Registros de Orario del Minecrafter tramposo bastardo

Cap:86 Freya

Cap:86 Freya

Steve se encontraba de pie junto a la ventana, haciendo girar una bebida en un vaso mientras miraba por la ventana una vez más. Le resultó bastante difícil, como llegó a descubrir, salir de esa sensación de poder en esa posición elevada. El poder adoptaba distintas formas, y él solo había sentido respeto por el poder físico, el que se podía usar en combate y para matar. Pero la gente también subestimaba el poder que venía en forma de estatus.

Falso poder...pero poder al fin y al cabo.

El solo hecho de estar allí, en lo alto de esa torre, lo situaba simbólicamente en la cima del mundo, algo que impactaría a la gente a una escala mucho más sutil pero mayor que cualquiera de sus demostraciones. Les afectaría a nivel subconsciente, como lo que podían ver y procesar físicamente. Estar allí arriba mirándolos desde arriba haría que la gente lo respetara instintivamente porque se había ganado esa posición, y no porque los hubiera asustado para que lo hicieran.

Sus recientes demostraciones tenían como objetivo infundir miedo y mostrar a su Familia y a él mismo en el campo de juego para que todos los vieran. Poderosas personalidades distinguidas se reunieron en un solo lugar, bajo un estandarte desde el que eclipsarían al resto del mundo, y se vieron aumentadas por el hecho de que su patrón no era otro que uno de los Primordiales más fuertes, si no el más fuerte, que jamás haya existido en esta realidad, no solo consolidando su influencia entre los mortales sino también entre los dioses.

Steve tarareó mientras tomaba un sorbo mientras pensaba en ese último tema. Durante su estancia en este mundo, había hecho todo lo posible por averiguar la historia exacta de este mundo y qué papel desempeñaban los dioses en él. Al igual que en su antiguo mundo, existía una mitología sobre los dioses y diferentes naciones los adoraban en la antigüedad, ofrecían tributos, sacrificios y homenajes en su nombre y construían ciudades y monumentos en su gloria. Y al igual que en su antiguo mundo, los dioses que se suponía que eran los más antiguos y poderosos, a menudo eran los más olvidados y los más oscuros.

Al investigar sobre Ptah y sus seguidores, Steve no pudo encontrar casi ningún registro de él en los libros de historia de Genkai. Solo algunas breves menciones aquí y allá y demás. Pero casi siempre eclipsadas por el nombre de Ra, ya que se aceptaba comúnmente que Ra era el rey del Panteón de Ptah. El propio Ptah era un personaje secundario en la mayor parte de la historia registrada de este mundo, por lo que tenía sentido que algunas personas tildaran a sus adoradores de herejes y todo eso, porque la adoración de los otros dioses era mucho más popular.

En la actualidad, la gente ya no adoraba a los dioses. Tal vez el hecho de poder verlos en persona les quitó gran parte de ese respeto y magnanimidad que tenían antes y ahora la gente solo los buscaba por poder y estatus. Mientras que antes, los dioses solo entraban en contacto con los mortales a través de los Espíritus. Los Espíritus eran los más honrados y reverenciados de las razas terrenales porque eran los intermediarios entre los dioses y los mortales, muy parecidos a los ángeles entre Dios y el Hombre en las escrituras de las religiones abrahámicas.

Por eso, los mortales se referían a ellos con toda seguridad como los Hijos de los Dioses. En aquellos tiempos primitivos, lo más frecuente era que un Espíritu sirviera a un dios o diosa en particular. Y si un mortal hacía un contrato con un Espíritu, sin darse cuenta estaba extrayendo poder del dios al que servía ese Espíritu en particular.

Argonaut tenía un contrato con el espíritu Júpiter. Eso, más que cualquier otra cosa, indicaba una conexión con Zeus, lo que explicaría por qué Zeus se mostraba tan evasivo en cuanto a los antecedentes de Bell. Steve no se sorprendería, en realidad, si Zeus hubiera bajado para formar una Familia, para que un día Argonaut renaciera en sus manos. Había algo poético en que Zeus finalmente recibiera lo que buscaba en el momento en que había perdido todo lo demás y de ninguna manera podía hacer uso del chico que había esperado.