Capitulo 3

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CAPITULO III

Cada uno nos dirigimos a nuestros camerinos, en dónde la chica que me atendió desde un principio, me dijo que iría a recibir las hojas con los discursos que realizaremos.

Me encuentro retocando mi maquillaje, cuando estucho la puerta del camerino abrir y serrar a mi espalda. Supongo que es la chica que por cierto creo que se llama Mía, porque escuché a uno de los guardias llamarla así.

— Oye regresaste, estaba esperándote para que me ayudarás con el maquillaje — Digo y sonrió aún mirándome en el espejo sin voltear.

— Disculpa? — esa voz masculina me sorprende por completo y volteo para ver a quien me habló.

Era un chico que nunca en mi vida había visto, era alto, de cabello castaño claro, ojos claros, casi como los míos, con algunos tatuajes en su brazo derecho y con una camisa negra al igual que su pantalón y botines.

— Disculpa pensé que eras otra persona — este frunce el ceño y yo lo miro de arriba abajo.

— Pues no lo soy — Wow pero que amargado.

— Eres uno de los de seguridad? —Pregunto curiosa y el voltea los ojos.

— No, y si lo fuera que? Algún problema?.

quien rayos es entonces y porq me habla de esa manera, que molesto es.

— Oye, disculpa, pero solo estoy haciéndole una pregunta, para saber quién eres, y porq entras acá de esa manera — El solo se voltea, y se va.

Jackson Lee

Un día antes:

Me encuentro revisando papeles en mi oficina, esto de ser abogado a veces se vuelve algo muy molesto.

Escucho que tocan la puerta y de seguro debe ser el de recepción, porque ya era muy tarde, para que sea algún cliente.

— Adelante — digo con una voz algo seria.

Y como lo suponía era el señor de recepción, y hace una pequeña reverencia al entrar.

— Señor Lee, el jefe quiere hablar con usted, me pidió que lo llamara y fuera a su oficina — que querrá ahora.

Me levanto de mi asiento y voy directo a la oficina del jefe: mi padre. Al entrar el está ahí, en su silla, dándole la espalda a la entrada de la oficina.

— Ya estoy aquí, para que me necesitas? — hablo con un tono frío y sin mostrar ninguna expresión en mi cara.

— No sabes tocar la puerta? — el habla antes de voltear en la silla. - Sabes para que te he llamado .

— No, no se para que me has llamado... Puedes hablar ya y dejar de perder el tiempo, por si no lo sabes, tengo cosas que hacer — me hacerco a su escritorio y me siento en la silla que está al frente de el.

— Tu hermano — al decir esa palabra, volteó los ojos — dile que deje de hacer esas estupideces en las que anda metido, y regrese a trabajar en la empresa.

Este año el tarado de mi hermano se arto de la empresa y decidió dejarla, por algo que realmente le gustara hacer y no por obligación, si no voluntariamente, y escogió ser escritor, algo que fue como una ofensa para nuestro padre, lo cual tiene una asquerosa idea de que esas son puras estupideces.

El Amor De Dos Almas Donde viven las historias. Descúbrelo ahora