CAPÍTULO 12

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En el bosque, sortearon obstáculos entre arbustos y troncos caídos, descubriendo emboscadas antiguas con osamentas y armas dispersas. Un crujido los alertó, encontrándose con esqueletos oscilando en árboles.

— Esto no augura nada bueno. ¿Qué clase de lugar es este? —preguntó Stroud, frunciendo el ceño al observar los restos.

El sendero se amplió, exponiéndolos, y de repente, un golpe arrojó a un caminante hacia atrás.

— ¡Prepárense! ¡Ataquen! —exclamó Erguth, levantando su escudo.

Corrieron con escudos mientras un ejército temible se desplegaba ante ellos, con gritos y armaduras brillantes que infundían intimidación.

— ¡No podemos permitir que nos detengan aquí! —instó Jared, desenvainando su espada mientras las flechas enemigas surcaban el aire.

En el campo de batalla, un simple gesto desató el caos: espadas, escudos, rocas, patadas y flechas, todo se usaba en la lucha sin reglas. Los rebeldes, a pesar de la abrumadora desventaja, enfrentaban la adversidad con valentía.

— ¡Mantengan la formación! ¡No retrocedan! —gritó Stroud, enfrentando la embestida enemiga.

Taỳr, sintiéndose impotente, alzó su mano en un gesto desesperado. Una muralla de energía se erigió, envolviendo a su ejército en una cúpula protectora.

— ¿Cómo… cómo es posible? —murmuró Bhuzz, incrédulo.

— Es ella, la elegida. —señaló uno de los guerreros, asombrado por el poder de Taỳr.

La sorpresa se extendió entre los rebeldes mientras la barrera transparente desafiaba al imponente ejército de Baroh. Un susurro de asombro se propagó entre ellos, comprendiendo la magnitud de lo que esa acción representaba ante un enemigo tan formidable.

Gigantescas bestias se acercaron para apoyar al ejército de Baroh, embistiendo con furia la barrera, fracturándola y generando tensión entre los rebeldes. Los hechiceros luchaban por ayudar a Taỳr con todo su poder, pero se necesitaba más.

Taỳr trazó un símbolo en el aire y un resplandor emanó de su ser. Un rayo de luz se extendió, desvaneciendo al ejército de Baroh y a las imponentes criaturas en diminutas partículas de polvo.

En el instante de calma que siguió, su ejército estalló en un estruendoso grito, exaltando a la princesa convertida en guerrera.

— ¡Increíble! —gritaban algunos asombrados, inclinándose ante la chica.

─ ¡Poderosa hechicera! —exclamó Bhuzz con fervor, inclinándose—. ¡Nos has salvado! Te pido perdón por haber dudado de tu poder.

─ ¡Lo lograste! —añadió Jared emocionado.

Erguth le propinó un ligero apretón en el hombro, mientras asentía con la cabeza—. ¡Excelente!

A Taỳr le brillaron los ojos al ver a su madre acercarse. Moura atrajo a la chica hacia sí para darle un fuerte abrazo, acercando la cabeza para que su frente tocara la de su hija. A su alrededor, el clamor en honor a la chica se alzaba con fuerza, demostrando no solo confianza en su capacidad, sino también un profundo respeto y admiración por su habilidad como la poderosa hechicera que lograría vencer a Baroh.

Una vez que la celebración se apaciguó, Stroud dio la orden de reanudar la marcha, pero esta vez con precaución, manteniendo los escudos y armas al alcance, ante cualquier indicio de una posible emboscada. Instruyó también a formar muros defensivos con los escudos para protegerse en caso de enfrentamiento con el enemigo durante el trayecto. Una niebla ligera comenzaba a hacerse presente.

─ ¡Bhuzz! —exclamó Stroud, girándose hacia él.

─ Regresa junto a Jared y los demás líderes. Indícales que guíen a todos los hombres hacia ese bosque —señaló los árboles al otro lado de una pequeña colina enfrente de ellos.

─ Manténganse alerta. Escuché un sonido peculiar a lo lejos; podrían ser aeromotos. Prefiero evitar el combate por ahora.

─ Así lo haré —respondió Bhuzz, asintiendo en señal de entendimiento, listo para transmitir las órdenes y llevar a cabo la estrategia sugerida por Stroud.

Stroud aguardó a que los guerreros liderados por Jared y los otros líderes alcanzaran los árboles más distantes antes de conducir a los pocos hombres que lo acompañaban hacia esa misma área. No pasó mucho tiempo antes de que un considerable grupo de enemigos hiciera su aparición. En un principio, parecían solo una patrulla, lo que sugirió la posibilidad de evitar un conflicto. Sin embargo, a medida que se acercaban, se hizo evidente que estaban preparados para el combate, mostrando una marcada fortaleza en su armamento.

Aunque la niebla todavía persistía, parecía disiparse entre los árboles. Mientras las aeromotos desaparecían en el horizonte, internándose en el bosque, pasaron junto a los restos de una granja abandonada hacía mucho tiempo, donde los esqueletos blanqueados por el sol yacían en el suelo. Siguieron ascendiendo por una ligera pendiente, con el terreno cubierto de pequeños arbustos espinosos.

El camino ante ellos se extendía como una larga línea recta que serpenteaba sobre el paisaje, con una cadena montañosa imponente que se alzaba más de mil doscientos kilómetros de largo y más de cien kilómetros de ancho, haciéndola casi inexpugnable. Las montañas se elevaban en tonos de púrpura y lavanda; las más distantes adquirían un dorado resplandor bajo el sol del mediodía. Allí arriba, marcaba la frontera del reino de Spacros.

─ Este paisaje siempre me ha causado cierta inquietud —comentó Bhuzz, observando con atención las montañas distantes.

─ Parece como si estuviéramos caminando hacia lo desconocido. ¿Alguna vez has explorado estas tierras, Stroud?

Él desvió la mirada hacia las montañas distantes antes de responder con un matiz de nostalgia en su voz:

─ Sí, Bhuzz, hace muchos años exploré estas tierras. En aquel entonces, la frontera de Spacros no era tan fortificada como lo es ahora. Las montañas ocultan secretos y desafíos que pocos han enfrentado y regresado para contarlo. Prepárense; lo que nos aguarda podría ser más peligroso de lo que imaginamos.

Taỳr: La princesa hechiceraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora