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Cuando Euijoo subió por los peldaños de la escalera sintió las primeras lágrimas silenciosas caer, se sintió ridículo el seguir llorando luego de ser reconfortado por los chicos, así que rápidamente seco las gotas de agua. Y cuando llego a su habitación por primera vez en minutos se sintió en un gran porcentaje seguro. Inhaló, llenando sus pulmones de aire y se dirigió al baño. Al salir de su ducha y comenzar a ordenar su ropa, se preguntó porque las lágrimas seguían cayendo por sus mejillas, se suponía que estaba bien, no estaba solo y estaba a salvo. Cerro sus ojos, suspiró y volvió abrirlos. Tomo las mantas de su cama, las abrió y se acomodó, mentalizándose de que todo estaba bien.

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Nicholas lo pensó muchos minutos, pero luego de un rato decidió hacerlo.

En su cabeza seguía rondando el que Euijoo estaba mal, sentía su pecho apretarse al pensar en lo asustado que debe haber estado, en que estuvo solo, en que él debería haber estado ahí, nunca deberían haberse separado y sabía que pensar en todo eso no serviría para nada pero no podía evitarlo. Estaba frustrado y solo esperaba que no fuera lo suficientemente grave.

Subió lentamente las escaleras, llegó a su habitación, cambió sus ropas luego de tomar una caliente ducha y pasó sus manos por su cara, aún no estando del todo convencido de lo que haría pero aún así lo intentaría.

Abrió despacio su puerta, miro el pasillo para asegurarse de que nadie estuviera ahí, así que cuando notó que estaba despejado, salió lentamente y cerró con suavidad su habitación. No tuvo que caminar mucho porque sus habitaciones estaban bastante cerca la verdad, algo que agradeció demasiado en ese momento. No estaba tan seguro de golpear así que abrió la puerta contraria y asomó su cabeza viendo la habitación a oscuras por lo que no tuvo otra opción que hablar.

— ¿Euijoo, estás despierto? —susurró.

— Lo estoy —escuchó de vuelta.

— ¿Puedo pasar? —preguntó otra vez.

— Puedes —con la afirmación, se adentró suavemente y cerró la puerta detrás de él, acercándose a la cama en donde estaba el castaño de lindas mejillas.

— Hey...escuche que no tuviste una buena noche.

— Pues las noticias son correctas.

— ¿Estás bien? —hubo unos minutos de silencio.

— Un poco —le escuchó susurrar y podía jurar que su voz tembló un poco.

— ¿Puedo ayudarte en algo?.

— Yo...si, hay algo pero tal vez es un poco vergonzoso.

— ¿Qué es? —preguntó frunciendo su frente por más que el contrario no pudiera verlo.

— ¿Podrías aplicarme el gel que K hyung me dió?.

— Oh si claro, no hay problema con ello.

— Gracias. Puedes prender la luz —Nicholas se acercó al pequeño mueble que estaba en un costado viendo una lámpara pequeña, casi así como una portátil.

— ¿Es esta? —escuchó un sonido de afirmación por parte del menor— Necesito que te saques la camiseta —pidió el mayor viendo como el contrario se sonrojaba— No te avergüences, no hay porque.

— Okay —vio como lentamente el castaño levantaba la camiseta para pasarla por encima de su cabeza y dejarla en un costado.

— Dios Euijoo —exclamó el taiwanés cuando vió el torso del menor con varios golpes esparcidos. Y por más que estuviera cubierto de esas marcas, tenía que aceptar que a pesar de haber dicho que no había porque avergonzarse (o por lo que ponerse nervioso), él, en esos momentos lo estaba, porque Euijoo era hermoso, demasiado y tal vez podía estar jugando con un poco (mucho) de su cordura— ¿Duele mucho? —preguntó tratando de no pensar demasiado en el castaño sin camiseta enfrente de él

war love | NICHOJOODonde viven las historias. Descúbrelo ahora