Registros de Orario del Minecrafter tramposo bastardo

#30 ondas

#30 ondas

En la base secreta debajo de la habitación de Steve, no se escuchaba ningún sonido excepto el giro del portal que arrojaba un brillo púrpura sobre el contenido de esa habitación. En algún lugar afuera, se escuchó el canto de un gallo, y luego las campanas comenzaron a sonar cuando la Puerta Sur de la ciudad se abrió para que entraran personas y viajeros.

Justo cuando el sol de la mañana aparecía en el horizonte, el portal Nether brilló antes de que Steve saltara y aterrizara temblorosamente en el suelo, un poco desorientado por el salto interdimensional. Tosió un poco de ceniza de la boca mientras se levantaba.

Había entrado con su atuendo icónico, el de un top azul, pantalones azul oscuro y botas grises. Pero ahora estaban cubiertos de hollín y Steve notó que había traído consigo un olor volcánico. El olor había sido prominente y abarcador en el lugar del que acababa de llegar, pero ahora que tenía aire normal con el que comparar, se dio cuenta de que si caminaba alrededor de la gruta, entonces los dos dioses de arriba pensarían que todo el maldito lugar estaba en llamas.

Dejó una bolsa en la mesa que tintineaba con el contenido del interior y se dirigió a otra habitación contigua a esta escondida solo para este propósito. Como esperaba un resultado como este, se había construido una piscina en la que podía bañarse para librarse de olores sospechosos.

Mientras se sentaba en el baño, empapándose del aroma y observando todo el hollín salir de su cabello y su cuerpo, su mente volvió a su viaje al infierno. Al principio estaba oscuro. La única fuente de luz era la de donde estaba la lava, pero el techo estaba oculto a la vista porque no llegaba ningún nivel de luz. Tuvo que ponerse FullBright como en el juego para ver allí arriba.

Habiendo entrado en modo Creativo, se había asegurado de que no sería atacado nada más verlo y, dado que no había hostiles inmediatos para recibirlo, dado que el portal había terminado en un bosque deformado, había salido. en Survival y lo primero que lo golpeó fue el calor. Bueno, para ser honesto, en realidad fue cálido con él... pero incluso eso podría significar algo.

Para alguien como él que tenía niveles increíbles de durabilidad, además de tener resistencias anormales en los niveles de rango SSS y todavía había sentido ese calor, aunque muy poco... bueno, no podía imaginar lo castigador que sería para un aventurero de nivel inferior. y mucho menos una persona normal.

Los personajes de Minecraft realmente eran unidades natas. Si pudieran entrar en una dimensión como esa y no hervir en el momento en que pusieron un pie, entonces serían lo suficientemente sobrehumanos como para apoderarse de la Tierra con un pequeño ejército contingente de ellos. Especialmente cuando notó el fuerte aumento de la gravedad. Había leído en algún lugar antes que la gravedad estimada de Minecraft era aproximadamente 3 veces mayor que la de la Tierra.

Su físico sobrehumano lo había sostenido, pero la gente normal no habría sobrevivido. Había sentido el peso y sintió el cambio en la presión atmosférica. Por lo tanto, concluyó que a las personas normales no se les podía permitir en absoluto ingresar a Minecraft desde Danmachi. Los mortales normales no sobrevivirían en absoluto porque ese tipo de presión probablemente sería suficiente para hacer explotar sus corazones y otros órganos vitales.

Dudaba incluso en traer un nivel uno al supramundo, y mucho menos al Nether. Por lo tanto, concluyó que cuando finalmente pusiera en marcha su programa, solo los aventureros de primera y segunda clase podrían venir al Nether, ya que solo ellos probablemente podrían tener la resistencia y la fortaleza para resistir los efectos del reino del fuego. Especialmente considerando lo poco que había para respirar en ese lugar.

Steve tampoco se cansaría nunca de las turbas realistas. Había engendrado algunos antes para acostumbrarse a ellos, pero siempre le sorprendía lo feos que eran esos monstruos. Los originales pixelados parecían lindos y originales a veces, pero cuando los vio en realidad... la primera vez que conoció a un Piglin allí... ¡ qué asco !