Poema 20 (Segunda parte)

41 3 1
                                    


No quiero despertar en las mañanas y sentir la necesidad urgente de tomar el teléfono para encontrar por azar un mensaje tuyo como recordatorio de tu presencia.

No quiero seguir escuchando canciones tristes que llevan tu nombre desde que no estás y odiar ver a las parejas cuando se aman porque el vacío se hace latente.

No quiero ir a dormir en las noches y que sea tu rostro el último recuerdo o el último suspiro antes de suspender mi vida por unas horas (que irónicamente sería el único lugar donde podría verte, pero no te busco, no te encuentro) Habitas tan profundamente toda mi realidad, que ya no puedo dibujarte en la fantasía.

Es extraño, ¿sabes? Porque no quiero saber de ti, no quiero saber qué haces mientras llueve; es más, me es indiferente. Pero al mismo tiempo, siento a veces la urgencia irreprogramable de volver a ti solo por un breve segundo. Mis vacíos y ausencias huelen a ti, pero mis partes llenas, mis mañanas ocupadas te sienten a 3.000 km por hora.

¿Qué hacer si te quiero y no? ¿qué hacer si el tiempo no sana como todos dicen, sino que, por el contrario, alimenta estas ansias de ti?, ¿qué hacer si la distancia no te separa de mi psiquis desesperada? ¿qué hacer si las gotas de lluvia en la carretera me recuerdan tu sudor y los rayos de sol tu risa dorada? ¿qué hacer si intento huir de ti, pero estás en todas partes?

¿Qué hago con todo esto?

Si 

no

tengo

nada.

Todas las ausencias que me habitaronDonde viven las historias. Descúbrelo ahora