Es un placer

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Cuando Kakashi logra calmarse por completo es cuando Iruka lo toma de la mano y lo dirige a la cocina aun con Naruto en brazos. Lo sienta y comienza a servir la comida haciendo preguntas sobre las pruebas de aquel día. Kakashi acomoda a Naruto sobre sus piernas como había hecho horas antes y responde con calma.

El joven maestro ríe. Se pasea de aquí para allá sirviendo en los platos y acomodando en la mesa. El Hatake le dice de ayudar, pero él niega argumentando que Naruto se molestara si deja de abrazarlo. El niño le mira con esos ojos color cielo de verano y sonríe alegre, acaricia su mejilla donde se encuentran los bigotes y luego la aprieta ligeramente provocando una risilla.

Iruka es contagiado, acomoda el plato sobre la mesa, le acaricia la otra mejilla y revuelve los cabellos grisáceos, lo que le provoca otra risita. Kakashi ya no siente su pecho vacío, ha dejado de sentir la asfixia y en cambio siente calidez, comodidad y anhelo.

La cena transcurre entre risas y anécdotas. Cuando los platos se recogen, mágicamente son las nueve de la noche y alguien se ha dormido sentado. El maestro enternecido llama a Kakashi para que vea al Uzumaki.

—Él es tan lindo, pero mañana ya estará de vuelta, lo cual me alivia, pero me entristece.

Kakashi asiente. Observa a Iruka cargar al crío y dirigirse a la habitación, él regresa a la cocina a lavar los trastes, pronto siente la presencia del propietario del departamento detrás de él. Al mirarle puede ver esa bonita sonrisa.

—No hacía falta que lavara los trastes, Kakashi san

—Es lo menos que puedo hacer. Usted me ha invitado a una deliciosa cena.

—¿Tiene algo que hacer mañana por la mañana? —Kakashi niega— ¿Le gustaría acompañarme a beber un poco? — el jōnin asiente.

El único descendiente de los Umino, saca de la alacena un par de vasitos y del refrigerador una botella de sake. Le sonríe a Kakashi y juntos caminan al sofá. Ahí en el silencio de la noche platican sobre temas distintos. Iruka es muy risueño fuera de su papel de ninja, Kakashi se da la tarea de apreciar cada risa. Le mira y escucha con atención, le es inevitable no acercarse un poco e Iruka hace lo mismo. Ambos a una distancia de un brazo comparten los tragos hasta que se acaba la botella, entonces Iruka ofrece otra y el jōnin acepta sintiendo el alcohol recorrer su cuerpo.

Hatake en algún momento de la noche deja de bajar y subir su mascarilla, se siente seguro de mostrarle su rostro a Iruka quien le mira maravillado y le hace algunos cumplidos. Hatake le mira, tiene las mejillas sonrojadas por el alcohol, en su mente solo existe un pensamiento «Besar a Iruka sensei». Mira atento a su compañero, está igual o más sonrojado que él, se está riendo de algo que no escuchó bien por el ataque de risa, pero pese a eso le acompaña en su felicidad.

—Kakashi

Con una delicia, Iruka pronuncia su nombre de pila. Ya no existe esa barrera de respeto, ahora solo son dos amigos compartiendo un trago casual. Sin embargo, aquella pronunciación de su nombre la siente casi provocativa, se lame los labios y suspira dejando ir ese pensamiento.

—Si te pidiera un beso, ¿me dejarías dártelo?

El susodicho le observa por unos segundos, deja el vasito sobre la mesa del centro y se aventura a aproximarse al hombre. Iruka se sienta e igual deja el vasito solo que en el piso. Ambos se acomodan, comparten la mirada nerviosa y deseosa, pero ninguno hace un movimiento. Iruka ríe tan dulce como siempre nervioso baja la mirada. Kakashi deja caer su frente sobre el hombro contrario. Ambos piensan que su oportunidad se ha ido. El silencio invade la habitación.

—Si me vas a besar, hazlo cuando quieras, Iruka sensei.

—Por ejemplo, hoy, ahora.

—Sí.

Misión, ¿peculiar? ᵏᵃᵏᵃⁱʳᵘDonde viven las historias. Descúbrelo ahora