Percabeth (taylor's version)

The story of us

¿Quién en su sano juicio asistía a una reunión de grupo de viejos amigos -los cuales compartía con su ex- cuando había terminado con él hacía menos de dos meses?

La respuesta era clara, brillante, dorada casi igual que sus cabellos cada que daban con el sol: Annabeth.

—Estoy aquí por Thalia —se susurro a si misma cuando a lo lejos lo vio hablar con su antigua amiga pelirroja.

Tomó una gran bocada de aire y se dirigió a la cocina por un vaso de agua fría, muy fría.

La forma demasiado rapida de beber el líquido le hizo congelar la mente, pero todo se volvió fuego cuando sintió la presencia de alguien más en el mismo lugar y fue peor cuando descubrió de quien se trataba, es decir, su aroma a mar lo delataba.

Su cuerpo entró en combustión y la ansiedad atacó su sistema. ¿Debía hablarle? ¿Fingir que no estaba ahí y salir como si nada? Maldita sea, qué tenía que hacer...

—Annabeth.

Por suerte, o mala probablemente, no necesito respuesta para sus dudas existenciales.

Como siempre, él comenzó, sacando de sus labios su nombre, de una forma que aún, luego de la inexistente comunicación entre ambos durante casi nueve largas semanas, la dejaba sin aliento.

—Percy —decir su nombre, luego de tanto le había dejado un nudo en la garganta.

Lo vio. Annabeth hizo un esfuerzo sobrehumano para girarse y verlo, y quizás lo más doloroso fue notar la escasez de cualquier sentimiento que no fuera decepción.

Era muy consiente de que él no diría nada, pero su corazón conservaba la vaga esperanza de que de sus labios saliera un "Te he extrañado... aún te amo".

Jugo con el dobladillo de su camisa mientras sus ojos detallaban la cocina, luego a él, de nuevo la cocina y así, como un patrón de sufrimiento que buscaba controlar sus alterados nervios.

Pero al verlo fingir una pequeña sonrisa y luego desaparecer sin decir nada más, supo que aquello no pasaría. Y estaba a nada de tomar su bolso y salir a recibir el cruel frío de Nueva York mientras de lamentaba de no poder besarle, pero no lo hizo ¿Por qué? Por la simple razón de que no podía.

No podía dejar que nadie viera y menos él lo mal que lo estaba pasando. Porque lo que menos necesitaba es que Percy, siendo el Percy que conocía, se culpara de algo que no era más que su propia culpa.

¿Quién se había nublado por los celos?

¿Quién le había gritado?

¿Quién hizo que todo se descontrolara por no abandonar su orgullo y decirle que lo amaba?

¿Quién tenía las infinitas malditas inseguridades por sentirse insuficiente para cualquiera?

Sí, ella: Annabeth Chase.

La rubia regreso al salón, mantuvo la calma tan bien que incluso entabló una conversación casual con Jason sobre los diferentes planos que había realizado mientras él le comentaba sobre el último libro de Mars que acaba culminado hacia menos de dos días.

Hablaron de la ausencia de Thalía, debido a una emergencia con su escuadrón de investigación policial "Las cazadoras", de cómo aquello le había hecho sentar cabeza y otras trivialidades hasta que la pelinegra llegó a su propia casa uniendoseles a su conversación.

—¡Thals! ¡Hasta que te dignas a aparecer!

—Chase, es bueno verte. Ya decía yo que morías por verme, pero no creí que fuera tan literal —la ojiazul abrazo a la que quería como su hermana.