Yumei aún no estaba acostumbrada. Faltaban cerca de dos horas para que finalizara turno y el letrero de afuera se consumiera por la oscuridad de la ciudad, continuó atenta a los clientes, las órdenes y también las bebidas, lo último que quería es que alguien tomara uno de sus cócteles para alterarlo.
Un suspiro sale de sus labios al mirar de reojo una de las esquinas poco iluminadas, de pie con un Manhattan en mano se encontraba Peter, sumido en su propio mundo solo como él sabía hacerlo, fingiendo que la copa era lo más interesante al darse cuenta que había sido descubierto. Pero cómo podría ignorar esa intensa mirada si desde que había puesto un pie dentro de Velvet el trajeado no había hecho otra cosa más allá de beber y verla.
Sus ojos vuelven a encontrarse—Si vas a mirarme podrías hablar–dice la bartender con una sonrisa haciendo que el chico desvíe la mirada. Era curioso, hace un par de días ella era la avergonzada y ahora el sonrojado era otro.
—No tengo idea de a qué te refieres–murmura sin darle la cara, apretando un poco los dedos alrededor del tallo de la copa.
—Esta es la parte donde me aseguras que no querías molestarme–
—Me agradabas más cuando tenías miedo de perder tu empleo–reniega dándole una mala mirada, haciendo reír a Yumei. ¿Cómo no hacerlo si era como un niño berrinchudo?
—¿Qué hiciste con el Peter artista?—pregunta divertida mientras lava un par de vasos en el fregadero, sin prestar mucha atención al rostro confuso del chico—Ya sabes el actor, el que prefiere vivir dentro de un mundo lleno de misterios y drama–
Hay un breve lapso de silencio, si se concentra en ambos, la música pasa a segundo plano, solo se escucha el sonido del agua chocando con el cristal y la fuerte respiración del joven.
—¿Cuál es tu puto problema?—reclama haciéndola pegar un pequeño brinco, definitivamente lo que menos esperaba Yumei era que Peter gritara—Te recuerdo que tú empleo depende de mí así que lo pensaría dos veces antes de volver a burlarme—sus ojos se rehúsan a mirarlo, está concentrada en la copa rota entre sus manos.
No hay sangre, solo vidrios rotos y una mente aturdida, con el ceño fruncido alza la cara para mirarlo encontrándose con la misma mirada salvaje de la primera vez.
Con esos ojos verdes y brillantes que lo único que hacían era abrumarla más y más. ¿Era posible que un par de ojos fueran tan luminosos? ¿Desde cuándo podían brillar en la oscuridad? Porque ella podía tener miles de defectos, pero ninguno de ellos implicaba la alucinación.
Y era imposible negar que sus ojos se mantenían encendidos en verde.
¿Estás bien?
Es la primera pregunta que viene a su mente sin dejar de ver esos ojos ni ese rostro descompuesto, una mueca se hace presente y la respiración de Peter parece acelerada, el agarre que tiene en la copa flaquea, se resbala y finalmente el líquido ensucia la superficie de la barra. Sus manos temblorosas viajan a los costados de su cabeza, aprieta su sien con fuerza, como si creyera que con eso será suficiente para calmar la migraña.
Tira los restos del vaso en el fregadero y corre a su lado, en busca de auxiliarlo, el de mechón blanco recarga ambos codos en la superficie de madera y ella ruega porque no se entierre ningún vidrio de la copa que hasta hace un par de minutos sostenía.
Sin pensarlo demasiado, cubre esas grandes manos frías con las suyas, en un intento desesperado por verlo a la cara, Peter se tensa al sentirla, quizá ha ido demasiado lejos pero no está segura de cómo ayudar.
Está a punto de retirarlas cuando esas esmeraldas finalmente la ven, están opacas, como si la llama que les daba vida se hubiera extinguido ante el dolor de su portador.
—Todo estará bien–promete sin dejar de verlo, apretando un poco su agarre en un intento por decirle que no está solo. Quizá él tenía razón, si era una mentirosa.
—Está bien–acepta desviando la mirada hacia abajo, centrándose en la cercanía, en como sus labios parecen tan suaves, si se inclinara un poco más podría tener la dicha de probarlos.
Yumei no lo entiende, nada tiene sentido, ni siquiera esa exigente necesidad por cortar la distancia, ¿Era porque su perfume armonizaba con el alcohol? ¿O por qué sentía unas incontrolables ganas de besarlo?
Un carraspeo los separa, si no fuera por el molesto hombre que exige atención la bartender no habría notado que estaba lo suficientemente inclinada como para estar sobre la barra. ¿Por qué siempre perdía el control de sus actos cuando Peter acechaba?
Ambos están lo suficientemente sonrojados como para burlarse del otro, así que simplemente se limitan a seguir con lo suyo, el de mechón blanco se va sin despedirse mientras ella continua haciendo su trabajo, la noche se limita a un par de clientes más, Yumei lo agradece.
Después de todo solo le piden que sirva destilados y eso ayuda a que su mente se aferre al enigmático hombre de camisa roja y traje negro. Siempre la sorprendía, siempre hacia algo nuevo que la confundía y más que alejarla la atraía hacia él, como si tuviera un hechizo que la controlara y que con una mirada a esos ojos verdes e incandescentes todo su cuerpo estuviera a su disposición, incluyendo su mente.
—Descansen–se despide de algunos de sus compañeros antes de ser recibida por la fría noche en Gotham, a pesar de que el viento sopla su rostro ella se limita a apresurar el paso.
Atenta a sus alrededores mientras cruza uno de los callejones oscuros, pisando con extremo cuidado y guiandose con la tenue luz de Luna y algunas lámparas en pésimas condiciones. Entonces, cuando está a punto de acercarse al fin, escucha pasos apresurados que la obligan a acelerar.
Uno, dos, tres pasos y cuando siente que todo se ha perdido, escucha un golpe, un quejido y luego nada.
Corre hasta su departamento para finalmente encerrarse y dormir, esperaba que fuera la primera y última vez que era testigo de algo.
A la noche siguiente Peter no vuelve, pero nadie deja de hablar de lo extraño que ha sido que encontraran a un hombre inconsciente cerca de Velvet.
Cuando Yumei ve la foto casi deja caer la botella, ese hombre era el mismo que los había interrumpido la noche anterior. Pero todo era una coincidencia, ¿Verdad? Una muy mala porque definitivamente no quería creer que el licor en los labios de Peter no era lo único que lo hacía peligroso.
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You can't start over
FanfictionLa primera vez que cruzaron miradas supo que él ocultaba algo, quizá fueron esos ojos verdes que pedían ayuda a gritos, esa boca llena de sarcasmo o simplemente el hecho de que había entrado bastante elegante al bar. Y es que ella no era fan de los...