Dime qué todo está bien

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Aquella tarde, Iruka ve conveniente decirle a Naruto lo que tiene con Kakashi, debido a que el rubio al parecer ya se ha percatado de que algo ocurre entre ambos porque ha ido a preguntarle directamente al jōnin por la mañana. Iruka suspira antes de caminar hacia el departamento de su exalumno. Camina despacio, pues aún no tiene nada en la cabeza para explicarle. Duda seriamente de que el chico lo rechace, pero aun así le cuesta ser positivo. A veces simplemente no logra comprender cómo funciona su mente de adolescente.

Toca a la puerta y es Sakura quien le recibe. Extrañado entra ante la invitación.

—¡Naruto, ya debo irme! ¡Nos vemos después!

Y se marcha dejando en silencio al hombre. Se descalza y entra a la sala de estar, en seguida al fondo en la cama ve al rubio hecho bolita entre sus sábanas. Iruka se preocupa así que sin perder tiempo se aproxima.

—¡Naru! ¿Qué ocurre?

—¿Cuándo pensaba decirme?

—¿Eh?

Naruto se sienta sobre el colchón. Mira a sus pies con la cobija sobre su cabeza e Iruka recuerda al cachorrito de zorro que cuidó semanas atrás, cuando parecía estar triste por no tener su atención y huía a esconderse debajo de las cobijas hasta dormirse. Sonríe pese a todo, claro que sabe a lo que se refiere así que suspira por millonésima vez en el día y decide sentarse en el piso dándole la espalda a su exalumno. Ambos en silencio miran en direcciones diferentes. Se escucha el sonido del viejo reloj que amablemente el maestro le regaló cuando cumplió catorce.

Después de unos minutos, el silencio se rompe por la voz bajita del mayor.

—Supongo que estoy acostumbrado a ocultar este tipo de cosas, ya que en la aldea aún no es bien visto que dos hombres salgan, especialmente cuando uno de ellos es un jōnin y el otro un chūnin, pero sabes, pensaba decirte cuando viera conveniente, no creas que lo iba a ocultar toda la vida. Al fin y al cabo, el amor no es algo que se pueda guardar en un clóset. Solo quería esperar a estar seguro.

—¿De qué?

—De que no... de que no me rechazarías, Naru. Mi corazón... no lo soportaría.

La voz de Iruka se rompe, pero no llora. Cierra fuerte los ojos y retiene el oxígeno. Sus manos se cierran en puño y siente su rostro arder. Solo escucha silencio. Naruto no se ha movido ni un poco. Pese a que no duda de que el chico lo acepte, tantos rechazos en el pasado hacen tambalear su corazón ante el sepulcral silencio y duda por primera vez. Iruka no sabe qué hacer, desde que comenzó a salir con Kakashi, ha soñado con aquel momento donde le dice a Naruto sobre su relación, pero todo buen sueño termina en pesadilla cuando el rubio le insultar, le pide que no vuelva a dirigirse a él o simplemente cuando sin decir palabra se da media vuelta para irse. Tal parecía que la última pesadilla se volvió realidad ante el pesado silencio entre ambos. Sus lágrimas caen, su pecho se siente pesado y el oxígeno no entra por completo a sus pulmones.

—E-entiendo. Perdón. C-creo que no debería de estar aquí. Perdón.

Sus palabras tiemblan, pero aun así logra terminar sus oraciones. Justo cuando se dispone a levantarse, Naruto se abalanza sobre él provocando que ambos caigan al suelo. Ninguno dice nada, pero ambos lloran y se abrazan hasta calmarse.

Por la noche, Naruto camina al departamento de su maestro. Toca a la puerta entre molesto y decidido. No va a permitir que nadie lastime el corazón de su hermano mayor. La mirada cansada que le recibe cambia abruptamente por una de sorpresa y le invita a pasar.

—Vengo a interrogarlo

—¿Has hablado ya con Iruka sensei?

Naruto lo encara apuntando con su dedo el pecho fornido ajeno.

Misión, ¿peculiar? ᵏᵃᵏᵃⁱʳᵘDonde viven las historias. Descúbrelo ahora