preguntaba cómo alguien aguantaba tanto y... los recordé.

Recordé a mi madre, los amigos que tuve y los recuerdos que guardaba donde se encontraba la promesa y los sueños que tenía. Me di cuenta que quería hacerme sentir menos, quería controlarme no solo física sino también mentalmente, quería que no quede rastro de quien era. Por primera vez no sentí miedo a su lado y él lo notó. Gire mi cabeza y lo vi.

-No. -.

-Mh? -.

-No es así -.

El ambiente se tensó y su semblante cambió a uno serio. Aún oíamos la lluvia caer.

-No todo es malo, mi madre... fue la mejor persona que tuve en mi vida, me enseñó más que cualquiera y mis amigos, ya sabes, Perú, Chile -.

-Te traicionó -.

-Recuerdo cuando jugábamos en la calle, sobre los girasoles de la Patagonia, mirábamos el mar o cuando volvíamos con barro a nuestro hogar -.

-Cierra la boca -.

Ohh, claro que no hijo de perra, vos sabes mi pasado y yo el tuyo. No te la voy a dejar tan fácil.

-Recuerdo cuando jugábamos partidos juntos, sin importar la hora -.

Estaba enojado y yo lo sabia, queria dejarle en claro que siempre habría algo que no quitara de mí. Entendía el riesgo de provocarlo pero solo di un suspiro bajo y seguí.

-Cuando andábamos en bicicleta -.

-No -.

-Los besos de buenas noches -.

Él me tomó de los hombros y volvió a inmovilizarse, de vuelta, encima mío, me sentía sumiso.

-He dicho -. Su agarre se hizo tan fuerte que gemi adolorido -Que te cierres la boca-.

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