Día 13

41 5 0
                                    

Aborto

La noche estaba tranquila, el único sonido era el suave zumbido del aire acondicionado y el lento latido de mi corazón. Ikki y yo estábamos acurrucados en la cama, su brazo alrededor de mi vientre, donde nuestro bebé crecía. Cada pequeño movimiento, cada pequeño latido, era un milagro. Un sueño hecho realidad.

Pero entonces, el dolor comenzó. Fue un dolor agudo, un dolor que me atravesó como un rayo. Intenté ignorarlo, pensé que tal vez era normal, pero entonces sentí la humedad en las sábanas. Miré hacia abajo y vi la sangre. Mi corazón se detuvo.

— Ikki — susurré, mi voz temblaba. Él se despertó de inmediato, su rostro pasó de la confusión al horror cuando vio la sangre. Sin decir una palabra, me levantó en sus brazos y corrió hacia el coche.

El viaje al hospital fue un borrón. Recuerdo las luces de la ciudad pasando rápidamente, el sonido de la sirena del coche, la cara pálida de Ikki. Pero lo que más recuerdo es el silencio. El terrible, ensordecedor silencio.

Cuando llegamos al hospital, fue demasiado tarde. Habíamos perdido al bebé.

Las siguientes horas fueron un torbellino de lágrimas y desesperación. Ikki y yo nos aferramos el uno al otro, llorando por nuestro bebé perdido, por nuestro sueño roto. 

Los días siguientes fueron difíciles. Me encontraba en un estado de constante tristeza, una nube oscura que parecía seguirme a donde quiera que iba. Me sentía culpable, como si de alguna manera hubiera fallado a nuestro bebé. Me odiaba a mí mismo por no poder protegerlo, por no poder mantenerlo a salvo.

Ikki estaba a mi lado durante todo el proceso, sosteniéndome cuando las lágrimas amenazaban con ahogarme, hablándome con palabras suaves y reconfortantes. Pero a pesar de sus esfuerzos, me sentía perdido.

Una noche, mientras estábamos sentados en silencio en nuestra sala de estar, Ikki me tomó de la mano. — Seiya— dijo, su voz suave pero firme. — No puedes seguir culpándote por lo que pasó. Fue una tragedia, sí, pero no fue tu culpa.

Levanté la vista para mirarlo, las lágrimas borrosas en mis ojos. — Pero yo...—comencé, pero él me interrumpió.

—No— dijo. — No hiciste nada malo, Seiya. A veces, las cosas malas suceden, y no hay nada que podamos hacer para evitarlo. No puedes seguir castigándote por algo que estaba fuera de tu control.

Sus palabras, aunque duras, eran lo que necesitaba escuchar. Sabía que tenía razón, pero aceptarlo era otra historia. Sin embargo, prometí intentarlo, por él y por mí.

A partir de ese día, las cosas comenzaron a cambiar lentamente. Aún había días en los que la tristeza me consumía, pero también había momentos de luz. Momentos en los que podía reír, momentos en los que podía recordar a nuestro bebé sin sentir un dolor insoportable.

Y aunque el camino hacia la recuperación era largo y lleno de obstáculos, sabía que no estaba solo. Tenía a Ikki a mi lado, sosteniéndome, guiándome. Y con él, sabía que eventualmente, encontraríamos la manera de seguir adelante. Juntos.

𝑨𝒏𝒈𝒔𝒕𝒓𝒖𝒂𝒓𝒚 ~ 𝑰𝒌𝒌𝒊×𝑺𝒆𝒊𝒚𝒂Donde viven las historias. Descúbrelo ahora