2. Consecuencias

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"Estoy desnudo"—se repetía Bill una y otra vez mientras se limpiaba las mejillas de lágrimas.

No podía apartar la vista de la imagen que la pantalla del portátil mostraba sin ningún tipo de pudor. Allí se encontraba, tumbado desnudo sobre la cama con el mentón inclinado, la cabeza en un ángulo suave, un brazo cruzado sobre el vientre y otro sobre la frente, en la postura del durmiente que sueña.

Quien quiera que hubiese sacado la foto se había arriesgado mucho, pero por la expresión relajada de su cara se notaba que estaba profundamente dormido, y no se había enterado de nada.

—Míralo de otro modo, es una bonita foto...y tu cara ni está hinchada—rió Georg a su lado.

—¡No mires!—gritó Bill cerrando el portátil de golpe.

—Deberías tener más cuidado con las chicas que llevas a casa—aconsejó Georg ya más serio.

—¿Qué quieres decir?—preguntó Bill con curiosidad.

—Yo antes de acostarme con una chica la registro de arriba abajo por si lleva alguna cámara escondida, así me evito disgustos como este—explicó Georg golpeando con el dedo el portátil.

Bill lo alejó todo lo posible de su amigo, dejándolo en el extremo más alejado de la mesa, como si así se solucionara el problema. Apartarlo lo más lejos posible de él hasta que lo olvidara.

Como hizo con Tom. Enterró bien hondo sus palabras como si nunca las hubiera escuchado, solo que las recordaba a la perfección por mucho que se esforzara en olvidarlas.

Además, su mera presencia se las recordaba. Cada mirada suya, cada sonrisa que le dirigía,... recordándole que estaba siempre presente en sus pensamientos, que él tampoco lo olvidaba fácilmente, si es que se había propuesto hacerlo.

—Sabes que yo nunca subo a una chica a la habitación del hotel, esto debe ser un montaje bien hecho—dijo Bill tratándose de convencerse más a sí mismo.

—No he dicho nada de un hotel, esa foto la han hecho en tu propia cama, en tu habitación del apartamento—señaló Georg con firmeza.

—¿Y como lo sabes?—preguntó Bill con miedo a su respuesta.

"¿Habrá sido él?"—no pudo evitar pensar.

—¡Joder, Bill! He reconocido la colcha sobre la que estás tumbado, fíjate mejor—dijo Georg tratando de coger el portátil.

—¡He dicho que no la mires!—gritó Bill de nuevo sin poder contenerse.

Se quedó mirándole mientras jadeaba, volviendo a ver esa imagen flotar en su cabeza. Su amigo tenía razón. Cuando la vio se quedó paralizado y solo se fijó en su desnudez, pero habiendo concentrándose mejor pasado el susto inicial, podía ver claramente la colcha que adornaba su cama de la habitación del apartamento.

¡Su propia habitación en el apartamento! Solo había una persona que hubiera podido hacerlo. Cerró los ojos y juraría que podía ver a su hermano entrando a hurtadillas en su habitación, acercándose hasta la cama para comprobar que estaba profundamente dormido, escuchando su suave respirar y algún que otro suspiro.

Entonces levantaría el móvil que llevara en sus manos y le sacaría la maldita foto antes de que se despertara. Y luego se marcharía sonriendo tan satisfecho.

Pero... ¿y si además de la foto hubo algo más? Tal vez viendo que no se despertaba y teniendo al alcance de su mano lo que con tanto miedo le negaba...tal vez extendiera una mano y con temblorosos dedos le acariciara...gimió al pensar si en algún momento pudo sustituir los dedos por sus labios, pasar la lengua por su miembro haciéndole gemir en sueños...

Porque eres míoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora