Un refugio para tu corazón

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—Verás, Iruka, algo salió mal en la última misión del equipo Kakashi. Al parecer solo Naruto fue afectado, pero no lo podemos explicar.

Tsunade habló con precaución. Iruka mantenía en sus brazos al pequeño Naruto, su mirada era una mezcla entre preocupación y enojo que incluso Tsunade no quería aventurarse a decir algo que incrementara su molestia. Pese a que no conocía la historia entre ambos chicos, sí que conocía a la perfección el carácter de aquel que hacía que en la torre de control todo estuviera en orden, y a esas alturas no podría soportar una discusión con él, estaba ya lo suficientemente cansada con el papeleo de la aldea y misiones como para que ahora, el equipo de Kakashi trajera a un Naruto de tres años y tuviera que lidiar con Iruka molesto.

—Iruka sensei —Kakashi habló. Ya había discutido con ese hombre para los exámenes de chūnin y en sus ratos libres cuando se paseaba por la academia lograba escuchar los santos regaños que daba a sus alumnos, por lo que sabía de sobra qué tan mala idea sería terminarlo de enojar. — Yo, no sé qué ocurrió. Me centré mucho en la batalla que no me fijé cuándo atacaron a Naruto y pasó esto... Sakura dijo-

—Kakashi san —Iruka le miró suavizando su ceño— está bien, no hace falta que me diga qué ocurrió, eso es confidencial para Hokage sama, solamente quiero saber para qué solicitaron mi presencia, aunque creo tener una idea.

—Iruka sensei, Naruto está asustado, por favor tenga cuidado, él intentó morderme para que lo suelte mientras veníamos de regreso, incluso tuvimos que amarrarlo para que dejara de intentar rasguñarme.

Sakura habló por fin. Kakashi dio unos pasos atrás para dejar que su alumna fuera escuchada. Iruka dirigió su mirada preocupada hacía ella. En seguida dio palmaditas a la pequeña espalda, una señal para que el niño le mire.

—Naruto, cariño, ¿te encuentras bien?

Iruka suavizó todavía más su ceño y preguntó en un tono de voz suave. El infante giró levemente la cabeza aun con los ojitos llorosos. Sobre su frente comenzaba a teñirse de rojo debido a la caída inicial, sin embargo, eso no impidió que asintiera con la cabeza ante la pregunta del mayor, entonces Iruka continuó con una sonrisa.

—¿Sabes en dónde estás? — el niño negó. —¿Sabes quién soy? — volvió a negar.

Esto desconcertó a todos en la sala, especialmente a las dos personas que tuvieron que hacer hasta lo imposible para traerlo de vuelta. Poco antes de que Iruka hubiese sido llamado a la oficina, Sakura había desamarrado al niño a petición de Tsunade debido a que se encontraba gritando, lloriqueando, y gruñendo en contra de ellos. Unos segundos antes de que Iruka tocara a la puerta, Naruto se había calmado olfateando al aire como si fuera un sabueso. Cuando el joven maestro se presentó en la oficina, el niño se removió entre los brazos de la chica huyendo hacía él.

Naruto se volvió a abrazar al maestro acomodando su naricita sobre el cuello y aspirando hasta que su pecho se llenara de ese olor reconfortante tan familiar. Iruka podía sentir el corazón de su alumno latir con intensidad, entonces se preguntó si sería por el miedo e incomodidad que sintió minutos antes o sería porque se encontraba con él.

Naru —Iruka volvió a hablar sintiendo la mirada del niño casi al instante —¿Quieres venir conmigo o quieres quedarte en otro lugar?

El rubio negó frenéticamente ocasionando que su dorada cabellera se despeinara todavía más e Iruka sintiera cosquillas sobre su nariz, dejó de agarrarse del chaleco ninja y posó sus manos pequeñas y regordetas sobre cada mejilla morena. Sus ojos azules brillantes le miraron con intensidad y fue entonces cuando por primera vez desde que se encontraba en esa forma, hizo un extraño sonido que no fuera un gruñido o lloriqueo, fue más como si quisiera pronunciar el nombre de quien le cargaba.

Ru, Ru...

Iruka sintió la calidez en su corazón.

—¿Quieres estar conmigo, pequeño?

El niño asintió sonriendo como solo Naruto Uzumaki lo haría. Se abalanzó sobre el maestro de nueva cuenta, rodeando con sus pequeños brazos el cuello de éste dejándose de escuchar en definitiva los sollozos.

Iruka miró de nueva cuenta a Tsunade.

—¿Me va a pedir que me haga cargo de él mientras investigan lo sucedido?

La Hokage asintió satisfecha y con ternura al igual que el resto de los espectadores, viendo como Naruto se aferraba al joven chūnin, consideró haber tomado la mejor decisión. En tanto, Iruka asintió y miró ahora al jōnin, quien había observado en silencio el acto, habiendo sentido un extraño ardor en el pecho. Primero, por la dulce voz del ninja de menor rango y en segunda, al verle sonreír al descendiente de su fallecido maestro. Recordó a su padre y a su maestro, entonces le fue imposible apartar la mirada ante aquella interacción, solo fue hasta que los ojos marrones se posaron sobre él que pudo salir de sus memorias.

—Yo ayudaré en lo que necesite. También es mi responsabilidad.

Hablaron sobre otros detalles y posibles causas que provocaron el estado del muchacho. Después de unos diez minutos, todos a excepción de Tsunade y Shizune, salieron de la oficina con órdenes para cumplir: Iruka sería el cuidador de Naruto bajo la orden estricta de no hablar sobre la verdadera identidad del niño, en tanto Kakashi regresaría al pueblo donde fueron emboscados a investigar alguna explicación y Sakura investigaría junto a Shikamaru (cuando regresara de su misión) en la biblioteca y otros sitios donde pudiera obtener alguna información.

Misión, ¿peculiar? ᵏᵃᵏᵃⁱʳᵘDonde viven las historias. Descúbrelo ahora