𝙲𝚊𝚙 ⑧

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Los días pasaron volando y justo como la omega prometió le ayudó en todo lo que pudo preparando la fiesta, aunque no fue la única que le echó una mano, Midorya no se quedó atrás y mientras Uraraka se encargaba de la comida él hizo lindas decoraciones para la casa.

El día llegó antes de lo esperado y para cuando se dio cuenta alrededor de diez niños que no conocía en su mayoría corrían y jugaban por todas partes en su reducido apartamento.

Mientras por otro lado su pequeño permanecía en su cochecito con aires de superioridad luciendo hermosamente las tiernas gafas de sol que le había regalado la castaña por su cumpleaños, no se cansaba de ver a su pequeño tan tierno, de hecho él y Uraraka habían llenado las memorias de sus teléfonos con fotos del adorable infante.

- Yo no invité a tanta gente... - Se quejó por lo bajo hablando con la castaña que acomodaba la mesa de bocadillos.

- Tranquilo, son compañeros de clases de mis niños, te hará bien socializar con otros padres y a Hikaru con otros niños.

- Hikaru solo tiene un año, no sabe hablar, menos socializar.

- Eso es lo de menos, cariño - Rió rodeándolo por los hombros con un brazo para indicarle que mire hacia un mueble lleno de cajas decoradas. - Mira todos esos regalos, entre más invitados mejor.

Katsuki no podía refutar eso, era cierto que le complacía ver que su pequeño había recibido tantas cosas.

- Vale, lo acepto.

- Además, ni siquiera tienes que tolerarlos, ese guapo alfa se está encargando de cuidarlos bien. - Dijo dándole algunos golpecitos con el codo consiguiendo un sonrojo por parte del cenizo que avergonzado miró al alfa.

Este se encontraba en medio de la sala jugando con los niños, de cierta forma parecía ser parte de ellos con su aire infantil organizando los juegos. La escena le enterneció, y pensar que en un inicio la primera vez que lo vio intentó cerrarle la puerta en la cara, había dicho la verdad, adoraba los niños y tenía la pasión y carisma necesarios para cuidar de ellos.

Sus ojos por un momento se encontraron al Midorya notar que le estaban mirando, y como si ese contacto visual les ardiera ambos apartaron la mirada a toda prisa mostrando pequeños rastros de sonrojo en sus mejillas.

Para Uraraka este gesto no pasó desapercibido, si algo sabía de Bakugou luego del tiempo que llevaban de amistad es que él no era nada sincero con sus sentimientos, más bien era torpe y muchas veces se le dificultaba a él mismo saber lo que sentía. Al igual que también sabía lo solo que se sentía y que sin duda alguna necesitaba compañía. ¿Y quién mejor que ese apuesto y joven alfa que babeaba por él y claramente le comía con la mirada? Si las cosas continuaban así pasarían años antes de que dieran el primer paso para iniciar algo, así que decidió tomar en sus manos la responsabilidad de hacer algo.

- Ah.. Katsuki, se me olvidaron unos cuantos bocadillos en casa. ¿Crees poder ir por mí a buscarlos?

- Claro.. ¿Dónde...?

- ¡Midorya-kun! - Chilló por encima del bullicio de los niños llamando la atención del peliverde y a su vez provocando un estremecimiento en el cenizo. - ¿Puedes ayudar a Katsuki? Tiene que ir a buscar muchas cosas en mi casa.

- Ah.. emm.. - Buscó la mirada del omega pero este la evitó a toda costa dándole a entender que no le agradaba la idea. - Yo no creo que...

- Perfecto, aquí tienen las llaves. - La castaña no lo dejó terminar y antes de que pudiesen negarse empujó al par fuera de la casa. - Tómense su tiempo, yo me encargo de todo por aquí. - Dijo guiándo un ojo y sin más les cerró la puerta en la cara.

Por un momento se quedaron en un silencio incómodo procesando lo que acababa de pasar hasta que Bakugou se quejó por lo bajo.

- Esa maldita cara redonda... - Apretó sus puños sintiendo que su rostro explotaría sonrojado.

- ¿Pasa algo? - Preguntó el alfa confundido al no haber entendido sus palabras tras pronunciarlas en un tono tan bajo.

- No, no es nada, vamos por esas malditas galletas. - Respondió y sin más empezó a caminar por el pasillo en busca de la casa siendo seguido por el alfa.

Una vez llegó a la entrada sacó las llaves y abrió sin problemas ya que conocía de memoria la llave correcta, después de todo no era la primera vez que se encontraba en una situación como esa.

Todo estaba oscuro en el interior así que prendió las luces en la entrada y pudo notar como la lámpara parpadeaba por un momento, de igual forma no quiso darle importancia y se limitó a caminar hasta la cocina en busca de los bocadillos.

Tras él iba el peliverde en silencio sin perderlo de vista, sentía que debía decir algo para romper con el incómodo ambiente que existía entre ambos, pero no estaba seguro de qué decir.

- Ven, toma tú los dulces de esa mesa. - Ordenó señalando los bocadillos y el pecoso asintió llendo en busca de ellos.

Ya tenían todo en manos y se disponía a salir de la casa, cuando el cenizo sin darse cuenta pisó un juguete que estaba en el suelo lo que provocó que perdiera el equilibrio y callera. El alfa al notarlo actuó sin pensar en las consecuencias y se aproximó a él para ayudarlo provocando al final que ambos caigan en el suelo uno encima del otro terminando todos los bocadillos desparramados también en el piso.

- Maldición... - Se quejó el omega por lo bajo debido al golpe que había recibido en la cabeza y al sus ojos quedar conectados con los del alfa que se encontraba sobre su cuerpo se quedó estático en silencio.

Ninguno era capaz de articular palabra o moverse, solo se miraban fijamente deseando en el fondo que el contacto que mantenían en ese momento no terminara.

- Yo... - Empezaron a decir al unísono pero antes de poder terminar la oración escucharon como el foco de la luz estalló y se quedaron por completo a oscuras.

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*El foco de la luz:* Este es mi momento ;)

¡Holis! Espero les haya gustado este capitulo, pronto estaré publicando la continuación.
No duden en decirme sus opiniones en los comentarios.
Sin más que decir me despido, besitos. ^^

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░ ࣪ 🌻.ꦿ𝑀𝑎𝑚𝑎́ 𝐿𝑢𝑐𝒉𝑜𝑛𝑎 ⿻ [EN EDICIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora