-Ese capullo murió la noche que salvamos a Noah. ¿Eso no lo sabías?- dijo Jack sonriendo con orgullo recibiendo como respuesta un resoplido de la chica.
-Eso es lo que tú crees. El doctor Gahn sigue vivo- dijo Sarah muy seria.
-Bueno, vamos a calmarnos un poco, ¿quieres?- dijo Jack presintiendo que si seguían así iban a acabar muy mal.
Jack se detuvo y repitió en su cabeza las palabras que acababa de escuchar.
-¿Cómo estás tan segura de que lo está?- preguntó Jack extrañado frunciendo el ceño
-Una corazonada- se excusó Sarah,, Han habido registros de nueva actividad en el Bosque de los Monstruos y creemos que puede estar relacionado con el doctor Gahn"
-¿"Creemos"?¿Quién más trabaja contigo?- preguntó Jack interesado.
- Paul Campbell y Helen Lennox trabajan conmigo- dijo Sarah sonriendo -Paul lleva el caso como practicante de forense y Helen de criminóloga.
-Bueno y...¿Qué habéis descubierto?- preguntó Jack interesado. Su expresión había cambiado al oír el nombre se sus compañeros.
- Han sido asesinadas cinco chicas en los últimos tres días. No creo que "se hayan perdido en el bosque". Estoy segura de que algo ahí abajo nos advierte de lo que son capaces de hacer.- dijo Sarah abriendo su bolso. Sacó una carpeta y puso las fichas de identificación sobre la mesa.
- Amelia Smith, Eleonor Miller, Rebecca Riddle, Emily Edwards y Nina Bright. Todas fallecidas del mismo modo- dijo mientras señalaba los papeles.
-¿Del mismo modo?- preguntó Jack frunciendo el ceño acercando los papeles para poder leerlos.
-Todas hipnotizadas; las muñecas destrozadas, dadas la vuelta trescientos sesenta grados y lo peor de todo; las cuencas de los ojos vacías- dijo Sarah frunciendo el ceño.
-¿ Y cómo es que nadie ha venido a denunciar ninguna muerte?- pregunto Jack extrañado rascándose la barba.
-¿Les creerías? Si alguien viniera a comisaría y te dijera: ˜Mientras cenábamos mi novia quedó paralizada, se elevó en el aire mientras los ojos le explotaban y las manos se giraban,pero les prometo que yo no he sido.˜¿ le creerías?-dijo Sarah levantándose de la silla.
-¿Y que coño quieres que haga yo?- preguntó Jack resoplando dejándose caer sobre el respaldo de su silla mirando los informes.
-¡Tú trabajo, hombre! Ve a joderle el día a alguien o no sé... ¡Podrías ponerte a investigar! Qué lista soy...-dijo Sarah burlándose de él.
-Qué buena idea, no se me había ocurrido para nada- dijo Jack irritado.
-Te he dejado una carpeta con la información sobre la muerte de las chicas en secretaría. Buenos días, Jack- dijo Sarah antes de salir del despacho cerrando la puerta detrás de ella.
-Maldita chiquilla...- suspiró Jack con una enorme sonrisa mientras se dejaba caer de nuevo en su viejo sillón.
-¡Todavía te oigo, Jack!- le dijo Sarah desde lo lejos.
Sarah llegó a casa. Era un bonito apartamento de dos pisos decorada con flores de colores suaves. Dejó las llaves sobre un pequeño armario que había a la derecha de la puerta y entró. La luz del sol entraba por todas partes, sobre todo desde el salón, ya que las ventanas, prácticamente sustituían las paredes.
Sarah subió las escaleras de mármol blanco lo más silenciosamente posible con los tacones en la mano para evitar el sonido. Entró en su habitación y comenzó a desabrocharse la blusa blanca. Su cuarto era bastante espacioso. Las paredes eran blancas, pero estaban cubiertas por miles de pósteres oscuros, los cuales prácticamente impedían ver las paredes. La mayoría eran de grupos de rock como Nirvana o de algunos personajes del reparto de la famosa película de Twilight. En el techo, había pegadas un par de cintas led de luz roja y blanca que le ayudaban a iluminar la habitación. Sarah termino de quitarse la blusa y se dirigió a su armario. Tras buscar apresuradamente entre su ropa, descolgó un vestido rosa pastel con algo de vuelo y lo puso a la altura de sus ojos con una sonrisa. Lo enganchó en el pomo de su armario y terminó de quitarse los incómodos pantalones negros. Los apartó con una pequeña patada, arrinconándolo junto a la blusa en una esquina. Volvió a coger el vestido y se lo puso rápidamente. Se acercó al enorme espejo que había apoyado en su pared y se miró frunciendo un poco el ceño. Arregló la falda, sacudiéndola, para que las mini arrugas que se habían formado con el tiempo en su polvoriento y desordenado armario desaparecieran. Se inclinó para estirarla un poco; sus piernas le daban mucha inseguridad, pero no por eso iba a dejar de ponerse vestidos. Giró sobre si misma su pierna derecha y forzó una pequeña sonrisa; de pequeña un cristal roto se le había clavado en el lado exterior de su rodilla y le había dejado una terrible cicatriz que destacaba demasiado de lo que a Sarah le hubiera gustado. Volvió a rebuscar en su armario y sacó unos tacones blancos del armario. Eran bastante altos; de un tacón ancho. Era abierta y apenas unas franjas de tela cubrían su pie, dejando mucha piel al descubierto. Rápidamente, su puso brillo de labios y arreglo un poco sus pestañas. Bajo las escaleras a toda prisa mientras se atusaba un poco el pelo. Por último, agarró un pequeño bolso de mano, del mismo color que sus zapatos, que había sobre la mesa del comedor y salió de la casa.
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Lágrimas de Luz
De Todo¿Todavía recuerdas tus últimas vacaciones de verano,verdad? Sarah Harrington, Helen Lennox, Paul Campbell y su hermana, Lyla, no podrán olvidar nunca lo que les ocurrió en el verano de 1985. Una policía especializada en homicidios, una criminologa...