Capítulo 6: Azulina; Radamés

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De regreso de aquel encuentro con los príncipes de Arys y sorprendido por la propuesta de Sabas se cuestionaba, si aceptase a la princesa Zuleida que era por lo menos seis años mayor que él, una mujer mucho más experimentada, pero también, bastante intrigante por su peculiar forma atrevida que tenía.

 A las puertas de sus aposentos y en vista de que no sería llamado a ningún consejo por el luto de su padre, regresó con la intención de comenzar el trato que hizo con Zuleida. En las puertas esperaba un joven apuesto de cabello rubio y ojos verdes con un bolso cruzado esperándolo.

-Alteza- hizo una reverencia con una mueca de burla.

-Preferiría que me sigas llamando Radacocos- rio recibiendo un fuerte abrazo de su amigo.

-Espero que estés mejor-.

 -Gracias Vassi, pero quiero dejar ir- repuso.

Su amigo accedió y esperó a que Radamés ingresara a sus aposentos.

-Y ¿Cómo has llevado esta nueva vida? – consultó- imagino que debe estar llena de lujos-.

 -Eso deben pensar todos- respondió Radamés- pero está llena de diplomacia y asuntos aburridos, en efecto, hoy el príncipe Sabas ofreció a su hermana para desposarme- comentó.

- ¡Wow! Una princesa, aunque mayor... ¿no te molesta eso? -.

- ¿Cuándo a la realeza le ha molestado la diferencia de edad? Por lo menos es mayor y no más de diez años, y por lo demás admito que es una mujer bastante intrigante-.

 -Eso dicen, y eso percibo por lo que me pediste- respondió mientras se apoyaba en un mueble tomando un vaso de agua- aquí tengo tu ropa- señaló un bolso que traía consigo- y además sé que el príncipe Sabiondo va a salir en unos momentos a la ciudad-.

Durante la mañana antes de ir a la reunión con los príncipes le había pedido a su amigo que investigara en que andaba el foráneo sureño.

 Radamés comenzó a sacar el atuendo del bolso para comenzar a colocárselo, las telas eran de mala calidad y algo sucias, el pantalón algo roto lo amarró con un lazo y se colocó unas sandalias bastante humildes.

- ¿Estás seguro de querer hacerlo tú solo? - cuestionó su amigo.

-Solo déjame disfrutar mi vida un poco más- pidió Radamés que dentro de su ser comenzaba a extrañar su vida de aventuras que llevaba, luego de los entrenamientos y clases políticas que tenía durante su vida, él se escabullía por lugares que muy bien conocía con su amigo Vassi y salían a la ciudad para recorrerla y hacer una que otra locura.

-Igual me gustaría acompañarte- reclamó su amigo.

-Necesito que me cubras en el castillo por favor-.

Vassi con disgusto por querer acompañarlo accedió con un gesto.

 -Estoy listo- se puso de pie Radamés que parecía un joven bastante pordiosero con el traje que su amigo le había entregado, al mirarse al espejo casi irreconocible sin sus joyas y trajes finos, reclamó- ¿qué pasó con la ropa que usábamos? -.

Vassi con un suspiro dijo- ¿recuerdas que se nos fue por el mar, o estabas muy ebrio? -.

Él con una leve sonrisa reparó en sus memorias que no tenían ni un mísero recuerdo de aquel día a menos de llegar casi desnudo a sus aposentos muerto de la risa- creo que algo-.

 -Me debes una y varias- rio Vassi.

-Y tú igual, estamos a mano- respondió- voy a partir-.

-A sus órdenes alteza- bromeó su amigo haciendo una reverencia recibiendo un golpe de Radamés para luego dirigirse a un gran cuadro de su habitación que en él llevaba bordado el símbolo de la familia, el pavo real, lo movió y se encontró con una puerta en la pared ingresando a un pasadizo extenso. A sus espaldas su amigo tapó la puerta y mientras avanzaba Radaméslo escuchó despistando a los guardias.

Las Nubes del SurDonde viven las historias. Descúbrelo ahora